En noviembre escuchamos una jaculatoria gubernamental: “La crisis ya terminó”, pero casi no hay elementos –salvo que la caída es de un escalón y no de seis- para decirlo. He aquí los elementos para evaluar las ruinas de la enésima crisis que ha vivido una misma generación de mexicanos (la de los últimos 30 años).
La crisis ¿ya termino?
DISCURSO DEL PRESIDENTE CALDERÓN EN LA INAUGURACIÓN DEL INVEST MEXICO FORUM.
por IETD on 2010/06/15 12:59 PM
Ciudad de México, 19 de Agosto de 2009.
«Gracias, muy buenos días, amigas y amigos.
Señor Diputado César Duarte Jáquez, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Quiero, no sé si tengamos ocasión de coincidir nuevamente en un evento público. Hoy estamos aquí gracias a la generosa invitación de CONCANACO-SERVyTUR, pero quiero reconocer la responsabilidad con la que usted se ha conducido al frente de la Cámara de Diputados, del Congreso de la Unión y, desde luego, hacer extensivo un reconocimiento a los miembros de su Legislatura, que impulsaron una serie de reformas muy importantes para el país.
Así que, muchas gracias por todo y buena suerte, Diputado César Duarte.
Señor licenciado Ney González Sánchez, Gobernador del Estado de Nayarit. Muchísimo gusto saludarle.
Contador público Mario Sánchez Ruiz, Presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, la CONCANACO-SERVyTUR. Muchas gracias por su invitación. Muchas gracias por hacer este evento de promoción de la capacidad que tiene nuestro país.
Ingeniero Salomón Presburger, Presidente de la Confederación de Cámaras Industriales.
Ingeniero Ricardo González Sada, Presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana.
Licenciado Juan Ignacio Gil Antón, Presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, la AMIS.
Licenciado Juan Carlos García Cortés, Presidente del Consejo Nacional Agropecuario.
Licenciado Miguel Marón Manzur, Presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, CANACINTRA.
Licenciado Valentín Díez Morodo, Presidente del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior.
Licenciado Diego Serebrisky, Presidente de la Asociación Mexicana de Capital Privado.
Distinguidos miembros del presídium, otros dirigentes de cámaras empresariales que se encuentran aquí.
Saludo también a las Embajadoras y los Embajadores que están aquí presentes, de distintos países: de Suecia, de Perú, de Paraguay, de Eslovaquia, de Ecuador.
O sus representaciones acreditadas en México: de Colombia, de la República Checa, Honduras, El Salvador, Gran Bretaña, entre otros. Muy buenos días a todos, amigas y amigos.
En primer lugar, quiero reiterar mi felicitación a CONCANACO-SERVyTUR por organizar este evento: Invest México.
La inversión es el mejor camino, diría yo, el único camino hacia el crecimiento económico, hacia la generación de empleos y hacia la creación de oportunidades para los mexicanos.
Para que haya actividad económica, para que haya un empleo que se genere, se requiere que alguien invierta: en un hotel, en una fábrica, en un taller, en una producción agrícola o fabril.
Y lo que los países y las sociedades estamos llamados a hacer es a generar condiciones propicias para la inversión, tanto para nacionales, como para empresas globales, y ello ha sido el objetivo de esta Administración desde el primer día de mi Gobierno.
Por ello, felicito a los organizadores de este foro, que va a permitir vincular a emprendedores con inversionistas y encontrar nuevas oportunidades de negocio en nuestro país.
También reconozco a todos los aquí presentes por tomar la decisión correcta de invertir en México, de seguir confiando en la capacidad y en el talento de los mexicanos.
Felicito a las instituciones públicas y privadas, a los gobiernos estatales que participan en este evento que, seguramente, va a brindar información clave para promover inversiones en México.
Todos los factores que concurren a generar inversión cuentan a la hora de una decisión de negocios; cuenta, por ejemplo, la certidumbre jurídica. Y por eso, mi Gobierno se ha empeñado tanto en fortalecer el Estado de Derecho en nuestro país.
No es sólo por un valor medular incuestionable, que es buscar la seguridad de los mexicanos. Es también para que México sea considerado y reconocido a nivel mundial como un país, cuyo Gobierno tiene un compromiso claro, indubitable, con la ley, para cumplirla y, también, para hacerla cumplir.
Generar condiciones de inversión significa también transformar la capacidad productiva de una Nación. Ya lo ha dicho aquí el Presidente de CONCANACO-SERVyTUR, el país tiene una agenda de reformas por delante; pero también, y hay que decirlo, México está en un proceso de transformación que no se ha detenido, y en estos dos años y medio se han logrado reformas fundamentales a nivel legislativo.
