Ricardo Becerra
La Crónica
20/03/2016
¿Cuántos chilangos saben exactamente qué es la precontingencia ambiental? Leo en el portal de un periódico electrónico, asombrosamente, que el 8%. Así que es necesario empezar por aquí.
La precontingencia es una respuesta a la polución que causan dos tipos de partículas infaustas: las que se desprenden del pavimento por el aumento del calor y el roce de llantas, que van a dar directo a los pulmones de todos. Sin embargo, no son lo peor, lo más grave viene de un gas que se crea en la interacción del sol y del humo que causan los combustibles fósiles, o sea, el ozono, extremadamente irritante para las mucosas y las vías respiratorias.
¿Pero no habíamos logrado vencer esta situación desde principios de siglo? Así es, desde 2011 hemos venido retrocediendo en el control de la polución extrema. De hecho, de 1992 a 2010 se redujo en una tercera parte las concentraciones de ozono en lo que probablemente constituye el triunfo más importante de una política pública de escala metropolitana en México (Mario Molina, dixit).
Y entonces, ¿qué fue lo que paso? Los más simplones lanzaron la puntada para responsabilizar al nuevo reglamento de tránsito. Pero la verdad es que el problema radica en el número de coches y la edad promedio de esos coches.
Ya sabemos que la Ciudad de México, monstruosa en sus dimensiones, se encuentra en una cacerola natural a 2.2 km. de altura y que está rodeada de municipios multitudinarios, hacinados y extremadamente pobres de los estados vecinos (Ecatepec o Nezahualcóyotl para no ir más lejos).
Los datos que explican la crisis ambiental son los automóviles que de 2010 a 2013 aumentaron en su número y circulación, casi 10% pero cuya antigüedad tecnológica rebasa los doce años, tal y como lo ha explicado Francisco Barnés, Director Ejecutivo del Centro Mario Molina.
¿Hay otros factores que lo explican? Sí, y uno de los más importantes es la otra puntada de la Suprema Corte, los responsables amparados ante ella y partidos políticos que la hicieron de coro para defender “el derecho humano para circular en carcachas”. Gracias a este ridículo garantismo entraron a circular 600 mil autos desde octubre. Así que la crisis y su rapidez estaba cantada.
¿Y cómo salimos de esta? Con medidas duras, agresivas, coherentes y que entiendan que la salud de todos es el verdadero derecho a tutelar (¡esta es la garantía humana, señores Ministros!). Hay que hacer un amplio trabajo de pedagogía social para que la Ciudad de México ataje el problema, pensando en tres cosas: 1) aumentar drásticamente la tenencia para los que tenemos coche, sobre todo en los dos extremos del espectro, los autos de lujo y los autos con más de 10 años de antigüedad; 2) este tipo de impuesto al vehículo privado debe ser generalizado para toda la zona metropolitana de modo que ni el Estado de México, ni Morelos, ni Puebla -ni Chiapas- continúen con la demagogia de no cobrar tenencia; 3) fue un grave error urbano, pero están ahí, los segundos pisos. En ellos se debe habilitar un carril exclusivo para el transporte público como la primer pieza central de un plan de movilidad pensado, no en los coches, sino en las personas, especialmente en las que menos tienen.
El episodio de crisis muestra a las claras que el diálogo metropolitano no puede ser sustituido por amables reuniones. En la contingencia ambiental igual que en el plan o la mudanza del aeropuerto, es obligada la instalación formal del diálogo intergubernamental. Si no, vamos a un retroceso urbano, anterior y superado, desde principio de siglo.