Ricardo Becerra
La Crónica
29/11/2015
En octubre pasado, el CONEVAL (nuestra máxima autoridad en materia de estudio de los programas sociales y medición de la pobreza) analizó y definió que 86.33 pesos es el ingreso necesario por un adulto y un dependiente en el hogar, para que ambos puedan desayunar, comer y cenar. Un cálculo en perfecta línea con lo más clásico (y básico) de la ciencia económica: el precio de subsistencia de la mano de obra.
Por eso, el salario mínimo del año 2016 tendría que ubicarse allí y subir 16.20 pesos (un dólar, digamos) con respecto al decretado en la actualidad. ¿Porqué es necesario y sobre todo, porqué es viable ese incremento? Aquí van 10 razones telegráficas.
- Porqué están dadas las condiciones productivas. Desde 1991, la productividad laboral promedio ha crecido –modestamente- un 16 por ciento; sin embargo el salario mínimo ha decrecido y está 30 por ciento debajo del que teníamos en aquel 1991. Productividad creció, salario bajó: en efecto, necesitamos empatar ambas dinámicas.
- Porqué están dadas las condiciones macroeconómicas. El control de la inflación, la responsabilidad, la estabilidad, es el hecho mas vanagloriado por los hacedores de la política económica en México. La cosa ha llegado a grado tal, que con todo y devaluación del peso, hoy tenemos la inflación históricamente más baja desde que existen mediciones. Hay quien habla, incluso, de la inquietante llegada de la deflación a nuestro país. Pues bien, a la deflación y a la baja inflación se le ataca, típicamente, con una inyección de demanda, por ejemplo, con la provocada por un aumento significativo de los salarios mínimos.
- Porqué hoy son 3.1 millones de compatriotas del sector formal quienes ganan un salario mínimo. No son pocos.
- Por la señal que se genera, al mismo tiempo sana y poderosa: el sector formal de México no producirá pobres extremos. Entrar al mercado laboral formal, será, en adelante, una fórmula para escapar de la miseria, no para permanecer en ella.
- Porqué después de tres décadas y media de pérdida neta de su valor (75 por ciento la caída de su poder adquisitivo), merecen ser ellos –los que ganan el mínimo- los que comiencen una etapa nacional de recuperación de los ingresos.
- Porqué los salarios mínimos de México son los más bajos de América, más bajos que Brasil, que Argentina, que Venezuela, que Perú ¿Naciones demasiado irresponsables y populistas? Ok, pero los salarios mínimos mexicanos son también más bajos que Chile, Uruguay, Colombia o Costa Rica.
- Porqué México es el único país de América que no se ha imaginado ni ha construido una política de recuperación de los salarios, tampoco de los mínimos. Allí está Alemania, que lo acaba de introducir. Los vehementes alegatos del Presidente Obama; las ciudades de Seattle, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, han retomado la política de aumento de sus salarios mínimos. El gigante Wall Mart, lo hizo de motu proprio. Uruguay ha triplicado el mínimo con estabilidad macroeconómica en trece años. Chile lo ha aumentado casi al doble en lo que va del siglo. Dicho de otro modo: México no puede seguir siendo el peor y más tacaño.
- Porqué el CONEVAL ha señalado que la fuerza más corrosiva, la que produjo en el último bienio (2012-2014) dos millones de pobres adicionales, es precisamente, la merma en el ingreso corriente de los mexicanos: sus sueldos y percepciones. Allí está una de las fuentes más importantes del empobrecimiento nacional.
- Porqué el Congreso de la Unión ya hizo su trabajo y lo hizo por unanimidad: “desindexó”, liberó al salario mínimo de un abuso al que se le había sometido por décadas (usarlo como unidad de cuenta para calcular miles de otros precios). No hay pretextos, y por primera vez en casi cuarenta años, el salario mínimo puede discutirse en sus propios términos.
- Porque cada peso que toman los trabajadores de la escala más baja, va a dar inmediatamente al consumo, se queda en el mercado interno. 16 pesos adicionales cada día, representa un propulsor inmediato y asequible de la demanda interna y por lo tanto, del crecimiento económico.
Por todo eso tiene tanto sentido la cifra: no la olviden, para 2016, $86.33.