México es de los pocos países que han resuelto a fondo, por ejemplo, el riesgo actuarial de su problema pensionario; es decir, el haber resuelto el riesgo de quiebra de finanzas públicas por las pensiones de los servidores públicos implica una ventaja competitiva de solidez para el país.
El haber transformado el sector energético, así sea en parte, que implica la mayor reforma lograda en ese sector en más de medio siglo, también es un signo positivo para el país.
El haber transformado nuestro sistema de seguridad y de justicia, con la gradualidad que implica una reforma de tal envergadura, hacia un sistema de procesos orales y mayor transparencia, también es una reforma sustancial.
Y tenemos que hacer más, sí, porque México no puede ni debe detenerse hasta lograr el objetivo de tener una economía moderna, competitiva y capaz de generar empleos.
Generar condiciones de inversión significa también más y mejor infraestructura para México. Por eso, en estos años, hemos hecho también una gran transformación, no sólo en el monto y cuantía de los recursos públicos, que hoy son varias veces lo que eran hace unos años; sino también en el impulsar la inversión privada en la infraestructura del país, que ha permitido elevar, aún en tiempos de crisis, la inversión de infraestructura de México, de menos de tres por ciento del Producto Interno Bruto, que fue el promedio del 96 al 2006, al cinco por ciento del Producto Interno Bruto.
Tan sólo por mencionar el sector carretero, obras tan importantes como el Arco Norte de la Ciudad de México, que tal y como lo prometí, comunicará en cuestión de un poco más de una hora a las ciudades de, a las carreteras hacia Querétaro, las carreteras hacia Puebla, hacia Hidalgo, y pronto también la carretera hacia Guadalajara, que salen de la Ciudad de México sin pasar por la Ciudad de México.
O la carretera que conecta, precisamente, a Puebla con Veracruz, la Amozoc-Perote; o los libramientos que se están realizando o se realizarán en diversas entidades de la República; o aeropuertos nuevos, que se están materializando por inversión pública o privada en el Mar de Cortés, en otros, en la propia Riviera Maya, son precisamente muestra de la decisión de México por transformar su infraestructura y hacer del país una plataforma logística que permita la inversión rentable y competitiva.
O la carretera que conectará a Mazatlán con Durango. Y por primera vez vinculará el Pacífico Norte con el Centro Norte del país.
Son, entre muchas otras, obras fundamentales de México, sin contar las que también se han hecho en el sector de energía. El aumento en la inversión de Petróleos Mexicanos o la construcción de la Presa de La Yesca, entre Nayarit y Jalisco, y muchas, muchas otras.
Por qué.
Porque queremos hacer de México un país competitivo, con infraestructura de primera clase que, precisamente, permita competir.
Así, amigas y amigos, uno de los objetivos prioritarios del Gobierno mexicano es hacer de nuestro país un destino privilegiado para la inversión en el mundo.
También por eso es importante ubicar cuáles son los sectores competitivos en los que México puede avanzar decididamente. Recientemente, por cierto, varios estudios han mostrado que nuestro país, como parte del reacomodo que se da en el mundo después de una crisis tan severa, la más severa en décadas, en casi un siglo, que ha registrado la humanidad; en el recuento, en el reacomodo de fuerzas y debilidades de los países, México aparece con una enorme ventaja, una enorme ventaja que hace que, según distintos indicadores globales, México tiene, por ejemplo, una ventaja en términos de costos, de producción que, por primera vez, es incluso mejor a la que tienen economías que nos han competido en la última década, como son China o India; y superior también a economías también muy grandes de la región, como es la propia economía de Brasil.
Es decir, México por diversas razones, por lo que ha crecido en capacidad técnica su mano de obra joven, experimentada, trabajadora; por el tipo de cambio, que favorece considerablemente a los países exportadores, como México; por su ubicación geográfica privilegiada.
Yo decía hace unos días en Brasil, algo que además me gusta repetir a los estudiantes. Si ustedes observan el mapa, un mapamundi, el tradicional, el clásico, asumido por la geografía desde hace varios siglos, México está justo en el centro del mundo.
Y eso nos permite tener acceso a la economía más grande, que es la economía de Estados Unidos. Somos la única economía emergente con tres mil kilómetros de frontera con la economía más grande.
Nos permite tener contacto por mar a todas las economías poderosas de Asia; contacto por mar, también de manera directa, a todas las economías europeas, y a la vez somos orgullosamente latinoamericanos.
Es decir, México, por su posición geográfica, por los Tratados de Libre Comercio, que también tiene y que le permiten tener acceso directo a más de 44 naciones y a mil millones de consumidores, la mayoría sin pago de arancel, nos hace ser una Nación con una enorme vocación para ser el eje que conecte, precisamente, a las diversas fuerzas regionales en el mundo en la economía global.
