Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
24/12/2018
Las conferencias de prensa de cada mañana se han convertido en la fe de erratas de la cuarta transformación. Lo que el presidente anuncia temprano suscita reacciones el resto del día. Un par de mañanas más tarde, López Obrador ofrece aclaraciones y si la exigencia pública es muy intensa, corrige o se retracta.
Esas rectificaciones, cuando han ocurrido, no se deben tanto a la disposición del gobierno para atender a las razones de otros sino a la capacidad de reclamo que llega a ejercer la sociedad organizada. Los “errores de dedo” son subterfugio de la improvisación y la impericia políticas.
Andrés Manuel López Obrador quiere determinar la conversación pública. Las conferencias de prensa tienen el propósito de realzar la presencia presidencial, acaparar los medios y determinar el ciclo de informaciones y respuestas que se cumple a lo largo del día. Sin embargo, más que para enfatizar el perfil de López Obrador, las conferencias se están convirtiendo en una llamativa pero efímera burbuja que ocupa espacios en los noticieros de la mañana, alcanza menciones por la tarde y es desplazada por otros asuntos conforme avanza el día.
Cuando gobernó la ciudad de México, López Obrador empleó el mismo recurso. Entre el 31 de mayo de 2001 y el 28 de julio de 2005 ofreció 1378 conferencias de prensa. En la última de ellas, antes de renunciar para ser candidato presidencial por primera vez, él mismo hizo un resumen de esos encuentros matutinos con la prensa. En el transcurso de aquellas 1378 conferencias había recibido 39 177 preguntas, un promedio de 28.4 cada día.
El profesor y consultor Gerson Hernández Mecalco estudió una muestra de 35 de esas conferencias para su investigación recepcional que fue publicada más tarde como Comunicación política y “populismo” de Andrés Manuel López Obrador (editorial EAE, 2012). Ese especialista contabilizó las palabras más utilizadas por López Obrador y encontró que, de una lista de medio centenar de términos seleccionados, el más repetido en el transcurso de cuatro años fue la palabra “Yo” (386 veces en las 35 conferencias estudiadas). El segundo término más empleado por AMLO fue “gente” (286 veces) y después “Estado” (84 ocasiones), “acuerdo” (82), “democracia” (75) y “pueblo” en 52 oportunidades.
“El emisor en el discurso populista representa el ‘yo’, explícito o enmascarado como gobierno o partido; sin embargo él es el sujeto más mencionado y por ende la parte sustancial del discurso. Se menciona casi seis veces —de diez— por menos de una vez que se refiere al pueblo” consideró Hernández Mecalco en su indagación sobre aquellas conferencias de AMLO. Más allá de iniciativas o decisiones del entonces jefe de Gobierno, el tema central en esos encuentros con la prensa fue él mismo. La gente o el pueblo eran complementos y coartadas, más que destinatarios de su discurso.
Ahora parece estar ocurriendo lo mismo. El también consultor y politólogo Luis Estrada examinó las primeras conferencias de López Obrador como presidente de la República (“La (des) información de las 12 conferencias de prensa del presidente López Obrador” colocado el 19 de diciembre en el sitio de la revista Nexos). Cada una duró, en promedio, una hora con cuatro minutos. En cada una de ellas el presidente respondió a un promedio a 15.5 preguntas pero evadió 6.4.
Es decir, López Obrador ignoró el tema de la pregunta o no contestó puntualmente, en el 30% de esas ocasiones. Inclusive un día, el 17 de diciembre, el presidente evadió el 65% de las preguntas que le presentaron. De 16 temas seleccionados por Estrada, el más incómodo para López Obrador fue el Nuevo Aeropuerto: eludió dos de cada tres preguntas sobre ese asunto.
Hasta ahora, esas conferencias no han propiciado que el Presidente determine la agenda de los medios. Estrada revisó las 73 primeras planas publicadas por siete diarios en los primeros 11 días del gobierno. De ellas, sólo siete dedicaron su encabezado principal a algún tema originado en las conferencias presidenciales.
Habrá quienes consideren que las conferencias matutinas logran informar a los ciudadanos sin la mediación de la prensa, la radio o la televisión, en un ejercicio de comunicación directa. Los datos que ofrece YouTube del número de veces que ha sido vista alguna de las conferencias de prensa no respaldan esa suposición. Las conferencias de la primera semana del gobierno, a partir del 3 de diciembre, han sido vistas (al menos hasta el día de ayer) entre 3 mil 700 y 12 mil 800 veces. De las que se realizaron del 10 al 14 de diciembre la conferencia más vista tuvo 7 mil entradas y la menos, 3 mil 200.
El 17 de diciembre comenzó un repunte en la cantidad de clics a los videos de esas conferencias. La de ese día, cuando el Presidente explicó su propuesta de Presupuesto, ha tenido 48 mil vistas y la del 21 de diciembre, 63 mil. A pesar de ese repentino incremento los interesados en las conferencias en línea no llegan ni siquiera al 6% de quienes votaron en las consultas convocadas por el ahora presidente. Hay que aclarar que un clic no significa que el video haya sido presenciado por completo.
Por supuesto el principal de los problemas del presidente López Obrador —y del país— no es de comunicación, sino estrictamente político. Pero no deja de llamar la atención el empeño en madrugar y desmañanar a periodistas y medios para hablar de sí mismo y de sus propuestas y rectificaciones sin que tal esfuerzo tenga un efecto proporcional en la conversación pública.