El futbol como industrial global y nacional
Ciro Murayama
La Crónica de Hoy, 23/07/2010
A lo largo de los últimos dos meses, esta columna se ha dedicado al análisis económico del futbol. Con la culminación del Mundial, es hora de hacer un corte de caja y dejar este tema, que entretiene, para volver a otros más relevantes que son, también, más preocupantes. Valga, pues, un punteo de asuntos a partir de los cuales el futbol puede ser analizado no sólo como deporte o espectáculo sino como una actividad económica relevante.
1. Consumidores globales, nacionales y locales.
Si hace unas décadas la pasión por el balompié implicaba una identificación con el equipo local, de la ciudad o del barrio de residencia, ahora el aficionado puede ser cada vez más remoto y vivir a miles de kilómetros del estadio donde juegan sus ídolos. La ocasión para disfrutar de los partidos protagonizados por las mejores estrellas del orbe ya no se reduce a la Copa del Mundo cada cuatro años, sino que la televisión ha hecho posible que cada fin de semana los espectadores consuman un espectáculo ocurrido en las principales ligas europeas, epicentro de este negocio global. Esta ampliación de aficionados consumidores también ha catapultado el alcance de la industria futbolística: dejó atrás el barrio y se volvió, como la economía en su conjunto, global.
2. Un mercado imperfecto y monopólico.
Aunque hay millones de equipos de futbol en el mundo, sólo unos cuantos miles son profesionales, es decir, hay relativamente pocas empresas que producen ese servicio de entretenimiento que es el futbol. Para entrar al mercado, hay importantes filtros, lo que reduce las posibilidades de participar: tener un equipo en una división profesional requiere sortear competencias previas y/o, en su caso, realizar desembolsos considerables ya sea para adquirir una franquicia, un conjunto de acciones o para adherirse a una federación. Además, hay un único regulador supranacional: la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) que define las reglas del juego y del negocio en todo el planeta, a grado tal que tiene más países afiliados que la propia organización de las Naciones Unidas. Hay, así, pocas empresas que abarcan a un negocio con miles de millones de consumidores. Pero esas empresas, lejos están de ser de dimensiones similares. Para no ir muy lejos en las comparaciones, baste señalar que en la misma división profesional de una misma liga, hay diferencias más que significativas. Es el caso de la liga española, donde se identifica al club más rico del orbe, el Real Madrid, cuyos activos y flujo de ingresos poco o nada tienen que ver con los de un equipo como el Hércules de Alicante, recién ascendido a esa misma primera división.
3. Los ingresos de los equipos.
Si tradicionalmente un equipo de futbol recibía ingresos por las entradas de aficionados a su estadio a lo largo de los diferentes torneos en los que competía, ahora las fuentes de recursos se han diversificado pero, en algunos casos, concentrado. La diversificación proviene de la multiplicación de los productos que se venden: antes sólo el partido en vivo y en directo para los aficionados en la tribuna, y algunas cervezas y refrescos, más la publicidad en las vallas alrededor del campo. Ahora, además de lo anterior, publicidad también en los propios uniformes de los jugadores, así como una amplia gama de productos de mercadotecnia: gorras, camisetas, bufandas, estampas para coches, libros, calendarios, etc. Y la concentración de los ingresos que pueden recibir las empresas, esto es, los clubes de futbol, proviene del negocio de la televisión, pues son unos cuantos compradores los que realizan las adquisiciones, siendo este rubro el más importante como generador del dinero fresco para los equipos profesionales.
4. TV y futbol, mancuerna indisoluble.
La popularidad del futbol hace que se convierta en uno de los contenidos más rentables en la emisión de las cadenas televisivas aunque no sólo, pues también aumenta las audiencias de las frecuencias de radio y las ventas de ejemplares de periódico (o bien de consultas en internet) a grado tal de permitir la existencia de algunos diarios deportivos destinados, en el grueso de su información, al seguimiento futbolero. Si el futbol es un buen negocio para la televisión, la televisión se ha convertido en el principal negocio del futbol. Es gracias a la TV que un partido en el Santiago Bernabéu se puede seguir en tiempo real en toda España y en Europa, así como en Beijín, en Río de Janeiro y en la Ciudad de México. Los equipos viven, literalmente, del dinero que les ofrece la televisión. El problema es que la industria de la televisión también es de alta concentración económica y de unos cuantos actores que, por lo mismo, tienen un poder monopsónico excepcional (como son pocos compradores pueden influir en el precio de compraventa en deterioro de los intereses del vendedor). Así, buena parte de la salud del negocio del futbol depende del tipo de arreglos que los equipos, de manera sea individual o colectiva, puedan tener con las empresas de televisión.