Lo que se busca hoy, precisamente, es dar a conocer las ventajas que ofrece nuestro país. El potencial que tenemos en industrias de tecnología, como son la automotriz, la aeroespacial, las opciones de negocio que México brinda.
Sabemos que en este foro de inversiones de Invest México, se concentran fondos internacionales de capital, inversionistas de diversas naciones, y se integrará una bolsa disponible por cerca de 25 mil millones de dólares, que están, precisamente, a la búsqueda de eso, a la búsqueda de encontrar cuáles son las mejores opciones de negocio.
Y, verdaderamente, amigas y amigos, puedo decirlo con toda claridad: México es una excelente opción de negocios para cualquier inversionista de escala global, incluyendo inversionistas mexicanos de escala global.
Me alegra que en este foro también se encuentren áreas de negocios uno a uno, donde asesores con experiencia y conocimiento del mercado mexicano van a brindar soluciones, información, proveeduría de clase mundial.
Por cierto, aquí al lado también, recomiendo su visita, está la Expo Compras del Gobierno, que por primera vez reúne y presenta en un solo sitio, todo el potencial de compras del Gobierno Federal, que asciende a varios puntos del Producto Interno Bruto y que también representa otra razón para invertir en nuestro país.
En suma, Invest México, el Fórum 2009, se constituye como la más grande y completa bolsa de oportunidades para quienes desean invertir en empresas y proyectos.
Hoy por hoy, México sigue ofreciendo enormes ventajas a la inversión. Decía yo, tiene una mano de obra capacitada, una mano de obra productiva, trabajadora, creativa; ofrece costos logísticos muy bajos. Especialmente ahora, que nuevamente está repuntando el costo de los energéticos en el mundo, México vuelve a jugar un rol relevante por su ventaja logística. Muchas empresas que se habían establecido en China para exportar a Estados Unidos, hoy, tanto por el incremento de los costos y los problemas en aquel país vinculados a lo laboral, como por el costo, principalmente del transporte, la logística de traer mercancía por todo el Pacífico a América, le están dando nuevamente a México una oportunidad, que estamos aprovechando.
Nuestro país, además, a pesar de la turbulencia, de la grave crisis económica, cuenta con una sólida estabilidad económica; así es reconocida además, en el mundo. En el Foro Económico Mundial, ocupamos el lugar 48 entre 134 países.
Todavía hay mucho que mejorar, sí, pero estamos por encima de naciones como India o Brasil, insisto, que compiten con México, y que en términos de estabilidad macroeconómica se encuentran en los lugares 109 y 122 de la escala del Foro Económico Mundial.
Estoy seguro, señoras y señores, que la estabilidad macroeconómica de México es tan valiosa, que tenemos que preservarla, precisamente, porque es una garantía de que México pueda construir un futuro de prosperidad.
Otra de las ventajas que tenemos en esta materia son los bajos niveles de endeudamiento público y los bajos niveles de inflación.
Al cierre del primer trimestre, por ejemplo, la deuda pública externa del país se ubicó en menos del diez por ciento del Producto Interno Bruto; nuestro comercio exterior está balanceado, tenemos un déficit de menos de medio punto porcentual del Producto Interno Bruto y, además, cerrándose por las condiciones competitivas del tipo de cambio mexicano.
Las reservas internacionales suman 73 mil millones de dólares, sin contar los mecanismos de respaldo monetario que tenemos, y que suman otros 70 mil millones de dólares, por lo menos, a nivel global.
Tenemos un sistema financiero sólido, bien capitalizado; mientras las economías de Estados Unidos y de Europa, fundamentalmente, todavía el día de hoy tienen que destinar cientos de miles de millones de dólares, cientos de miles de millones de dólares a capitalizar la quiebra de sus bancos, hoy en México no hemos tenido que invertir en la capitalización de ninguno de los principales bancos de país.
Lo cual implica que, con el grado de capitalización que tienen, 16 por ciento, están al doble de fuertes, incluso, de los máximos estándares requeridos a nivel mundial.
Todas estas fortalezas, amigas y amigos, le ofrecen a México una ventaja respecto de nuestros competidores a nivel mundial. Esto ha sido valorado por empresas líderes que operan en México, como por ejemplo, el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, que aún en un año tan difícil como el 2009, anunció una inversión de seis mil 300 millones de dólares.
Armadoras, las más importantes del mundo y de Estados Unidos mismo, están realizando inversiones importantes en nuestro país, sabedoras de que la reorientación del mercado de automóviles tendrá éxito en la medida en que se aprovechen las ventajas logísticas que países, como México, podemos ofrecer.
En suma, amigas y amigos, sabemos que el escenario económico que vivimos actualmente es muy complicado, eso ha afectado la inversión en todo el mundo y los flujos hacia países emergentes.
