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El debate público

Días extraños

Ricardo Becerra

La Crónica

04/01/2022

Vale la pena acordar: la pandemia no produjo los problemas ni los procesos a los que se asocia (autoritarismo, estancamiento, un sistema de salud quebrantado, empobrecimiento y un largo etcétera) pero lo que sí hizo, fue acelerarlo todo. Y en esa nueva velocidad aparecen otros fenómenos sorprendentes que apenas asomaban el pico al inicio de 2020. Al empezar el año, veamos tres.

Escasez y desabasto. Es posible explicar esté fenómeno si rodamos la película rápida de los acontecimientos. Primera oleada de contagios a la que se responde con un gran confinamiento que en muchas partes se extendió más allá de un mes, incluso dos. Lo que desplomó el comercio mundial y la demanda de bienes a escala global. Casi todas las empresas reaccionaron congelando sus inventarios o manteniéndolos al mínimo. La logística se dislocó, especialmente la logística marina (nadie recibía los cargamentos en los puertos) que mueve al 80 por ciento o más de las mercancías del mundo. Al llegar la vacunación en los países ricos y en China, se reanima la demanda y el consumo de una población que disponía de cheques gubernamentales y de los ahorros obtenidos por su no-gasto durante varios meses de pandemia. La demanda jala más rápido de lo que la producción y la oferta pueden satisfacer. Lo que prende la inflación, que ahora es en primer lugar, fruto de la escasez. Hay especulación y desorden en los precios porque los proveedores se están acomodando a las nuevas condiciones del mercado, lo que a su vez crea eso que los economistas llaman el efecto látigo: o sea una fuerza de compra que llega más rápido que la lenta logística del mundo material. Si esta escasez no se resuelve pronto (porque en muchos países la vacunación es insuficiente) veremos un 2022 convulsionado en sus precios.

La gran deserción. Estados Unidos está mostrando un futuro que Europa ya siente y que puede reconfigurar una gran parte del escenario laboral en el planeta. ¡Más de cuatro millones de personas cada mes están abandonando sus empleos en los Estados Unidos! sí leyó bien, cuatro millones al mes… renuncian a su empleo. Una tendencia que ya oteaba antes de la pandemia, pero que las condiciones psicológicas creadas por ella, no han hecho más que hacerlas crecer. Krugman lo twitteó así “la pandemia ha llevado a muchos trabajadores a replantearse la vida y a preguntarse si valía la pena seguir con el trabajo horrible que muchos de ellos tenían”. Aquí también aparece la sombra de la escasez, pero ahora de mano de obra en sectores bien identificados: hoteles y restaurantes; transportistas de carga y pasajeros; cuidadores de niños o ancianos y también trabajadoras domésticas. ¿Cuánto de este fenómeno se debe a las posibilidades abiertas por el trabajo a distancia? ¿Estamos ante un desorden coyuntural, debido al ánimo gris que prevalece en nuestros días o es el anuncio de un mercado laboral en un ajuste mayúsculo?

Y finalmente, la lenta transición hacia la endemia. Hemos cruzado el año dos de la pandemia con pocas certezas y propósitos concretos. Ya saben, aplanar la curva, vacunar un porcentaje de la población, alcanzar la inmunidad de rebaño, con la esperanza de que la pandemia tenga punto final. Y en eso llegó Ómicron exigiendo vacuna de refuerzo, suspendiendo actividades, hastiando a sociedades exhaustas e intimidando de nuevo al personal y al sistema de salud que ya ha sufrido demasiado.

Probablemente 2022 se parezca a un espiral en el que arranquemos y frenemos una y otra vez, dado que la transmisión sigue y la vacunación en amplias franjas de nuestras poblaciones, sigue sin concretarse. De modo que el bicho tiene todavía a más de la mitad de la humanidad, para poder mutar y para ubicarse en ese estado de equilibrio entre especies, en el que Ómicron o la nueva variante del Camerún, se propaga de lo lindo pero sin matar a su anfitrión, para seguir contando con su casa humana tibia y generosa.

Ningún dirigente podrá declarar el fin de la pandemia. En esas condiciones, la nueva normalidad, consistirá en no saber qué es lo normal. Bienvenidos al 2022.