5. Los futbolistas son trabajadores.
Sin futbolistas no habría futbol. Esta perogrullada quiere subrayar el hecho de que todo el circo del futbol mundial finalmente descansa en el talento de unos cuantos trabajadores, de habilidades sorprendentes, que despliegan su talento a cambio de un salario. Son trabajadores en ocasiones de lujo y muy bien pagados con frecuencia, pero trabajadores al fin. Su vida laboral es muy corta, a lo sumo de una decena de años en un puesto de alto nivel, y no exenta de riesgos laborales, como las lesiones, que pueden ser definitivas. Ahora bien, al tratarse de un negocio reducido, con pocas salidas ser titular de un buen equipo es muy difícil y con una fuerte competencia por los trabajadores más calificados los futbolistas de mejor calidad, el precio de sus salarios no guarda relación con el resto del mercado de trabajo. Además, existen intermediarios que se dedican a negociar las condiciones contractuales de los futbolistas, o bien a venderlos y comprarlos a cambio de importantes comisiones. A diferencia de otros gremios, y en buena medida por la organización de los empleadores directivos de los clubes- no existen organizaciones profesionales sólidas que puedan hacer valer los derechos laborales de los futbolistas.
6. El futbol y el fisco
Como todo negocio, el futbol genera o debería generar ingresos fiscales. Esa sería la contribución “pública” directa de este negocio al resto de la economía. Todo ingreso de los equipos debería estar gravado: venta de entradas, derechos de transmisión, ingresos por mercadotecnia y publicidad, dividendos, así como por la venta de activos, como es el caso de los jugadores. Asimismo, deben causar gravamen los ingresos de aquellas empresas privadas que hacen quinielas de apuestas deportivas. No suele ser ello lo usual, sobre todo en países como México donde la elusión y evasión fiscal se han convertido en un deporte tan popular como el futbol mismo.
7. La especulación y el futbol.
El futbol necesita de jugadores y también de infraestructura inmobiliaria, como estadios y campos de entrenamiento. En ambos casos, se trata de activos sobre los que se puede especular comprar barato y vender caro, lo que puede dar lugar a la creación de burbujas típicas de otros negocios. En los últimos años, las ligas más importantes se han adentrado en un proceso de espiral inflacionaria en los precios de adquisición de los jugadores, que pone en riesgo la solvencia de los propios equipos.
8. El impacto económico del futbol.
El futbol como actividad económica se enmarca dentro del sector servicios de la economía y, en especial, en el del ocio. Además de los ingresos y empleos directos que produce para jugadores, entrenadores, preparadores físicos, árbitros, administradores y directivos, accionistas, personal de mantenimiento de estadios e instalaciones, etc. puede generar “externalidades” positivas en otras áreas de la economía. El incremento del consumo de aparatos receptores de televisión, la ampliación de suscripciones a la TV por cable, la mayor afluencia a bares y restaurantes, el aumento de venta de artículos deportivos, los viajes de aficionados que incrementan el turismo, son ejemplo de esa derrama del futbol. Sin embargo, es apresurado pretender que un triunfo o una derrota futbolera pueda tener mayor incidencia en la economía de un país. Importa más el comportamiento general de la industria como en Inglaterra, donde se ubica la liga más robusta en términos de volumen del negocio que un buen desempeño en un mundial la economía uruguaya seguirá siendo la misma a pesar del destacado papel de su selección en Sudáfrica.
9. El negocio requiere infraestructura.
México ha sido sede de dos copas del mundo, 1970 y 1986. Pretendió repetir como país anfitrión para 2018 o 2022, pero pronto la Federación Mexicana de Futbol renunció a tal pretensión. La razón es que la FIFA exige un conjunto de estadios relativamente nuevos, con cierta capacidad de aforo, que nuestro país no tiene. Nuestra infraestructura futbolera ha envejecido y está obsoleta. La gran joya del balompié mexicano, el Estadio Azteca, fue edificado en los años del desarrollo estabilizador y de sustitución de importaciones. Así, aunque ha crecido el volumen del negocio, no lo ha hecho por igual la inversión, signo de que el futbol puede en este caso ser botón de muestra de las decisiones económicas predominantes en un país.