Sin embargo, quiero reiterarles de que esta situación, como toda crisis económica desde que se tiene registro, presenta un comportamiento cíclico; es decir, un periodo de auge y crecimiento económico, seguidos por periodos de recesión o estancamiento económico.
Pero a la vez, una vez que este ciclo termina, empieza nuevamente un periodo de recuperación.
Hoy, aunque aún no es suficiente o no es lo que deseáramos cualquiera para su país, estamos viviendo ya algunos rasgos incipientes, pero alentadores, de recuperación; como es el hecho de que las exportaciones mexicanas crecieron casi cinco por ciento en junio con respecto a mayo de este mismo año.
O que el consumo de electricidad en el mes de julio alcanzó ya el mismo nivel que tenía en julio del año pasado, es decir, antes de la crisis.
O que los empleos generados en México, formales, netos, es decir, descontando ya las terminaciones de contratos que hubiera habido, fueron positivos; es decir, en dos meses ya hemos creado casi 35 mil nuevos empleos, pagados, en el Seguro Social.
Hay, desde luego, momentos aún de dificultad, hay repercusión en las finanzas públicas, derivadas, precisamente, del enorme esfuerzo de las empresas este año.
Hay circunstancias adicionales, como es la baja en la producción petrolera, por no haber hecho en tiempo la reforma que requería nuestro país. Pero aún así, amigas y amigos, estamos en el camino que debemos recorrer para salir adelante de estos momentos difíciles y sacar adelante también a nuestro país.
Hoy estamos redoblando esfuerzos para fortalecer la competitividad de México. Por eso, a pesar de la crisis estamos redoblando el Programa de Infraestructura, el más grande en el último cuarto de siglo de México.
Estamos trabajando para mejorar las condiciones para hacer negocios. En plena crisis, en pleno estancamiento crediticio, el Programa mexicano de Apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas, abarca a este mes del año, casi 60 mil Pequeñas y Medianas Empresas, 60 mil, que han recibido apoyo crediticio o de garantías del Gobierno mexicano o de la Banca de Desarrollo. Una cifra sin precedente.
Y sin precedente también es el Programa de Compras de Gobierno, que ya ha rebasado la meta que nos pusimos, del 20 por ciento orientada a las PyMES.
Como es también sin precedente los programas que anuncié ayer, mediante los cuales Nacional Financiera va a otorgar descuentos sobre la factura pendiente de pago en compras, en ventas realizadas al Gobierno Federal.
Como es sin precedente, también, el Sistema de Asesoría Gratuita y Generalizada que estamos construyendo a través de México Emprende.
También estamos promoviendo competitividad en sectores claves de la economía, como es el de telecomunicaciones. Con la licitación de bandas de frecuencia en montos que no se habían licitado o bien la licitación de la fibra óptica propiedad de Comisión Federal de Electricidad para su uso, a manera de multiplicar la telecomunicación en México.
También estamos promoviendo, amigas y amigos, condiciones de certeza y de seguridad a nuestros habitantes y de certeza jurídica a la inversión. Por eso, estamos debilitando día con día a las organizaciones criminales. Por eso, el Gobierno Federal ha capturado a las bandas de secuestradores más peligrosas y más significativas para el ánimo de los mexicanos, para la sensibilidad nacional, por la gravedad de los delitos que estas bandas cometieron, en el secuestro y, en algunos casos, el asesinato de jóvenes inocentes, queridos en nuestra sociedad.
En suma, amigas y amigos, estamos impulsando transformaciones a fondo para que México, a su vez, se transforme en lo que queremos que sea: una economía moderna, competitiva, capaz de generar los empleos que necesitamos los mexicanos.
Amigas y amigos:
Quiero reconocer, nuevamente, el esfuerzo de CONCANACO-SERVyTUR.
Por qué razón.
Porque éste es el camino correcto para promover negocios, para ampliar el comercio y para ampliar el turismo. Hablar con objetividad de las cosas buenas que tiene México y que son muchas; hablar con ponderación de las ventajas que sí ofrece nuestro país.
Porque CONCANACO-SERVyTUR emprende la parte más difícil, que es, paradójicamente, parece que la parte más difícil es hablar bien de México. Hablar mal del país es, para muchos, no sólo es un esfuerzo cotidiano, hasta de eso viven, diría yo.
Hablar bien de México, hablar de las ventajas que México tiene, es un esfuerzo que debe reconocerse.
Y yo estoy seguro que en la medida en que se multiplique este esfuerzo por mostrar lo que tenemos, por mostrar con claridad y seguridad las enormes ventajas que tenemos respecto de otros países y regiones; por mostrar verdaderamente lo que somos capaces, es la manera de construir, precisamente, el futuro del país.
