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El debate público

Colima, catalizador de dos discusiones

María Marván Laborde

Excélsior

21/01/2016

La elección extraordinaria de Colima acelerará dos discusiones, en primer lugar, la conveniencia sobre la desaparición total de los organismos políticos locales y, en segundo lugar, sobre las ventajas y desventajas de la segunda vuelta, pensando si son mejor o peor alternativa a las elecciones extraordinarias.

La elección del pasado domingo fue la primera local que el Instituto Nacional Electoral (INE) organiza de manera integral. A pesar de la crispación de ánimos entre los dos principales contendientes, logró salir avante y el candidato panista derrotado asumió los resultados.

Como lo ha señalado el día de ayer el consejero presidente, Lorenzo Córdova, en el periódico El Universal (http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/lorenzo-cordov…), la elección se llevó a cabo con las seguridades que el INE sabe proporcionar a los procesos: capacitadores electorales eficientes, magnífica logística en instalación de casillas, conteo rápido y programa de resultados preliminares que funcionaron y dieron certeza al proceso.

La Reforma Electoral de 2014 inició con el propósito de eliminar los organismos locales para que el nuevo INE fuera la única institución administrativa que organizara elecciones. Al final quedó el esquema híbrido que hoy tenemos. Se trataba, entre otras cosas, de impedir que los gobernadores influyeran en la conformación de los consejos, esto se logró parcialmente, ya que las presiones que recibieron los consejeros del INE no fueron pocas ni irresistibles.

La calidad e imparcialidad de los consejos resultó dispareja. Sin lugar a dudas hay buenos consejos locales y otros que resultaron un desastre. La presidenta del Consejo de Colima no fue un buen nombramiento. El INE le ha abierto un proceso del que podría resultar su remoción, ya que su imprudente conducción en la prensa nacional sirvió para agudizar el conflicto poselectoral.

El Tribunal Electoral consideró que había suficientes irregularidades como para anular la elección. No es claro que el Tribunal tuviese autoridad para ordenar que el INE organizara la elección extraordinaria, pero lo hizo y, al ser la última instancia, el INE acató el mandato de la autoridad jurisdiccional.

Mientras el INE organizó la elección extraordinaria, el OPL jugó el papel de espectador sin tener obligación ni responsabilidad alguna, esto no disminuyó sus costos al erario. La pregunta se impone, ¿debemos pasar, de una vez por todas, a la desaparición de las autoridades locales? El comportamiento de los institutos locales y sus respectivos consejeros en los procesos de 2016 determinarán la respuesta.

La elección extraordinaria fungió, de alguna manera, como una segunda vuelta, por ello es necesario pensar cuál es el mal menor para los sistemas electorales. Como primera opción estaría entrar de lleno a la segunda vuelta, a pesar de que sus consecuencias en América Latina han sido desastrosas para los sistemas de partidos. La segunda opción es seguir incentivando conflictos poselectorales cuando la distancia entre el primero y el segundo lugar es mínima y el perdedor se aferre a demostrar que las trampas del primer lugar obligan a repetir el proceso. Colima no fue el primer ejemplo ni será el último. La decisión de tribunales siempre será cuestionada.

La segunda vuelta tiene la ventaja de que sólo participan los dos primeros lugares. No es necesario financiar a los demás partidos y candidatos, cuya presencia es meramente testimonial. En todo caso, estos últimos pueden recomendar a sus electores cuál es el candidato de su preferencia.

Cuando se hace una elección extraordinaria no queda claro si se repite la primera o si es un proceso completamente nuevo en el que se permite hacer cambios esenciales en participantes y condiciones. En el caso de Colima las leyes permitieron cambiar la coalición. El PT, probablemente comprometido por haber salvado su registro, se alió con el PRI y contribuyó con ello al triunfo de Peralta.

¿Qué protege más a la democracia, una segunda vuelta o la “reposición” de un proceso donde es imposible replicar idénticas condiciones y nuevas alianzas alteran resultados? La duda es válida, la respuesta no es obvia.