10. La regulación estatal.
Toda actividad económica debe estar sujeta a regulación para evitar incumplimientos de contratos, abusos de los actores de mayor poderío, daño al consumidor o afectación al interés público. El negocio del futbol no es la excepción o no debería de serlo, por ejemplo, en lo que se refiere al cumplimiento de las obligaciones fiscales de los clubes, pero también en lo que hace al respeto a los derechos laborales que en México son sistemáticamente violados. Además, en países como España e Inglaterra se habla ya de una nueva regulación a las decisiones económicas de los equipos para evitar su bancarrota y el eventual rescate con recursos públicos que ello supondría-.
Pensar en el futbol como una actividad económica quizá ayude a mejorarlo como deporte, sobre todo en casos como el de México donde la búsqueda de la rentabilidad inmediata mejor importar jugadores que formarlos; tener dos breves torneos de baja calidad pero que ofrecen los ingresos de la liguilla dos veces al año; las decisiones deportivas supeditadas a los intereses de las empresas de TV, y un largo etcétera ha impedido la planeación estratégica de una industria que tiene lo esencial para todo negocio exitoso: una elevada demanda, protagonizada por millones de consumidores ávidos de buen futbol cada domingo.
Lo que vale un gol
Ciro Murayama
La Crónica de hoy. 18/06/2010
Va a hacer un año: casi a las 11 de la noche del 6 de mayo de 2009 en Londres, estadio Stamford Brigde, casa del Chelsea, minuto 92, el equipo de casa derrota por la mínima diferencia al Barcelona, con el que viene de empatar a cero en el partido de ida, las gradas están iluminadas de bengalas, los aficionados ingleses festejan que restan segundos para llegar a la final del máximo torneo de clubes del mundo, la Liga de Campeones de Europa. El partido agoniza, el balón rueda justo detrás del centro del campo del visitante, lo domina Xavi, que abre a la derecha, donde Alves recibe y pica junto a la banda para lanzar un pase largo hasta el centro del área del Chelsea; el defensor Terry despeja con la cabeza hacia la otra banda, donde recoge Eto’o, que a su vez cede dentro del área a Leo Messi, especialista en el regate corto. Messi encara pero no dribla, sino que retrasa al semicírculo, a las afueras del área, donde Andrés Iniesta descarga los 65 kilos de sus 1.70 metros en el empeine derecho. Gol al ángulo. Pep Guardiola, el entrenador del Barsa, pega por el perímetro del campo una galopada propia de jugador, hasta que le reconvienen y vuelve a su banquillo. El Barcelona a la final. Rostros de duelo en Stamford Bridge, juerga en las Ramblas. El gol del año, que acumula varios millones de visitas en YouTube.
Pero el gol de Iniesta no sólo aportó júbilo a los aficionados, sino ganancias constantes y sonantes a los accionistas del Barcelona Futbol Club. El gol de Iniesta permitió redondear los 31.2 millones de euros que la Federación Europea de Futbol Asociación (UEFA) garantizó a los dos equipos que, tras sortear los seis partidos de la fase de grupos, llegaran a la final del torneo. Antes de eso, cada equipo que consiguió llegar a la fase de grupos se había embolsado 7.1 millones de euros (esta cifra, y las que siguen, fueron tomadas de notas de prensa de AP a lo largo de 2009).
Vendría, luego, la noche del 17 de mayo de 2009 en Roma, donde el Barcelona se midió con el Manchester United. Marcador: Barsa, 2; Manchester, 0. Caja registradora: Barsa, nueve millones de euros; Manchester, 5.2 millones de euros como pago de la UEFA. Esa noche, sobre el terreno de juego, Messi fue 3.8 millones de euros más rentable que Cristiano Ronaldo (pero el entonces número 7 del cuadro inglés no se devaluó, pues unas semanas después se convertiría en el fichaje más caro en la historia del futbol mundial: una transacción, en medio de la mayor crisis económica internacional en 80 años, por 94 millones de euros).