Acabo de concluir una gira por tres países de América Latina: Colombia, Brasil y Uruguay, abriendo, precisamente, oportunidades para productores mexicanos, invitando a que vengan a nuestro país.
Y la imagen que se tiene de México, por ejemplo, no en todos los lugares, en algunos, es la imagen que nosotros mismos, los mexicanos, a veces, hemos difundido.
Parece que aquí hay un enorme caos y hay una enorme inseguridad, que la gente sufre, prácticamente, sobre la ciudadanía, los efectos de esa violencia. La tasa de homicidios por cada cien mil, que es la tasa que mide, precisamente, el grado de violencia en un país, en nuestro país es alta, sí; es 12 por cada cien mil.
En Colombia, por ejemplo, es 38 por cada cien mil; en Brasil es 24 por cada cien mil; y son más altas aún en El Salvador, en Guatemala, por no hablar de otros lugares de la región norteamericana.
En Estados Unidos, mientras en México la tasa de homicidios por cada cien mil es 12, en ciudades como Nueva Orleáns, por ejemplo, la tasa es de 67 homicidios por cada cien mil habitantes.
Y sin embargo, parece que el esfuerzo lo hacemos para que México aparezca, precisamente, como un punto de gravedad y de contraste notable con otros países.
Tenemos problemas, nunca lo hemos negado. Tan no los hemos negado, que nos hemos dedicado a resolverlos, a enfrentarlos con determinación, sin titubeos y sin consideración alguna de los costos o los riesgos que resolver esos problemas implica.
Yo les puedo asegurar, amigas y amigos, que las ventajas que tiene México quedarán bien claras, no sólo en la medida que Gobierno y sociedad nos empeñemos en fortalecerlas día con día, y en eso estamos empeñados, sino también el día en que las mexicanas y los mexicanos nos decidamos todos a hablar con objetividad y con claridad de las cosas buenas y de las enormes ventajas que, por supuesto, tiene nuestro país y que quedarán claras, estoy seguro, en esta magna exposición.
Enhorabuena, muchísimas gracias.
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA • MÉXICO
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CONGOJA MACROECONÓMICA DE FIN DE AÑO.
por IETD on 2010/01/15 9:50 PM
Ricardo Becerra.
El Universal. 6/01/2010
Como si fuesen cuervos negros que se posan sobre reciente sepultura, van aterrizando a mi escritorio los informes y balances económicos que retratan al año 2009. Allí está el de CEPAL, el del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (SEDESOL), el del Banco de México, IMSS, INEGI, la UNAM, el Tecnológico de Monterrey y la Fundación BBVA. Todos coinciden: se trató de un año económicamente sombrío y de sus páginas exhala el olor a adversidad sin remedio. Hay que tomar aliento para leer su numeralia; aquí solo extraigo algunos datos esenciales.
Lo de menos, es que México habrá visto descender su Producto Interno Bruto en poco más de 7%, esto es, escenificamos una de las diez peores caídas del planeta (FMI), y quizás la peor para una economía de nuestro tamaño (junto con Rusia). También somos la cola de Latinoamérica (CEPAL), más que el pobrísimo Honduras (-3.0%), El Salvador (-2.5), Nicaragua (-1.5%) Costa Rica (-1.2%) y Guatemala (-0.1%). Pero además, en el “Balance preliminar de las economías de América Latina”, se predice que durante el 2010, la mayor parte de los países de Sudamérica y Centroamérica registrarán ascensos entre 3.5% y 4.7% con la excepción mexicana, condenada también a sufrir la escapatoria más lenta de la crisis en toda la zona OCDE y en América Latina.
Al desplome del PIB le corresponde una caída del PIB per cápita, que ronda el 7.9 por ciento. Por eso y por la precariedad laboral que domina al país, dice la CEPAL, entre el 20 y el 30 por ciento de los mexicanos que no son pobres, está en riesgo de pasar a esa condición entre el año que acaba y el que comienza. Y aunque milagrosamente, eso no pasara, de todos modos, para el 2010 más de la mitad de los mexicanos vivirán en algún tipo de pobreza y una cuarta parte en pobreza extrema.
El año que empieza ve un escenario así: 26 millones 300 mil mexicanos ni siquiera alcanzarán a comprar una canasta básica, lo que quiere decir que México ¡ha retrocedido al nivel de pobreza que tenía en 1995!, recomenzando el camino de la política social, entre las ruinas de otros tres lustros perdidos (SEDESOL, Paquete económico 2010; CONEVAL, Estimaciones para el 2006-2008; CONAPO, Proyecciones de Población y Hogares 2005-2025).
