Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
08/17/2019
Desatender el problema. Había numerosas señales de la inconformidad dentro de la Policía Federal. Las imágenes de las habitaciones deterioradas, los colchones en el piso y los uniformes inservibles inquietaron y avergonzaron en numerosos medios durante varias semanas.
Las respuestas iniciales fueron groseras y torpes. El titular del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, llamó fifís a los policías que se quejaban por esas condiciones de trabajo. El Presidente lo disculpó porque, dijo, “es una gente buena”.
El lunes 24 unos 30 familiares de esos policías se manifestaron afuera de Palacio Nacional. Entre otras cosas, se quejaban porque con la incorporación a la Guardia Nacional dejarán de recibir los bonos de operatividad que complementan sus salarios. Nada se resolvió.
Negar la crisis. El miércoles 3 de julio centenares de policías se amotinaron en el Centro de Mando en Iztapalapa y familiares suyos bloquearon Periférico Oriente. El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró: “para nadie va a haber reducción de salario. Yo entiendo que hay también resistencia porque es un cambio, lo cierto es que estaba echada a perder esa corporación”.
Reportero: “¿Es mentira que ya redujo los…?”
Presidente: “Es mentira”
Reportero: “Ellos acusan…”
Presidente: “Es mentira”
Reportera: “Están presionando y que les dicen que si no… serían despedidos”.
Presidente: “Es mentira, es, miren, un proceso de capacitación para incorporarse a la Guardia…”
Los policías que protestan le respondieron al presidente en un documento “claro que sí hay despido, señor Presidente”, debido al cambio del régimen bajo un mando civil al de carácter militar. Los policías que fuesen admitidos en la GN perderían cinco días de descanso al mes y el “bono de operatividad” que les pagan cuando son trasladados a otra plaza.
Ese miércoles 3, por la tarde, Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, confirmó que al formar parte de la GN los policías dejarán de recibir el bono, “no habrá razón para pagar viáticos, ahora llamado bono de operatividad”.
Descalificar la protesta. En un video difundido a las 7 de la noche del miércoles 3, el Presidente insistió: “se amotinan, toman las calles… no hay ningún motivo, ninguna razón, no es una causa justa, no se está despidiendo a ningún policía federal… están pasando voluntariamente algunos elementos de la policía… a la Guardia Nacional, otros no, porque no pasan la prueba… Está raro, ¿verdad?… hay ‘mano negra’ en este asunto que se manejaba antes desde los sótanos de Bucareli”. El Presidente no explicó a qué se refería con esa alusión a la anterior Secretaría de Gobernación.
Minimizar la crisis. AMLO el jueves 4 por la mañana: “me ocupa más el resolver asuntos pendientes como la inseguridad, como la violencia, no esto de la rebelión de los policías federales”.
Eludir las causas de la crisis. Alfonso Durazo el 4 de julio: “es un movimiento que no tiene razón de ser”.
Descalificar a quienes señalan la crisis. El presidente el jueves 4: “Por eso digo benditas redes sociales, porque los medios convencionales estaban encarrerados de que había un gran conflicto en el país, como nunca un despliegue informativo, cadena nacional”.
Alfonso Durazo el jueves 4: “Puede destacarse también una cobertura mediática que ha favorecido una incorrecta percepción de este proceso de los manifestantes”.
Desdeñar consecuencias. En la conferencia matutina el jueves 4 en Palacio Nacional:
Pregunta. “¿No les preocupa que estos policías puedan ser contratados por el crimen organizado?”
Presidente: “No, no, no. Ya son otras condiciones. Yo le diría que todos los ciudadanos de México saben que nos debemos de portar bien, ya no hay condiciones para que el ciudadano se porte mal, porque es otro gobierno”.
Culpar a otros. AMLO el jueves 4: “Cuando hablo de ‘mano negra’ es que los que estaban dirigiendo ayer el movimiento no trabajan en la Policía Federal, los principales dirigentes pertenecen a organizaciones de otro tipo”.
