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El debate público

A pesar de…ahí estaba el INE

Jacqueline Peschard

La Crónica

09/06/2021

El domingo pasado, los ciudadanos votamos para expresar nuestro rechazo a un poder concentrado en una sola persona; nos apropiamos de nuestro derecho a elegir a nuestros representantes para reconfigurar un nuevo esquema de relación entre el gobierno y la sociedad y para que se reconozca que los mexicanos no podemos quedar encajonados en una sola corriente política y poder recuperar nuestro pluralismo. Y, lo hicimos, a pesar de una serie de circunstancias adversas.

Votamos, a pesar de la pandemia y de los temores al contagio que nos obligaron a tomar medidas sanitarias de protección y a invertir más tiempo para emitir nuestro voto.

Votamos, a pesar de la violencia que se incrustó en la vida política y que dejó más de 143 funcionarios y candidatos a cargos de elección asesinados, sobre todo en los niveles municipales que son los más cercanos a la gente y también a pesar de que sólo en 6 de los casos, existieron personas detenidas, confirmando el elevado nivel de impunidad que existe en nuestro país.

Votamos, a pesar de la vacuidad de las campañas políticas, centradas más en imágenes vistosas y hasta grotescas que en propuestas de soluciones concretas a nuestros graves problemas, presentando un mundo marcado por la trivialidad que choca con el contexto de violencia.

Votamos también, a pesar de la pobreza de las candidaturas y de las ofertas de los partidos, con todo y que contendieron diez fuerzas políticas y que por primera vez jugaron por la reelección inmediata 213 legisladores federales, los cuales optaron por esconder su carácter de diputados en funciones, seguramente porque tenían poco que presumir sobre su gestión como representantes populares.

Los ciudadanos acudimos al llamado de las urnas para servir como funcionarios de casilla, aceptando ofrecer nuestro domingo para recibir y contar los votos de nuestros vecinos, a pesar de que dicha función implica llenar un número interminable de actas de escrutinio y cómputo, siguiendo complejos procedimientos de ley.

La buena noticia, de cara a estas adversidades, fue que ahí siempre estuvo el INE para facilitarnos la tarea de votar, para darnos certeza en materia de protección sanitaria y para asegurarnos que se cumplía con las leyes que contemplan el recuento puntual de los votos y para transparentar todo el proceso de escrutinio la misma noche de la elección para despejar dudas y suspicacias. La publicidad en tiempo real del PREP y los conteos rápidos que dio a conocer el INE a las 11 de la noche del mismo 6 de junio fueron una inyección de certidumbre frente a las irresponsables declaraciones de triunfo de candidatos y dirigentes de los diversos partidos, supuestamente con base en encuestas de salida, lo cual sólo genera desconcierto y desconfianza.

El trabajo del INE ofreció seguridad y tranquilidad a los electores y a los actores políticos, demostrando que es una institución con probadas capacidades técnicas, que aplica procedimientos y rutinas de trabajo ensayadas, revisadas y verificadas, lo cual es posible gracias a que su autonomía garantiza que no responde a dictados o cálculos de alguna fuerza política o gobierno en turno.

Las y los ciudadanos hicieron la proeza de salir a votar a pesar de todos los datos negativos de nuestro ambiente político, ratificando su confianza en el árbitro electoral, la cual se ha expresado reiteradamente en encuestas como la de cultura cívica (ENCUCI) que hace unos meses dio a conocer el INEGI.

Es cierto que en esta elección no hubo ganadores absolutos, ni triunfos aplastantes, pero las distintas voces pudieron expresarse y contarse en paz, gracias al trabajo profesional del INE.