Pero todas las variables se desmoronaron: las remesas por ejemplo, tuvieron en octubre su peor caída desde que Banxico lleva registros: un desplome de 35.8 por ciento respecto al mismo mes de 2008. La Fundación BBVA Bancomer calcula que la proporción de migrantes mexicanos en situación de pobreza se elevó 5 puntos porcentuales entre 2007 y 2009, al incrementarse de 22.1 a 27.1 por ciento. El 10 por ciento de los empleos perdidos en E.U. desde 2007 fueron nuestros, lo que equivale a 800 mil empleos perdidos por mexicanos. El efecto colateral (y devastador) es que 1.3 millones de personas que habitan en el sector rural de México dejaron de recibir remesas, lo que canceló la segunda fuente de ingreso en las zonas más pobres, sobre todo en Zacatecas, Michoacán y Oaxaca (Situación de la Migración en México).
Hasta hoy y desde el primer día de enero de 2009, habían cerrado 10 mil 730 empresas (Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey). Este debilitamiento de la estructura productiva explica que el consumo privado se haya contraído 8.5 por ciento y que la inversión privada caiga un 15.4 por ciento, para colocarla en niveles ¡de 2001! (Departamento de Análisis Macroeconómicos, Prospectivos y de Coyuntura, UNAM)
Todo esto es lo que se halla al fondo de las estadísticas del IMSS: de octubre a octubre (08-09), se perdieron 495 mil 353 trabajos. Y aunque desde agosto ya se habilitaron miles de puestos nuevos, la realidad es que en este diciembre, existen cerca de 300 mil personas que no tienen trabajo y que hace un año, sí lo tenían. Agregue a este coctel de desamparo estructural, los 800 mil jóvenes que en 2009 llegaron a las puertas de un mercado laboral prácticamente clausurado; así podrá mensurar la presión que realmente existe por entrar a los mercados informales, ilegales, criminales o a las legiones de expulsión migratoria.
¿Y el salario durante la crisis? Hace dos años, antes de la crisis, el salario medio era de 6 mil 270 pesos mensuales, o sea, unos 574 dólares. En este diciembre, el promedio actual cotizado al IMSS, llega a 6 mil 900 pesos mensuales; si descontamos la inflación, tenemos que nuestros salarios reales rondan los 523 dólares. Así, la pérdida del poder de compra de nuestros sueldos promedio es de 8.9 por ciento. En un año, los salarios regresaron a los niveles de 2005 (Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2008 del INEGI).
Empleo, salarios, empresas, remesas, pobreza resbalaron en un tobogán profundo que nos retrotrae al escenario de la crisis del tequila, pero con un detalle aún más ominoso: de esta crisis no saldremos tan rápido, nuestra convalecencia será larga y lenta (FMI. Perspectivas de la economía mundial: sustentar la recuperación).
Y todo esto, por desgracia, resulta una historia demasiado familiar, vivida una y otra vez, tercamente, a lo largo de una generación completa de mexicanos: en 1982, suspensión de pagos de la deuda y crisis financiera generalizada; 1985: macro-devaluación; 1986-87: choque petrolero y cruento plan de estabilización; 1994-95: desplome del sistema bancario; 2000-2003: la recesión más larga de la historia moderna (38 meses entre agosto de 2000 y septiembre de 2003); y 2009: crack financiero internacional y tardía y anémica respuesta anticíclica. En un ejercicio –no tan ocioso- de cuantificación histórica, calculo que de 1983 para acá, han desfilado 300 meses, pero el dato turbador consiste en que 129 de ellos, hemos estado estancados o retrocediendo, destruyendo riqueza, empleos y posponiendo para otros tiempos, proyectos, empresas, trabajo, decisiones de inversión.
Justo en ese tiempo, la población mexicana creció como nunca. En 1982 había casi 67 millones de mexicanos; en 2009 alcanzamos casi los 108 millones. O sea: mientras hemos estado ensayando un modelo económico rígido, ineficaz y tartamudo, la población creció a razón de un millón y medio de habitantes por año y esa generación, experimentó en carne propia y durante casi la mitad de su vida, temporales recurrentes de crisis y destrucción material y moral. Al paso que vamos, en 12 años, Brasil habrá producido más riqueza por habitante que nosotros (y con el doble de la población) y si las cosas siguen así, aturdidos por la malhadada “cultura de la estabilidad”, podemos aspirar a que en diciembre de 2012, hayamos regresado al ingreso per cápita que teníamos antes de 2007.
Cuando empezó la crisis parecía que en México se configuraba una discusión adulta y seria sobre la economía local y global, las instituciones financieras y las políticas económicas asociadas. Parecía que la amenaza de la recesión espabilaría el pensamiento y nos colocaría al borde de cambios y decisiones importantes. No ocurrió, y la declaración jaculatoria de noviembre -“la crisis ya terminó”- vino a amodorrar de nuevo el impulso reformista e instalar en los ánimos el conformismo cómodo de la economía de mercado.