Para la edición 2010 de la Liga de Campeones, la UEFA ha destinado un presupuesto de mil 090 millones de euros (unos mil 500 millones de dólares o unos 20 mil millones de pesos, lo equivalente al financiamiento que recibe la UNAM en el año en curso). Esta cifra se mantendrá en los próximos dos torneos, pues el patrocinio está asegurado con la participación de firmas como Ford, Heineken, MasterCard, PlayStation, Sony y Unicredit.
Participar en la Liga de Campeones es un asunto de prestigio deportivo a la vez que un importante negocio. Los 32 equipos participantes en la fase de grupos reciben dos tercios de los ingresos totales. Parte significativa de esa suma proviene de los derechos de transmisión televisiva, que en el actual torneo alcanza 337.8 millones de euros, aunque el reparto depende del propio mercado de la televisión en cada país. Así, mientras el año pasado el Manchester United recibió 37.8 millones de euros, el alemán Bayern Munich cobró 21.5 millones de euros y, en cambio, el modesto BATE Borisov, de Bielorrusia, 42 mil euros (aunque un club por participar en la fase preliminar recibe 2.1 millones de euros de parte de la UEFA). Una vez clasificado, un partido ganado implica unos 800 mil euros de la UEFA.
A los montos anteriores hay que sumar el dinero que los equipos reciben por las entradas a sus estadios y la venta de mercancía propia, como camisetas, bufandas, etcétera, así como la bebida y comida en los estadios. La UEFA, por su parte, que preside Michel Platini aquel 10 de la selección francesa que se retiró de los mundiales en 1986 en Guadalajara, luego de que el equipo que capitaneaba fuera eliminado por Alemania pero tras vencer al Brasil de Zico en cuartos de final, se queda con 200 millones de euros cada año, por gastos de gestión de la Liga de Campeones. Otro negocio es la Liga de la UEFA, un torneo internacional de segunda categoría que se disputa, también, año con año entre los clubes europeos.
El impacto del Mundial
Andrés Oppenheimer
E l P a í s . 15/06/2010
Como muchos de ustedes, estoy pegado al televisor viendo la Copa Mundial. Pero mientras disfruto cada minuto del mayor espectáculo deportivo del mundo, no puedo evitar preguntarme si los resultados de la copa beneficiarán o perjudicarán a los Gobiernos de varios países futboleros. A juzgar por la historia, la Copa Mundial tiene un gran impacto de corto plazo sobre el ánimo de los países, creando un clima de euforia que permite a los Gobiernos vanagloriarse de que todo marcha bien cuando a la selección nacional le va bien, y una depresión colectiva que tiende a ayudar a los partidos de oposición cuando los resultados del equipo son decepcionantes. Tal como me recordó Ciro Murayama, profesor de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México y analista futbolero, la dictadura militar argentina recibió un segundo aliento cuando el equipo nacional ganó la Copa del Mundo de 1978. Por el contrario, el Gobierno conservador español recibió un duro golpe cuando afirmó que «todo va bien» en el país, y la selección nacional cayó en la primera ronda del Mundial de 1998.
Algún Gobierno puede tomar medidas cuestionables durante el campeonato.
He aquí algunas de las próximas elecciones latinoamericanas que podrían ser influidas por los resultados del Mundial:
Colombia llevará a cabo la segunda ronda de su elección presidencial el 20 de junio, en la que se espera que gane fácilmente el candidato oficialista, Juan Manuel Santos. Aunque Colombia no se clasificó para la Copa del Mundo, gran parte del país estará viendo los partidos de ese día, en que el campeón actual, Italia, se enfrentará a Nueva Zelanda, y Brasil, cinco veces campeón del mundo, jugará con Costa de Marfil. Se prevé una gran abstención electoral, lo que dada la eficiente maquinaria política de Santos perjudicará aún más al candidato opositor.
Brasil celebrará elecciones presidenciales en octubre. La candidata de centro izquierda respaldada por el Gobierno, Dilma Rousseff, y el candidato centrista opositor, José Serra, están empatados en las encuestas, pero una victoria brasileña en la Copa del Mundo indudablemente beneficiaría a la candidata del Gobierno. El motivo es simple: Brasil está pasando por un buen momento. Se espera que la economía crezca un vigoroso 6,4% este año su mejor desempeño en 15 años, el país ha sido elegido sede de la Copa del Mundo de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva es uno de los líderes más populares del mundo. Si Brasil gana, Lula podrá decir que Brasil está pasando por uno de los mejores momentos de su historia, y que hay que mantener el rumbo.
