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El debate público

El eterno retorno (electoral)

Ricardo Becerra

La Crónica 

04/06/2017

 

Aquí estamos en el momento cumbre de las elecciones en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz.

Se ha dicho casi todo, se han dicho de todo y todos han (hemos) contribuido a ese clima tóxico autogenerado, repitiendo así, el libreto que se ha instalado desde hace varios lustros en las elecciones de México: mientras más competidas-más sucias, y así parecen ante los ojos de la opinión pública y más enferman los alicaídos ánimos de la nación. Veamos esa película rápida.

1) Aunque la política, las alianzas o su ausencia, las campañas y los candidatos se han mostrado como factores decisivos (¿quién conocía a Delfina Gómez, o a Juan Zepeda, fuera de la grilla del Estado de México? ¿Quién imaginaba que el PRI pudiera aparecer en el segundo lugar frente a un empresario estrenado en político, de Nayarit?) El análisis autodenigratorio repite que es el “régimen” (cualquier cosa que eso sea) y no los electores con su cabezota puesta, el verdadero poder que determina las elecciones.

El libreto contrademocrático continúa sin cambios: acusaciones de ilegalidad recíproca multiplicada por miles, la mayoría nunca demostradas, acusaciones de todo tipo y campañas basadas en la queja judicial recubren el tono plomizo y a ratos nauseabundo de las campañas.

La propuesta corporativa como el eje programático de casi todos los contendientes (la inversión no está en el centro, ni la infraestructura, ni la reingeniería de los gobiernos) eso sí, acompañadas de generalidades inasibles. Sobresale la iniciativa del “salario rosa”: el instinto neoliberal igual que populista, según el cual, es el Estado (cada vez con menos recursos) el que “debe” resolver la pobreza, padrones clientelares mediante.

El despliegue de penosas operaciones para “comprar” electores. El desprecio por lo pobres se expresa allí clarísimo, pero hace rato dejo de ser decisivo para explicar los resultados. López Obrador lo sabe: que reciban las dádivas pero lo importante es que se vote en secreto y libertad.

Malos debates incapaces de hacer comprender los problemas y su complejidad. Este no es un asunto del “plató”, edecanes o formato: estrictamente es un rezago mayúsculo de la cultura política nacional que no sabe hacer pedagogía, no sabe explicar la propuesta propia, no sabe escuchar, admitir razones ajenas ni rebatir al otro. Lo que queda es un burdo intercambio de monólogos sin fuerza intelectual, profundidad, ni tensión emocional.

El vituperio. Si, los políticos no se ahorran osos en invectivas, acusaciones o majaderías. Pero tampoco la prensa o la academia hacen el trabajo que le corresponde. Según puede seguir un chilango que no votará hoy (como yo), no es tan cierto que los candidatos y partidos no hayan desplegado propuestas (algunas buenas, ¡si!), es que los medios premian —ocho columnas— el insulto. Y por su parte, el universo intelectual no se toma la molestia de contrastar, evaluar, medir la factibilidad de los programas presentados. Por eso la discusión electoral, parece tan vacía.

Y lo peor: ya veo a los partidos (a los meros principales) preparando la impugnación de las elecciones… (allí y donde pierden, claro). Son impugnaciones circulares que se van engordando a lo largo del proceso electoral. Una queja aquí y otra más allá, no tanto por faltas demostradas, sino para acumular un expediente judicial, por si acaso.

Meter a la autoridad electoral en el pleito: si perdí es por culpa de las autoridades, si gané, a pesar de ellas. No tengo la menor idea porqué el INE tiene que sesionar el día de hoy si no es organizador directo, salvo de los Programas de Resultados en Nayarit y Veracruz, nada más. Pero varios partidos ya le solicitaron sesionar- ¿Razones técnicas? Claro que no: porque en esa mesa hay un centenar de medios nacionales y extranjeros que amplificaran sus quejas y sus bien actuadas denuncias así y no presenten una sola prueba.

A partir de mañana, lunes, las televisoras comenzarán su aburrida campaña contra el INE. Aún dolidas porque fueron sacadas del negocio de la publicidad electoral, seguirán fingiendo demencia, sin poder entender la nuez de la ley y quejándose por el “modelo de comunicación” que no digieren ¡luego de una década!

Y prepárense para septiembre: el Partido Verde empezará a informar a la nación de sus actividades legislativas, comprando “spots” a pasto, aprovechando los piadosos criterios del Tribunal Electoral para bien “posicionarse” (no digan que no se los dije).

Mientras el Tribunal Electoral que luego de 100 elecciones, no ha sido capaz de ofrecer criterios claros, explícitos, antes de iniciados los procesos electorales, esperando cada caso, el tamaño del sapo, para calcular la famosa pedrada y su sentencia.

Este es el monótono libreto de la contrademocracia en México. Las razones de tanta deformación no son las reglas, ni el diseño institucional, sino la trabazón de estrategias, la falta de compromiso con el voto de los ciudadanos y su eterno retorno a la impugnación electoral.