Pero los datos están allí para quien quiera verlos. Seguimos necesitando una discusión de época, que sea de la profundidad y del tamaño del fracaso económico, que entre nosotros no lleva un año, sino una generación.
LA CRISIS SIGUE AQUÍ
por IETD on 2010/01/15 9:49 PM
Ciro Murayama
La Crónica de Hoy. 08/012010
Es natural que, tras una caída tan drástica del Producto Interno Bruto como la que registró el año pasado la economía mexicana, el ritmo de la desaceleración productiva se modere y que, incluso, haya cierta recuperación. Pero esas señales lejos estarán de anunciar el fin de la crisis y, mucho menos aún, de los perniciosos efectos sociales de la misma a pesar de que en el discurso oficial se apueste por las buenas nuevas con la misma fe con que se viene anunciando, de forma sistemática y a lo largo de los últimos quince meses, que lo peor ya quedó atrás.
Para empezar, habrá que atender a indicadores económicos reales, pues finalmente la crisis está afectando sobre todo a la calidad de vida de las familias, por lo que las cifras nominales en todo caso complementan lo que importa: el ingreso y el empleo de la gente. En este sentido, la última cifra proporcionada por el INEGI nos dijo que para el tercer trimestre de 2009 alcanzamos cerca de tres millones de desempleados abiertos (2 millones 925 mil), es decir, un millón más que al cerrar 2008. Nunca habíamos generado tantos desempleados tan rápido. Cada uno de esos desempleados es un drama individual, con extensión al grupo familiar, que no puede dejar de considerarse como relevante porque hay quien otea ciertas “señales” de que la economía va mejor.
Es indispensable atender al tema del desempleo porque está evidenciando destrucción productiva y desaprovechamiento de las capacidades de cientos de miles de trabajadores calificados, que ya habían sido recibidos en el mercado de trabajo, acumulado experiencia, y que ahora se encuentran excluidos de la posibilidad de contribuir a generar riqueza para el país y de llevar ingreso y sustento a los suyos. De hecho, de los casi tres millones de desempleados que se reconocen oficialmente en el país, sólo 273 mil, menos de la décima parte, no cuentan con experiencia laboral previa. Asimismo, la caída del número de afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social durante 2009 implica que buena parte de los empleos de la mejor calidad se perdieron, y que el desempleo dejó de hacer distingos por perfil educativo y ahora se ceba también sobre los individuos y familias que más invirtieron en su “capital humano”. Para noviembre de 2009 había afiliados al IMSS 400 mil trabajadores permanentes menos que los que se alcanzaron en octubre de 2008, antes del inicio de la crisis.
Desde el gobierno se ha llegado a argumentar que la tasa de desempleo mexicana, con todo, es menor a la de países desarrollados. Sin embargo, una primera diferencia gruesa consiste en que aquí no hay protección al desempleo (en España, por ejemplo, si bien ha crecido el número de desempleados de manera acelerada con la crisis, hoy son menos los españoles desocupados sin ningún tipo de ingreso a través de los programas públicos que los que había antes del inicio de la crisis). Pero además, nuestra tasa de desempleo es baja sólo en apariencia. Si se profundiza un poco más y se compara el número de desempleados abiertos (oficiales) con el número de trabajadores afiliados a la seguridad social, nuestra tasa de desempleo formal (desempleados formales -2.9 millones- sobre ocupados formales -14.2 millones-) es del 20 por ciento (leyó usted bien, veinte por ciento). Esto quiere decir que hay un desempleado por cada cinco trabajadores en pleno goce de sus derechos laborales. Una de las cifras históricas más altas del mundo e, insisto, sin que existan redes de seguridad social para garantizar el ingreso de las familias cuyos trabajadores son echados a la calle o cuyos negocios han quebrado.
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Una de las razones por las que la tasa de desempleo es en apariencia baja es porque, tradicionalmente, estar desocupado es un lujo que muy pocos pueden darse. Así, las personas que no tienen ahorros, ni apoyo familiar, y no encuentran empleo, se vuelcan a la informalidad para asegurar algún tipo de ingreso. Eso hace que el número oficial de “ocupados” sea alto aunque en realidad sea gente sin un empleo propiamente dicho ni en los términos que prevén la Constitución y la ley federal del trabajo. No obstante, en la actual coyuntura las posibilidades de encontrar ocupación en el sector informal también se achican: hay un límite para el número de vendedores ambulantes, cuidadores de coches, lavadoras de ropa ajena, etc., sobre todo si quienes les compran los bienes o requieren de sus servicios también han visto caer su ingreso. Para decirlo en una palabra, la economía informal también depende del crecimiento económico y ante la ausencia de éste las actividades informales pueden extenderse pero con un límite al que podemos haber llegado ya.
