Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
02/04/2018
Si la elección fuera hoy posiblemente el 27% votaría por Andrés Manuel López Obrador, el 23% por Ricardo Anaya, el 20% por José Antonio Meade y el 1% por Margarita Zavala.
Pero las votaciones serán dentro de tres meses. Tenemos por delante las campañas más intensas en la historia del país tanto por el número de cargos de elección como por la variedad de plataformas de discusión y propaganda que habrá ante los ciudadanos.
Las votaciones no serán hoy. Las preferencias electorales ya definidas pueden cambiar, pues entre los votantes que ya han tomado una decisión hay segmentos que no están plenamente convencidos. Pero sobre todo, casi cada tres de cada 10 posibles electores sigue sin resolver a quién apoyará o incluso, si acudirá a votar el domingo 1 de julio.
A los datos antes citados, que provienen de la más reciente encuesta GEA-ISA, hay que añadir que el 28% de los ciudadanos no ha decidido por quién votar o no quiere manifestar su intención de voto.
La encuesta de Consulta Mitofsky levantada entre el 16 y el 18 de marzo muestra resultados similares. López O. tiene 29.5% de intención de voto, Anaya 21.2%, Meade 16.4% y Zavala 4.8%. Los entrevistados que no respondieron, o que dijeron que no saben por quién votarán, ascienden al 28.1%.
Los indefinidos son precisamente eso: ciudadanos que no saben por quién votarán, o que no piensan hacerlo, o no quieren manifestar su intención de voto. En ellos se encuentra una de las claves más importantes de la elección presidencial.
Muchos encuestadores acostumbran recalcular los porcentajes de indecisos suponiendo que votarán en la misma proporción de quienes ya saben por quién lo harán, o a partir de modelos con los que pretenden establecer cuál será el sentido de ese voto. La reasignación de indefinidos ha sido la principal causa por la que, en elecciones anteriores, las encuestas mostraran estimaciones muy discrepantes con los resultados finales de las elecciones.
Los agregadores de encuestas (poll of polls los llaman algunos) ofrecen promedios de varios sondeos. Esos ejercicios tienen el defecto de replicar los errores que puedan tener una o varias de las encuestas que adicionan. De todos modos, la agregación de encuestas permite subrayar las tendencias que registran diferentes sondeos. El ejercicio más relevante lo realiza el portal oraculus.mx que reúne información de una docena de encuestas nacionales. Esos datos, lamentablemente, no muestran el porcentaje de votantes indefinidos sino únicamente las posibilidades de voto para cada candidato.
El promedio de ese agregador de encuestas, publicado el 27 de marzo, indica que Andrés Manuel López Obrador tendría 40%, Anaya 28%, Meade 22%, y Zavala 5%.
Se trata, evidentemente, de un porcentaje muy alto para el candidato en primer lugar. Pero no es una cifra inédita en las elecciones recientes. En marzo de 2006, el promedio de cinco encuestas nacionales indicaba que Andrés Manuel López Obrador, del PRD, tenía el 39% de intención de voto; Felipe Calderón, del PAN, el 31.8% y Roberto Madrazo, del PRI, el 27% (datos en mi libro Simpatía por el rating. La política deslumbrada por los medios, Cal y arena, 2010).
Es importante saber por quiénes dicen ahora que votarán los ciudadanos. Pero también es muy interesante indagar cómo se componen los electores de cada uno de ellos. La encuesta GEA-ISA, del Grupo de Economistas y Asociados y de Investigaciones Sociales Aplicadas, tiene el enorme mérito de que no solamente muestra preferencias de voto. Además cruza esa información con opiniones y condiciones demográficas, entre otros rasgos de los electores. Ya el martes, en estas páginas, Francisco Báez Rodríguez se apoyó en esa encuesta para diagnosticar algunos rasgos del actual proceso electoral. La encuesta GEA-ISA da para mucho y de ella provienen los datos que se comentan a continuación.
El candidato de Morena se beneficia de la inercia y la perseverancia. Lleva más de 12 años en campaña, es el más conocido y cuenta con un sólido segmento de electores, fieles e inamovibles, a prueba de cualquier otra influencia. Sin embargo, entre sus adherentes hay también segmentos que no están convencidos de que estaríamos mejor con ya-sabes-quién.
El 82% de los votantes por López O. asegura que la situación del país cambiaría si él fuera presidente, pero el 12% dice que no sabe. En comparación, el 91% de los votantes de Meade y el 90% de quienes respaldan a Anaya sostienen que con ellos en la presidencia el país estaría mejor. Entre los votantes de López Obrador el 89% considera que tiene posibilidades reales de ganar la elección. Entre los votantes de Anaya el 92% estima que sí puede ganar y entre los de Meade el 91% tiene esa convicción. La incertidumbre acerca del desenlace expresa la competitividad que hay en esta elección, pero también la confianza en cada candidato.
