Jacqueline Peschard
El Universal
22/06/2015
¿Qué le pedirá el PVEM al PRI a cambio de su lealtad? La pregunta es pertinente porque si bien la alianza electoral entre ambos partidos se ha asentado y está claro que gracias a ella, el partido del gobierno contará con una mayoría casi absoluta de 250 diputados en la próxima legislatura, la cual fácilmente crecerá a 260 con la adhesión del Panal, en esta ocasión la relación de fuerza entre ambos partidos ha cambiado.
Mientras que en la legislatura saliente, el PRI contaba con 214 asientos en la Cámara de Diputados, en esta ocasión tendrá solamente 203, en cambio, el PVEM tendrá ahora 47 diputados, 20 más que en la legislatura saliente.
Como la gran mayoría de los partidos emergentes en México, el Verde se ha caracterizado por tener una estrategia aliancista, es decir, ha buscado cobijarse bajo alguno de los partidos con mayor implantación social. Pero, a diferencia de los partidos pequeños de izquierda que se han aliado tradicionalmente con el PRD, es decir, con un partido de su misma corriente ideológica, el PVEM ha apoyado por igual al PAN (en 2000) que al PRI (2012), a partir de un cálculo meramente pragmático.
Sin embargo, desde 2009, la legislación electoral ya no permite que los votos de las alianzas electorales se distribuyan entre los partidos coaligados a partir de un acuerdo entre ellos. Los partidos aliados tienen que ir separados en la boleta electoral para que el votante escoja a cuál de los partidos apoya. Es decir, los votos a favor de cada partido coaligado ya no surgen de una decisión cupular, sino de la voluntad de los ciudadanos.
Hoy, cada partido en alianza se somete a la prueba de las urnas para probar que si alcanza el umbral (3%) para preservar su registro como partido, participa en el reparto de curules de representación proporcional y obtiene financiamiento público. Parece claro que el Verde ha conquistado un nicho de apoyo, pues en 2009, cuando por primera vez se contabilizó individualmente su votación dentro de la alianza con el PRI, alcanzó la cifra de 2 millones 254 mil electores. Es decir, es un partido que se alía para aprovechar el impulso del partido más grande, a partir de cierto capital electoral.
A todos nos queda claro que la estrategia de la coalición PRI-PVEM en las elecciones de 2015 se centró en una estrategia de bajo perfil del PRI, quizás por la mala imagen del gobierno federal, mientras que el Verde desplegó una campaña mediática muy agresiva y abusiva, para incrementar su votación. Al final, sus violaciones reiteradas al modelo de comunicación política sólo le dieron un incremento de 0.5% de votos, aunque por el tipo de coalición, pudo obtener 20 diputados más.
Para el PRI, la alianza con el PVEM es clave porque con él y un diputado más podrá aprobar el presupuesto de egresos de 2016 que, todos sabemos, tendrá importantes recortes y una oposición fuerte del resto de los partidos porque la austeridad eleva los reclamos.
Sin embargo, el Verde aporta a esta mayoría un 9.4%, por lo que sin duda pasará la factura al PRI y se me ocurre que exigirá su respaldo para reformar la ley electoral y abrir otra vez la puerta para la compra de los partidos de espacios en radio y televisión, lo que hoy está prohibido. El PVEM ha anunciado ya, que presentará la iniciativa respectiva y su aliado TV Azteca lo ha públicamente apoyado. De hecho, el Verde centró su campaña de comunicación este 2015 en contratar esos espacios que por su ilegalidad le valieron multas de más de 500 millones de pesos.
Sería lamentable que el PRI se rindiera a la demanda regresiva del Verde, pues el control del Estado sobre la compra de espacios en medios durante las campañas políticas es la mejor manera de lograr la equidad, además de evitar que los intereses de los grandes consorcios televisivos tengan injerencia directa en los comicios.