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Equidad y Pluralismo: Hacia una Nueva Política Democrática

El Pacto por México, suscrito hace unos días por el Presidente de la República, el Partido Revolucionario Institucional, el Partido de la Revolución Democrática y el Partido Acción Nacional ha abierto una genuina oportunidad para que el país pueda escapar de su estancamiento económico y político.

Luego de un tenso conflicto postelectoral, los partidos nacionales encontraron un cauce para la recomposición de las relaciones políticas en el país y una fórmula para edificar una nueva agenda de entendimiento y cambios profundos que, muy probablemente, comparte la gran mayoría de los mexicanos.

El Pacto por México es trascendente porque reconoce el reiterado mensaje de las urnas: la pluralidad política llegó a México y llegó para quedarse; emana de las elecciones, forma parte del Estado y del sistema democrático por derecho propio. Desde hace varios lustros, en votaciones limpias, la decisión de los ciudadanos no otorga mayoría a ninguna corriente política y por eso, nuestra nación ya no puede ser gobernada por una fuerza en solitario.

Dialogar, construir acuerdos más allá de la coyuntura, para el mediano y largo plazo, gobernar a través de coaliciones duraderas es una necesidad estructural de la democracia mexicana. La realidad electoral y la composición plural del Congreso han hecho obligatorio un Pacto de esta naturaleza, ganase quien ganase la Presidencia de la República.

Pero el reconocimiento del pluralismo como base de la política democrática no es el único significado del Pacto. Por primera vez, los temas de un acuerdo político tan representativo, van mucho más allá del asunto electoral y se hace cargo del principal problema del país: su pobreza y su desigualdad, además de abordar muchos otros temas medulares que por su amplitud y profundidad, exigen avanzar y ser apoyadas por una coalición mayor de fuerzas políticas nacionales.

Y no sólo eso: el Pacto cambia el contenido del debate público y produce un nuevo ambiente para reordenar prioridades, es un mensaje de los poderes constitucionales por sobre los poderes fácticos y así, inyecta confianza en las posibilidades de la democracia misma.

El Pacto es una buena noticia democrática pero sujeta al veredicto del tiempo y de sus resultados. Los propósitos plasmados en el Pacto deben materializarse pronto y deben expresarse desde ya en el presupuesto de la federación y en una serie de medidas perentorias que le den impulso y las concreten.

El Pacto se ha convertido en un triunfo del Presidente y de las fuerzas políticas, pero puede convertirse en su contrario –en un fracaso- si no es asumido con rigor, con seriedad y con sentido de la urgencia.

Por eso, el Pacto representa una gran apuesta política. Un mensaje de concordia: la primera vez que los principales actores reconocen al pluralismo como la única base cierta sobre la cual podemos resolver los enormes desafíos de la nación, comenzando por la pobreza y la desigualdad.

Instituto de Estudios para la Transición Democrática.

Por la Junta de Gobierno y responsables de la publicación: Antonella Attili, Ricardo Becerra, Lorenzo Córdova, Pavel Gil, Luis E. Giménez Cacho, Mauricio López, Rosa E. Montes de Oca, Ciro Murayama, Enrique Provencio, Luis Salazar, Pedro Salazar, Natalia Saltalamachia, Raúl Trejo y José Woldenberg.