Ricardo Raphael
El Universal
21/05/2015
No suele tener control sobre sus gestos y aspavientos. Es por ello objetivo consentido de fotógrafos: el presidente consejero del INE duda con la ceja muy arqueada, se mofa sin pudor, golpea la mesa, extiende los brazos hacia el techo, hace pucheros y abunda en público con otras expresiones relativas a su carácter.
Es un hombre esencialmente franco y está orgulloso de serlo. No se trata de una persona que disfrute colocándose encima el abrigo de la institución a la que representa. Más bien hace lo contrario, prefiere imponer su personalidad a la presidencia del INE.
Pero su estilo directo y desenfadado no suele coincidir con las formas más tradicionales de la política mexicana. Por su transparencia ha sido juzgado por algunos como un hombre cándido. Él podría responder que en lengua inglesa las palabras cándido y honesto (franco) son sinónimos.
Pues con candidez conversó vía telefónica sobre un episodio que le ocurrió y que ha narrado otras veces en privado.
En su calidad de autoridad electoral recibió a un grupo de personas indígenas que, desde la perspectiva del funcionario, impostaron la identidad con el objeto de presentar un argumento inaceptable.
De la grabación ilegal sobre su conversación privada se deriva la desconfianza que ese grupo le despertó; no creyó en la sinceridad de las expresiones y tampoco en la legitimidad de las peticiones.
En una conversación distinta, donde narró este mismo episodio, Córdova concluyó diciendo: se ha vuelto moda chantajear al INE con la amenaza explícita de que se impedirá la celebración de los comicios.
Así lo ha hecho la CETEG en Guerrero, la CNTE en Oaxaca, el crimen organizado en varias regiones y ahora este grupo, quien dijo explícitamente a la autoridad electoral que, de no salir triunfadores sus candidatos, impediría la instalación de las urnas.
La discusión pública ha colocado el foco de atención en las expresiones desafortunadas y sin duda cándidas de Lorenzo Córdova que, sacadas de contexto, pueden ser calificadas como discriminatorias.
Sin embargo, peor es extorsionar a la autoridad utilizando como pretexto la vulnerabilidad que las personas indígenas experimentan en México. Esa manipulación tramposa significa una doble discriminación.
No es aceptable que una persona o grupo —indígena o no— exija el triunfo de sus candidatos so pena de reventar los comicios. Menos aún lo es que se abuse de una identidad étnica minoritaria para solapar pulsiones autoritarias.
Resulta difícil aceptar el argumento que quiere presentar al presidente del INE como un xenófobo irredento. Los comentarios de Lorenzo Córdova jamás habrían rebasado el ámbito de una llamada privada si ésta no hubiese sido grabada y divulgada públicamente. El daño de las expresiones se cometió por su divulgación, no por su emisión.
No obstante, la campaña de desprestigio en contra de este funcionario público está echada a andar. Por todos los medios disponibles, sus enemigos están decididos a reventar la reputación que durante años construyó como académico y autoridad electoral.
Lo acusan por haber tenido por padre un intelectual con vida propia e independiente a la de su hijo. Le señalan porque su suegro milita en uno de los partidos que contienden en esta elección. (Sólo falta que los tontos quieran legislar para impedir que los parientes de los árbitros electorales ejerzan sus derechos políticos).
Ahora lo espían y con dolo distribuyen una grabación en las redacciones de los medios. Y para rematar, sus enemigos hacen explotar esa bomba en las redes sociales.
Es evidente que el desprestigio de Córdova es un negocio que le hace muy bien a algunos actores políticos.
ZOOM: Antes se criticaba al INE por ser incapaz de sancionar al PVEM. Bien harían esos mismos críticos en no sumarse al linchamiento fabricado en contra de Córdova justamente por haber actuado como se exigía.