Durazo el 4 de julio: “Dicho escenario ha sido aprovechado por críticos sistemáticos del gobierno y también por grupos de interés ligados a la corrupción que estuvo incrustada estructuralmente en la Policía Federal. No es casual que hace unos momentos uno de los propios representantes de los inconformes de la Policía Federal solicitara que Felipe Calderón fuera nada menos que su representante sindical”.
El mismo Durazo más tarde, a una pregunta sobre la supuesta participación del expresidente Calderón: “es evidente el activismo de algunos políticos pretendiendo sacar raja de este tránsito de la Policía Federal a la Guardia Nacional… Uno de los que se asumen como representantes de los policías inconformes ha propuesto que el presidente Calderón sea su representante sindical. Creo que esto no requiere mayor explicación”.
El expresidente Felipe Calderón, cuatro horas después, en un video: “Niego categóricamente la cobarde insinuación que desde el poder se hace, de que yo he organizado o estoy atrás de las protestas de los policías federales. En particular al Presidente, pero específicamente secretario Durazo, le exijo que si tiene pruebas las presente y actúe en consecuencia. Y si no las tienen, retiren de inmediato esas calumnias”.
Cero autocrítica. Alfonso Durazo el jueves 4 por la noche, entrevistado por Denise Maerker en Televisa acerca de la presunta participación de Calderón: “en ningún momento planteé o puse su nombre sobre la mesa, hice mención de la propuesta de uno de los representantes sobre que Calderón los representara, propuesta que afortunadamente fue rechazada”.
Tratar de distraer con otro tema. Durazo, el 4 de julio: “Algunos líderes visibles del movimiento no son integrantes de la institución, son personas ligadas a los grupos de interés que han usufructuado contratos millonarios en la compra de gasolinas no utilizada, en la compra de tecnología, entre muchos otros”.
AMLO, el 4 de julio: “Siempre hablábamos de que se había echado a perder esta corporación y lo de ayer es una muestra evidente”.
Si en la PF hubo complicidad con la práctica del huachicol o en la compra de recursos tecnológicos, el gobierno tiene la obligación de presentar pruebas y denuncias. No se ha demostrado que la protesta de los policías sea instigada por beneficiarios de esos delitos. Y aunque así fuera, las causas del amotinamiento seguían sin ser resueltas.
A todos —excepto a las bandas criminales— nos conviene que la Guardia Nacional funcione bien. Su creación fue discutible pero, ya que existe, es lo único que el gobierno tiene para enfrentar a la delincuencia organizada. Por eso han sido tan deplorables la improvisación y, sobre todo, la mezquindad en el trato a quienes integrarán la GN.
La Policía Federal es una corporación compleja. No pocos de sus integrantes han sido culpables de comprobados abusos contra la sociedad. Pero muchos otros son policías que han cumplido con su deber, que han resistido las tentaciones de la corrupción, con frecuencia han arriesgado sus vidas y han aprehendido a numerosos criminales. Entre esos policías hay profesionales que se han especializado en distintas áreas de la investigación forense. Descalificar en bloque a toda esa corporación como hacen el Presidente y el secretario de Seguridad es un abuso y una injusticia con los buenos policías.
La torpe austeridad que ha dispuesto el gobierno y que está propiciando el desmantelamiento de instituciones fundamentales, afecta a la actual Policía Federal y ha creado situaciones inaceptables para esos agentes y para la sociedad. Esa situación es culpa del gobierno pero el Presidente y sus funcionarios no admiten que se equivocaron. En vez de ello intentan construir “verdades alternativas” que nadie o casi nadie cree.
Por otra parte, aunque el Presidente prometió que respetaría las inconformidades de los policías federales, a los directivos de esa corporación se les ordenó que recabaran nombres y adscripciones de quienes han participado en tales protestas. Algunos policías denunciaron que han recibido amenazas personales.
Cómo no enfrentar una crisisMuchos de quienes protestan por la modificación de sus condiciones laborales ahora buscan sus liquidaciones. El gobierno tendría que pagarlas con la mayor escrupulosidad, hasta el último centavo.