José Antonio Meade tiene en su contra la mayor cantidad de antipatías. Cuando se les pregunta a los posibles electores por cuál de los candidatos nunca votarían, el 9% menciona a Ricardo Anaya, el 18% a López O. y el 26% a José Antonio Meade.
A otra pregunta, el 35% dijo que tiene una opinión negativa de Margarita Zavala, el 46% asignó esa calificación a Ricardo Anaya, el 49% a López Obrador y el 54% dijo que tiene una apreciación negativa acerca de José Antonio Meade.
Anaya no ha mostrado un discurso especialmente atractivo. Colocado contra las cuerdas no por el candidato que va adelante sino por el gobierno y el PRI, ese aspirante presidencial, y el Frente al que encabeza, no han mostrado un proyecto político sustancialmente distinto a los de sus rivales. Sin embargo, de los posibles votantes de Anaya el 56% dice que lo respalda por sus propuestas. Al 20% de esos votantes le llama la atención la personalidad del candidato.
De los votantes de Meade, el 36% destaca sus propuestas, el 16% la personalidad y el 34% dice que lo apoya porque siempre ha votado por el PRI. Una buena parte del respaldo electoral para ese candidato, que se ufana de no formar parte de ningún partido, se debe al partido que lo postula.
A López Obrador, el 44% de sus votantes dice que está con él por sus propuestas, el 30% por su personalidad y el 13% debido a su opinión acerca del gobierno actual. El 7% de sus adherentes dice que no sabe por qué lo apoya. Entre los simpatizantes de Anaya y Meade solamente el 3%, en cada caso, dice no saber por qué piensa darle su voto a esos candidatos.
Los jóvenes son enigma y reto para todos los partidos. En la encuesta GEA-ISA, que fue levantada en los primeros días de marzo, el 26% de los electores menores de 24 años espera votar por López Obrador, el 19% por Anaya y el 15% por Meade. Pero el dato más significativo es que 38% de esos ciudadanos no ha decidido por quién votar. Se trata de 10 puntos porcentuales más que el promedio de indecisos entre todos los posibles electores.
Entre quienes son estudiantes, y que constituyen únicamente el 7% de la muestra, hay un ligero sesgo a favor del candidato del Frente. El 27% declara que votará por Anaya, el 25% por López O., el 6% mencionó a algún candidato independiente y sólo el 4% a Meade. El 37% de los estudiantes no definió una preferencia de votación.
Entre el 28% de indefinidos los tres principales candidatos tienen porcentajes muy altos de opinión negativa: 67% López O., 60% Meade y 59% Anaya.
Entre los indefinidos el 16% asegura que nunca votaría por Meade, el 15% nunca lo haría por López O. y el 5% nunca votaría por Anaya.
Eso, si van a votar. Hace medio año, cuando la encuesta GEA-ISA preguntó a sus entrevistados si acudirían a votar el 1 de julio, el 48% respondió “seguro sí”. Ahora sólo el 45%. Un 37% adicional dice que probablemente sí votará.
La reticencia para votar se advierte sobre todo entre los más jóvenes. Cuando se les pregunta qué tan factible es que acudan a las urnas, solamente el 37% de los menores de 24 años y el 41% de los de 25 a 39 años asegura que irá. En cambio esa certeza la tiene el 46% de los votantes de 40 a 54 años y el 47% de los mayores de 55 años.
El 10% de los menores de 24 años considera que, con toda seguridad, no irán a votar. El promedio de quienes, independientemente de su edad, desde ahora están seguros de no votar es de 5%.
Todas las opciones están abiertas. Pero si, avanzados los siguientes meses, la elección se polariza en torno a los candidatos de Morena y el Frente y el candidato del PRI queda claramente atrás, es posible que sus electores quieran darle utilidad a su voto y favorecer a uno de los dos aspirantes que se encuentren a la cabeza. En esta campaña además de buscar el voto de los indefinidos Anaya y López O., tienen que pensar en el voto de los priistas.
Hasta ahora, en esa eventualidad, el voto del PRI favorecería más a Anaya que a López O. Cuando la encuesta pregunta por cuál de los dos votarían en caso de que tuvieran que elegir únicamente entre esos candidatos, el 28% de todos los posibles votantes dice que a López O., el 27% menciona a Anaya y el 42% asegura que a ninguno de los dos o que no sabe. Pero entre quienes hoy respaldan a Meade, si sólo tuvieran las otras dos opciones el 17% dice que votaría por Anaya, el 10% por López Obrador y el 72% por ninguno de ellos o no sabe aún.
Entre quienes hoy no han definido por quién votar, si únicamente hubiera esas dos opciones el 8% sufragaría por Anaya, el 2% por López O. y el 90% por ninguno de ellos o no sabe todavía.
Indefinidos, jóvenes y votantes insuficientemente convencidos, son destinatarios principales de los próximos tres meses de campaña. El primer debate entre candidatos presidenciales será el domingo 22 de abril. Allí se comenzarán a perfilar las tendencias de esta historia.