En Argentina, la presidenta populista, Cristina Fernández de Kirchner, podría recuperarse de sus bajos índices de popularidad si la selección nacional gana el torneo. «Si a Argentina le va bien, Fernández de Kirchner obtendría un balón de oxígeno que no está obteniendo con su gestión política y económica», me dijo Murayama. Pero para las elecciones presidenciales de octubre de 2011, ya se habrá esfumado gran parte del impacto del Mundial, agregó.
En México, la alegría popular por un buen desempeño de la selección difícilmente perduraría hasta las elecciones de 2012. Pero el presidente Felipe Calderón, quien asistió al buen partido de apertura de la selección mexicana, podría beneficiarse si a la selección nacional le va bien. Las celebraciones ayudarían a crear un clima de mayor optimismo en el país después de dos duros años de crisis económica y aumento de la violencia.
Mi opinión: el resultado de la Copa Mundial tendrá un impacto político de corto plazo en los países que tengan elecciones en los próximos meses. Eso significa que podría afectar a las elecciones de Brasil, pero difícilmente influirá en las elecciones de Argentina o México en los próximos dos años. Pero tal vez el mayor impacto político del Mundial será la «ventana de distracción» que abrirá para que algunos Gobiernos decidan tomar medidas legalmente cuestionables mientras el resto del mundo está concentrado en el campeonato.
Ya puedo imaginar a los asesores de varios presidentes autoritarios o corruptos diciéndoles a sus jefes, al considerar acciones de dudosa legalidad: «¡Hagámoslo! Pero tenemos que hacerlo ahora, antes de que termine el Mundial, para pasar más desapercibidos». Ya se está temiendo que el presidente venezolano, Hugo Chávez, aproveche el momento para cercenar aún más la libertad de prensa, y para cambiar aún más a su favor las leyes electorales para las elecciones legislativas de septiembre. Y otros presidentes tratarán de hacer cosas similares.
De manera que mientras estemos consumiendo ávidamente la cobertura mediática del Mundial y gozando cada momento, no dejemos de prestar atención a algunos líderes tramposos, que seguramente querrán aprovechar esta «ventana de distracción» para su propio beneficio.
La economía del futbol. El Mundial según los modelos matemáticos
Ciro Murayama
La Crónica de Hoy. 03/06/2010
El célebre “Diccionario del español actual” de Seco, Andrés y Ramos define a la estadística como la “ciencia relativa a la reunión, clasificación e interpretación de datos numéricos y su aplicación al cálculo de probabilidades o al estudio de las leyes que rigen determinados fenómenos”. Así las cosas, entre las infinitas aplicaciones que tiene la estadística, también sirve para clasificar el desempeño deportivo en los más diferentes tipos de competencia y, también, para calcular probabilidades de triunfo de los contendientes con base en las observaciones acumuladas. Por supuesto, la estadística puede ser bien o mal aplicada, y hay que considerar que nos habla de comportamientos y tendencias pero no es necesariamente una esfera para leer el futuro: la estadística mide probabilidades mas no construye certezas absolutas sobre eventos por venir en los que influyen múltiples variables aleatorias, no controladas, como es lo que ocurre sobre un terreno de juego durante noventa minutos donde juegan once contra once jugadores.
Con base en observaciones estadísticas, esto es, a partir de la recopilación de un conjunto de datos y de su análisis, diferentes firmas económicas, así como publicaciones deportivas y grupos de aficionados, han hecho diferentes estimaciones sobre quién puede ganar el mundial de fútbol Sudáfrica 2010. En algunos casos, las proyecciones surgen de tomar en cuenta la opinión mayoritaria de la gente: responden sólo a las apuestas; en otros, en cambio, se incorpora y se pondera un conjunto de variables a partir del cual se estiman las probabilidades de triunfo o derrota de los distintos equipos. Eso han hecho las firmas consultoras Goldam Sachs, UBS y JP Morgan. Las dos primeras dan por ganador a Brasil, la tercera a Inglaterra. Veamos de dónde viene la diferencia en la predicción.
