Ricardo Becerra
La Crónica
14/03/2021
Preocupados, algunos lectores y lectora, me han preguntado acerca de mi obsesión temática hacia la epidemia y su gestión.
Agradecido respondo: me he propuesto no abandonar este asunto porque desde hace un año, simplemente no puedo pensar en otra cosa. Creo que lo está determinando todo y no solo para mí. Es preciso entenderla, seguirle la pista, transmitir los nuevos riesgos, no evadir ni permitir evasión. Y por otro lado no suelto la prenda de la pandemia porque, precisamente, es el tema del que nuestro gobierno no quiere hablar.
Pero entiendo. Esta columna se ha vuelto demasiado sombría. Por eso, lanzo estas cinco cápsulas con puras buenas nuevas.
Del convenio de Pfizer con Israel emanó una información alucinante: en el estudio más completo realizado hasta ahora en una sociedad real (no entre grupos de voluntarios), resulta que esta vacuna es mejor de lo que se pensaba. 97 por ciento efectiva para contrarrestar casos graves y con síntomas y 94 por ciento efectiva para prevenir a las personas que no presentan ninguno, a partir de la población que ya había recibido el esquema completo (dos dosis); todo ello entre el 17 de enero y el 6 de marzo (http://bit.ly/30Fp7hp). ¿Saben que porcentaje de la población ya vacunada cayó enferma y requirió hospitalización? 3 mil personas, de entre cuatro millones, el 0.0008 por ciento y ¿cuántas muertes por Covid-19 se reportan? Ninguna.
Pero hay más, si por desgracia usted ha sido contagiado por la agresiva cepa británica, la vacuna también le protege casi con la misma eficacia. Y si usted sufre las secuelas del Covid-largo (persistencia de síntomas a lo largo de semanas o meses) pues esta vacuna le ayudará a desvanecerlas con seguridad.
Todos sabemos que nos queda una carrera larga porque las vacunas son y seguirán siendo escasas, así que hay que optimizar las que tenemos. Cada vez es más robusta la evidencia según la cual, aquellos que han padecido la enfermedad -así sea en una forma leve- únicamemnte requieren de una sola dosis para estimular por completo su sistema inmunológico. Hablamos de las vacunas que se basan en la plataforma ARNm (Pfizer y Moderna). Esto posibilitaría una vacunación más estratégica en las siguientes semanas (http://bit.ly/38BBWOc). Si sabemos disparar con precisión, podemos hacerlas rendir el doble.
En febrero tuvimos la primera evidencia cierta, acerca de la transmisión hereditaria de la inmunidad contra el SARS-CoV2. Una madre inglesa, que había sido vacunada dio a luz y en la sangre del cordón umbilical del recién nacido, fueron hallados todos los anticuerpos necesarios para combatir el bicho. ¿Qué quiere decir?, que el cuerpo humano (femenino) es capaz de transmitir la información vacunal a la siguiente generación.
Es obvio que fabricar una vacuna no es igual a maquilar unos zapatos, ni ensamblar una computadora. Es una sofisticación de ingeniería, biológica, química: desde los ácidos nucleicos, lípidos que los rodean, las proteínas que les acompañan, el frasco que las contiene y la goma que los asegura, todo, consumía hasta octubre, 110 exasperantes días. Hoy, el proceso se reduce a dos meses (60 días redondos). Récord sobre récord: antes de convertirse en un producto comercial se ha duplicado la capacidad de producción (http://bit.ly/3vm4qoR).
Lo advierte Y. N. Harari: para gestionar la desgracia y la calamidad hay que saber recuperar cierta perspectiva histórica. Al nuevo coronavirus -con todo su poder- le llevó todo un año contagiar a 100 millones de personas (al 26 de enero de 2021). La humanidad, en una semana (la última de febrero) pudo vacunar al mismo número de gente y ayer ya había aplicado 363.3 millones de dosis, 4.7 dosis por cada cien habitantes en el mundo. O sea: en muchas zonas del planeta y muy probablemente en el otoño de este año, en todas partes del globo, con la ciencia en la cabeza y las vacunas en la mano, seremos ya más rápidos que el virus.