Salomón Chertorivski Woldenberg
El Financiero
07/03/2016
Si el lector se arma de tiempo, lo invito a visitarlaopiniondelaciudad.mx. Allí encontrará el primer entregable, el primero de varios informes resultado de un muy amplio y diverso proceso de participación en la ciudad, que apenas comienza.
Allí, se ponen sobre la mesa los datos más relevante encontrados hasta hoy, las primeras grandes conclusiones, los principios coincidentes, pero no para dar por clausurada sino para seguir la conversación y el debate con los ciudadanos y con todos los actores relevantes de nuestra ciudad.
Es un documento confeccionado a muchas voces y se hace cargo de múltiples aspectos. Miren ustedes:
Las tres delegaciones circunvecinas al AICM concentran a la cuarta parte de toda la población de la ciudad (22.2 por ciento); en el área de influencia inmediata del actual aeropuerto se asientan 39 colonias en las que residen 468 mil personas. De ellas, sólo tres (Moctezuma, Peñón de los Baños y Federal) tienen unidades económicas directamente ligadas a las actividades del AICM; 23 mil unidades económicas con 101 mil 390 personas ocupadas rodean la zona. Pero no son unidades de metalmecánica, logística, talleres o carga. La mayoría de estas unidades se dedican a la venta de comida, abarrotes y estéticas, es decir, hablamos de una economía muy parecida al del resto de la ciudad.
La remuneración promedio en la zona es de siete mil 839 mensuales, 44 por ciento por debajo del promedio de la ciudad (13 mil 928); la zona del AICM presenta rezagos en hospitales y universidades; por ejemplo, mientras que en el sur hay 24 universidades por cada 100 mil habitantes, en la zona del aeropuerto sólo hay 2.5, ¡una diferencia diez veces menor en la infraestructura educativa de nivel superior!
No sólo eso: el aeropuerto está rodeado por las concentraciones más importantes de pobreza urbana. Gustavo A. Madero, Iztacalco, Venustiano Carranza y Nezahualcóyotl, por ejemplo, concentran un millón 40 mil 158 personas en condición de pobreza. De éstos, 91 por ciento están en pobreza moderada y 9.0 por ciento en pobreza extrema. Y finalmente, el valor de los usos del suelo. Todas las colonias aledañas al aeropuerto mantienen un valor deprimido de su suelo, por debajo del promedio de la ciudad: 13 mil 900 pesos por metro cuadrado promedio de la zona frente a 17 mil 800 de la urbe, sólo que en este caso a ¡cinco kilómetros del centro y con una equipamiento vial denso y en funcionamiento!
Del análisis, información y datos más actualizados se desprende pues una conclusión crucial: es posible que en alguna época del siglo pasado la recepción y la partida de vuelos comerciales y de carga haya sido motor de crecimiento, empleo y dinámica económica en el área donde fue ubicado. No obstante, ahora la presencia del AICM se ha vuelto un factor de empobrecimiento urbano, un bloqueo.
No es casual que el valor del suelo (y por lo tanto el patrimonio de los habitantes de la zona) sea el más deprimido de la ciudad (salvo las delegaciones extremadamente alejadas del centro) y tampoco es casual que en esa región se halle la concentración de pobreza y pobreza extrema más densa de toda la capital.
Un último dato: como tantas veces, uno de principales enemigos del debate público es la desinformación: 56 por ciento de los capitalinos no conoce o no recuerda noticia alguna de la construcción de un nuevo aeropuerto, cosa que resulta especialmente sorprendente, pues estamos hablando de la principal obra de infraestructura del sexenio y probablemente de varias décadas.
La opinión de la ciudad, aparece entonces, para llenar ese vacío. El jefe de Gobierno nos ordenó seguir con esta investigación, pero sobre todo nos instruyó a seguir escuchando a los ciudadanos. Queremos participación, sí, y además bien informada; queremos escuchar muchas propuestas, sí, pero basadas en datos y evidencia cierta; queremos el diálogo con todos los sectores, sí, pero sobre la base de documentos, que nos permitan elaborar una legítima opinión colectiva, donde todos los sectores, todos los niveles de gobierno, todos los intereses y todas las necesidades se sientan reconocidas en lo que puede ser el cambio urbano más importante del siglo XXI en nuestra ciudad.