Goldman Sachs considera tres variables para hacer su modelo. En primer lugar toma el ranking de la FIFA que es, a su vez, fruto de un modelo matemático de interpretación de resultados, con las siguientes variables: a) si se ganó, empató o perdió también toma en cuenta si se llegó a tiros penales un encuentro entre selecciones; b) el tipo de partido disputado por la selección oficial y en qué torneo, o si fue amistoso; c) la calidad del rival y, d) la calidad de la confederación a la que se pertenece. Ese ranking, al 26 de mayo, era encabezado por Brasil, España y Portugal; México aparece en el lugar 17. Luego, Goldman Sachs toma en cuenta los momios de distintas casas apostadoras y, finalmente, pasa a cada selección por el cernidor de los rivales a los que enfrentará en Sudáfrica. Los primeros lugares en el modelo de GS son: Brasil, España, Alemania, Inglaterra y Argentina.
La firma UBS, por su parte, toma en consideración sobre todo el peso de la historia, introduciendo además variables referidas a la importancia de ser un equipo sede y el desempeño en los últimos tres meses. De esta forma, estima que los equipos con mayor probabilidad de ganar la Copa del Mundo 2010 son Brasil, Alemania, Italia, Holanda y Francia.
JP Morgan es la firma que hace el modelo más complicado, y la que obtiene un ganador que desentona con el grueso de las predicciones. JP Morgan toma en cuenta el ranking de la FIFA, y a esa tabla le añade los resultados obtenidos por las selecciones en los últimos cuatro años. Adicionalmente, la firma estima cambios en la probabilidad de ganar de los equipos en los últimos 12 meses. Otra variable es el desempeño de los equipos en los mundiales previos en los que han participado, y una más es el “sentimiento del mercado”, que no es sino incluir las probabilidades que cinco casas de apuestas dan a cada equipo. Posteriormente, JP Morgan pondera cada una de las variables consideradas y obtiene un modelo donde los primeros lugares del Mundial 2010 serían: Brasil, España, Inglaterra y Holanda. Pero ahí no acaba la historia: la firma aplica un filtro final donde crea una “métrica de la tanda de tiros penales” donde Inglaterra resulta muy favorecida (estiman cuántos penalties ha marcado y parado cada equipo en su historia de tandas). Así, según JP Morgan, Brasil sería eliminado en cuartos de final por Holanda en tiros penales; Inglaterra derrotaría en las semifinales a Holanda también en penalties y, la final, también decidida en tiros desde los once metros, la ganarían los británicos contra los españoles.
En las escuelas de economía se suele decir con sorna que la econometría es la técnica de torturar a los números hasta que confiesen lo que uno quiere escuchar. El modelo matemático de JP Morgan confirma que ese chiste estudiantil puede describir bien el trabajo de algunas firmas internacionales de consultoría financiera.
Por cierto, Goldman Sachs prevé que México quedará en el lugar 11; UBS calcula que el tricolor será eliminado en el cuarto partido, y JP Morgan predice que nuestra selección ganará a Sudáfrica en la inauguración, luego caerá ante Francia y derrotará a Uruguay para clasificar a la segunda ronda para, luego, ser eliminada por Argentina. Si a usted esas estimaciones no le gustan, bien puede decir que se trata de las firmas que no previeron la caída de la economía mundial hace apenas unos cuantos meses.
Mourinho: un soplo más a la burbuja financiera
Ciro Murayama
La Crónica de Hoy. 28/05/2010
El lunes 24 de mayo, un par de días después de la final de la Champions jugada en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, dos noticias contradictorias concentraban la atención de la opinión pública española: a) en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se publicaba el decreto del severo ajuste económico a través del cual el gobierno pretende moderar el déficit público y que incluye la reducción del sueldo de los empleados públicos de entre un cinco y un 15% en el año en curso más la congelación para los venideros y, b) el Real Madrid iniciaba el mayor desembolso en la historia del futbol profesional para fichar a un entrenador, José Mourinho, quien acababa de llevar al Internacional de Milán a conseguir el trofeo de la mayor competición de clubes del mundo.
