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El debate público

El temor a las variantes

Ricardo Becerra

La Crónica

28/02/2021

Para Jesús Silva Herzog y otros muchos maltratados… 

(con cargo al erario público). 

Los cientos de países que como México, no han podido controlar la expansión del Sars-Cov-2 y que han decidido permitir su multiplicación vérnacula cientos de millones de veces, en millones de cuerpos humanos, han ofrecido, sin quererlo, una enorme oportunidad evolutiva para el virus. 

Cuándo el virus residía nada más que en cavernas oscuras, cuevas y selvas apartadas, entre murciélagos voladores y tímidos pangolines, su interacción con otras especies era limitada, en un rango de miles de oportunidades para infectar y por tanto, para poder mutar. Pero ahora, ha encontrado el escenario inmenso -todo un planeta- para ensayar nuevas configuraciones de sí mismo, por miles de millones de veces.

En palabras de la epidemióloga Emma Hodcroft, del Instituto de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Berna, “hemos ofrecido un jardín de niños ilimitado para la incubación y reproducción del Sars-Cov2”. Y el resultado es la aparición de variantes que mejoran sus habilidades de contagio y de propagación. 

La lección es clara: si no detienes la infección, si permites muchos contagios durante mucho tiempo, los virus sabrán mejorarse a sí mismos y de esa manera aumentarán su letalidad, el riesgo y la muerte entre los seres humanos.

De tal suerte que en el último cuatrimestre (noviembre-febrero de 2020-21) al menos tres nuevos mutantes del nuevo coronavirus han sido bien identificados y han comenzado a propagarse a una gran velocidad por todo el mundo. Estudios recientes muestran que su capacidad de infección es 56 por ciento más alta que la configuración original (https://bit.ly/3iFBaTU). 

Estas versiones modificadas del Sars-Cov-2 representan un problema nuevo al menos por 3 razones: 

  • Resultan más hábiles para contagiar las células humanas.
  • Pueden resistir en mayor grado los efectos de la vacuna.
  • Pueden re-contagiar a personas que ya habían sido victimas de la versión original del virus.

Los científicos lo describen así: un cambio fortuito en el material genético del virus proporciona una ventaja considerable al intruso. La nueva variante entorpece el reconocimiento de los anticuerpos humanos, lo que hace que el virus sea más difícil de detectar para el sistema inmunológico. Esto significa que el cuerpo se ve obligado a comenzar casi desde cero para construir su propia defensa.

Hasta ahora las variantes claramente identificadas por los laboratorios genéticos internacionales son:

  • B.1.1.7 (variante británica, descubierta en Londres).
  • B.1.351 (variante sudafricana, identificada en Durban).
  • E484K (variante brasileña, identificada en Manaos).

Esto no quiere decir que sean las únicas configuraciones nuevas que andan saltando y actuando en el mundo, al contrario, lo más probable es que existan muchas más variantes que hayan encontrado diversas soluciones para evadir el sistema de defensa inmunitario de los humanos. El problema es a tal punto grave que países como Gran Bretaña o Dinamarca batallan ya, no con la versión original del coronavirus, sino con su variante que representa ahora mismo la mayoría de los nuevos contagios.

Por ello, la OMS, la FDA de Norteamérica y la Comisión Europea, han pedido al mundo (http://bit.ly/2NCIJjt) que aumente considerablemente su capacidad de secuenciación, su lectura genómica, para lograr una detección a tiempo de amenazas que ya no son el mismo problema: estamos ante el problema agravado, quizás, otra pandemia. 

Por eso, la búsqueda sistemática de las nuevas configuraciones son acciones a las que países como México está obligado: porque la pandemia será larga, durará entre nosotros al menos hasta el invierno de 2021, y porque la falta de control, ha abierto un campo franco a las variaciones del coronavirus más contagiosas y por ello, más letales de las que México puede ser su terruño hospitalario.

La amplitud de este esfuerzo requeriría vincular la política de pruebas, con la política de secuenciación: te haces una prueba y las clínicas deciden aleatoriamente analizar el genoma de tu contagio.  

Diversos países de la OCDE han dispuesto leer el genoma del 5 por ciento de las pruebas que se toman rutinariamente, en un esquema de colaboración entre los laboratorios públicos y privados con los grandes centros de investigación nacionales o regionales. 

Si México adoptase ese estándar, si por un momento abandonara el contrasentido de “la austeridad”, en unas semanas podríamos edificar un sistema robusto, lo cual abriría una vía más rápida y eficiente para recopilar en poco tiempo, un número relativamente grande de secuencias, mientras se integran datos e informes más generales que posibiliten otras decisiones de política. 

No solo la presencia de la británica, sudafricana o brasileña, sino el advenimiento de la “variante mexicana” con mayor letalidad, es una posibilidad muy cercana. 

Por eso, junto a la vacunación, este parece ser el otro gran vértice del combate contra la pandemia. No era fácil, ahora menos.