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El debate público

Con los suyos y en Los Pinos

Ricardo Becerra

La Crónica

06/09/2015

Soy de los que están preocupados por la situación económica nacional –de este año y del que viene-, pero después del martes mi estado anímico empeoró, dada la respuesta del Gobierno federal a esa situación de suyo crítica: sentarnos, gastar menos, esperar, apretarnos el cinturón, como dijo el presidente Peña.
De acuerdo: no hay que dramatizar. No obstante, mi impresión es que en Presidencia no se toma nota ni siquiera de las cifras frías: el ingreso neto descendió en los primeros años de este gobierno, un promedio de -3.5%, reducción que afectó ¡al 90% de la población!; tenemos dos millones de pobres adicionales -y casi en simetría la población sigue creciendo (2.2 millones se agregan cada año según estima Conapo, la mitad, inmediatamente, se convierten en nuevos pobres). Y así de cara a este retrato social, la respuesta gubernamental es “apretarse el cinturón”.
Hay una obcecación que no permite sopesar la gravedad de la evidencia; pero también hay un descuido de la discusión en el mundo, esa que ocurre ante nuestros ojos, todos los días.
Miren esto: Mario Draghi, el Presidente del Banco Central Europeo, dijo el 3 de septiembre en Frankfurt: “Si la crisis china se agudiza, no dudaremos en inyectar nuevos estímulos a la economía… compraremos activos públicos y privados durante más tiempo”.
Luego el documento central del Fondo Monetario Internacional presentado para el G-20 http://www.imf.org/external/np/sec/pr/2015/pr15403.htm ayer mismo, hace una petición explícita “tanto a los gobiernos como a los bancos centrales, para que mantengan las políticas de apoyo al crecimiento”.
Miren este párrafo: “…en la mayoría de países avanzados la política monetaria debería mantenerse acomodaticia ya que la inflación queda lejos de los objetivos y, por tanto, no hay necesidad de frenar la máquina de imprimir dinero”. No lo digo yo, es el FMI.
¿Y saben qué más pide? Deuda, sí, que los países tomen deuda para financiar proyectos de estímulo macroeconómico importantes (y pueden ser tomadas en pesos). Dice el FMI: “Sigue siendo relevante el riesgo de un estancamiento secular para las economías emergentes”, exactamente, como México.
China puso a temblar a medio mundo introduciendo una muy egoísta y deliberada devaluación de su yuan (para catapultar sus exportaciones), mientras tanto, las autoridades monetarias de EU debaten si abandonarán el terreno de tasa a cero, en el que sin pudor, han estado inundado de dólares su economía y la del mundo durante los últimos 10 años.
¿Y en México? Bueno, aquí se trata de aferrarse al famoso clavo ardiente: “Mantendremos la estabilidad macroeconómica… frente al actual entorno económico internacional, el Gobierno de la República está determinado a mantener la disciplina en las finanzas públicas”, afirmó muy serio el presidente Peña, lo que quiere decir: menos gasto (no mejor, solo menos), nada de contraer deuda y, lo repetido, apretarse el cinturón.
Da la impresión que desde el Gobierno federal se piensa la política económica como si viniéramos de un pasaje de prosperidad reciente, pero no, entramos en un virtual estancamiento desde mediados de 2012 y desde ya, estamos seguros que 2016 será otro año perdido, de sufrimiento y austeridad, rondando el magro 2 por ciento de crecimiento del PIB, si bien nos va.
No voltean a ver las evidencias; no quieren oír hablar de alternativas; tampoco desean enterarse del debate económico en el mundo.
Condenados pues al estancamiento secular por la circunstancia global, sí, pero también por la respuesta gubernamental, como en los viejos tiempos: porque la política económica se confecciona así: con los suyos y en Los Pinos.