El sábado 22 el Inter derrotó 2 a 0 al Bayern Munich, con dos goles de Milito. Fue un partido relativamente fácil, en comparación con la semifinal que confirmó a Mourinho como el estratega que venció al campeón defensor, el Barcelona de Pep Guardiola. El descalabro del equipo catalán sirvió para compensar en algo el fracaso anual del Real Madrid: los merengues habían gastado más de 220 millones de euros al inicio de la temporada y, al final, se quedaron sin Copa del Rey, sin Liga y sin Champions. Su archirrival había ganado la Liga y no pudo repetir en la Champions por el esquema defensivo del Inter de Mourinho, que blindó su portería en el Camp Nou tras una victoria en casa 3 a 1. Así, al aplicar la lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, el Madrid buscó al aguafiestas del Barcelona: Mourinho.
La decisión de comprar como estrella y salvador a un entrenador va a contracorriente de lo que ha sido la línea del Real Madrid en los últimos años: la estrategia se dirigía a fichar grandes jugadores, como Zidane, Figo, Ronaldo, Kaká, Cristiano Ronaldo, etcétera. Todos ellos, junto con las figuras hechas en casa pocas, como Raúl, Casillas y Guti, cobraban más que cualquier entrenador del cuadro de Chamartín. Ahora el criterio se invierte: hay que hacer un futbol del estilo de un entrenador, y ese director técnico contará con unos ingresos base similares a los de los jugadores mejor pagados. Pero al final, es una operación de mercado hecha por un agente económico con un alto poder monopsónico capacidad de compra y de imponer precios de adquisición en la industria del futbol profesional europeo. Una vez más, el Real Madrid hace una apuesta por alta rentabilidad en el corto plazo, con una dosis de riesgo e incertidumbre elevada: no está invirtiendo en la formación de un entrenador identificado con los principios del equipo como pudieron ser en su momento Camacho y Vicente del Bosque, o como lo es con el Barsa el propio Guardiola sino que realiza un fuerte desembolso para buscar el campeonato el ciclo entrante.
El fichaje de Mourinho puede costar tres decenas de millones de euros este año: el pago de un cláusula de rescisión por 16 millones de euros que recibirá el Milán; cuatro millones de compensación a Manuel Pellegrini, el entrenador en activo del que ha decidido prescindir el Real Madrid a pesar de haber conseguido la mayor cantidad de puntos de la trayectoria del equipo en una liga (96 puntos en 38 partidos), y 10 millones por temporada para Mourinho. Cabe recordar que el entrenador portugués tiene algo en común con Cristiano Ronaldo el jugador más caro en la historia de las transacciones profesionales además de su nacionalidad: ambos tienen como representante a Jorge Mendes, especialista en hacer ventas estratosféricas al Madrid presidido por Florentino Pérez.
Mientras el gobierno español anuncia planes de recorte y contracción del gasto y el crecimiento económico, que agudizará la gravedad de un desempleo que afecta a una de cada cinco personas pertenecientes a la Población Económicamente Activa, el club más rico decide incrementar el volumen de su deuda haciendo compras que eran desconocidas aun en los periodos de vacas gordas. Si el futbol finalmente es un negocio que depende de la demanda de los consumidores familias dispuestas a pagar entradas a los estadios, a adquirir productos deportivos y de publicidad, a contratar transmisiones de partidos por televisión de paga, lo cierto es que no hay elementos en el horizonte que ayuden a explicar la sostenibilidad de la estrategia del Madrid de seguir inflando el volumen de sus obligaciones financieras.
La revista Forbes daba cuenta de que el Real Madrid es el segundo equipo del orbe en términos económicos sólo detrás del Manchester United, pero que tiene una deuda del 27% de sus activos (El País, 26-05-10). Asimismo, la deuda acumulada de los equipos de primera división española es de cinco mil millones de euros, cuando hace dos décadas no alcanzaba los 200 millones (Íbid.).
No se sabe si Mourinho asegurará un campeonato al Madrid y ya se verá si cuenta con la Kriptonita para vencer al Barcelona en la Liga. Pero puede decirse que si el Madrid es una empresa que forma parte de una industria, el comportamiento de sus directivos económicos prefigura una situación de números rojos que, en algún momento, alguien tendrá que absorber. También en el negocio del futbol, como en el de la banca, puede ser válida la sentencia de: ganancias privadas y pérdidas públicas. Al tiempo,