Empleo no hay y buenos salarios tampoco. El bochornoso incremento del salario mínimo aprobado a final de 2009 resulta, en términos reales, negativo (esto es, descontando el incremento de precios). Eso en particular si se toma en cuenta la dinámica de los bienes básicos y del bien salario por excelencia, que son los alimentos. Además, como el salario mínimo sirve como indicador o como ancla para fijar los salarios medios de la economía, la masa salarial total en el país continuará contrayéndose.
Con estos datos, dudo que algún televidente fuese persuadido por la idea de que “vamos en el camino correcto” como pretende el presidente Calderón.
CALDERÓN: MIRAR AL PASADO CERRANDO LOS OJOS A LA CRISIS ACTUAL
por IETD on 2010/01/15 9:48 PM
Raúl Trejo Delarbre
Eje Central. 8/01/2010
Hueco de contenido y plano en la forma, el mensaje de año nuevo del presidente Felipe Calderón resultó fallido, sobreactuado y en exceso retórico. De frente a la cámara durante los 10 minutos que duró el saludo en cadena nacional este 6 de enero, enfatizando sus palabras con movimientos de manos y brazos, flanqueado por la bandera nacional y con varias docenas de decorativos libros a sus espaldas, el presidente Calderón inició sus actividades públicas en el nuevo año incursionando en lo que desde ahora podemos considerar como la disputa por la tradición. En este año de conmemoraciones centenarias, no habrá fuerza política que no procure apropiarse de la historia nacional proponiéndose como heredera, continuadora o al menos usufructuaria de las gestas –y los gestos– de los héroes independentistas y revolucionarios a los que con tanto tesón conmemoraremos durante los siguientes 12 meses.
Con ese afán, Calderón exhortó: “hagamos de este año, 2010, nuestro momento en la historia, para seguir con el camino trazado por los Padres de la Patria”. Cada quien entenderá como le convenga cuál es ese camino. Para el presidente de la República, su gobierno está continuando la ruta de los próceres de hace 100 y 200 años, cualquiera que ella sea. Unos minutos antes había dicho, refiriéndose a la situación de la economía, “vamos en el camino correcto”.
El presidente dedicó buena parte de su mensaje a proponerse como continuador de ese rumbo, en una figura retórica que seguramente escucharemos demasiadas veces en los siguientes meses pero que resulta harto discutible. Es difícil reconocer a un gobierno del PAN como continuador de los empeños del excomulgado Hidalgo, el heterodoxo Morelos, el laico Carranza, o de caudillos populares como Zapata y Villa, de quienes se encuentran tan distantes las políticas de la administración actual.
Desde luego no será la primera vez que desde el poder político se desgranan discursos y se violenta la historia para identificar al gobierno en turno con un pasado nacional que sigue involucrando a la mayoría de los mexicanos. El actual presidente ha tenido la desventura de celebrar los centenarios patrios en un contexto de crisis económica y desencanto político que compiten, juntos, contra sus palabras.
Cuando el presidente Calderón se ufana de que ante la crisis económica “los mexicanos salimos adelante”, trata de inyectarle a la sociedad una dosis de confianza que no sería desdeñable si fuera genuina y eficaz. Lamentablemente el optimismo retórico del presidente se contradice con la realidad de una economía maltratada y sin opciones de recuperación claras. Abundan los diagnósticos consternados ante la acumulación de carencias recientes. Uno de los más apabullantes es el recuento de varios documentos que publicó Ricardo Becerra en El Universal de antier: caída de casi 8% en el PIB, más de 26 millones de mexicanos que no tendrán recursos ni siquiera para comprar la canasta básica, casi 11 mil empresas cerradas durante 2009, contracción del 8.5% en el consumo, casi medio millón de empleos perdidos.
Ante datos de ese corte, ¿cómo atender con seriedad al vano esfuerzo del presidente Calderón cuando convoca a eludir “visiones pesimistas nos paralicen e impidan alcanzar nuestros ideales”? ¿Vamos a enfrentar la crisis cerrando los ojos al presente, mirando con nostalgia al pasado nacional y tomados todos de la mano en un voluntarioso esfuerzo para parecer unidos y firmes ante la adversidad económica y las crecientes carencias sociales? ¿No sería más sensato, pero también verosímil, un discurso que reconociera autocríticamente las fallas del gobierno y de la sociedad, que hiciera un balance de aciertos pero también errores y que al tratar como adultos a los ciudadanos les exigiera también responsabilidades?
Las prioridades que apunta el presidente Calderón –creación de empleos, combate a la pobreza y fortalecimiento de la seguridad pública– atienden los problemas de mayor relevancia. El anuncio de “un impulso inédito a la infraestructura” (carreteras, puertos, aeropuertos) parece pertinente, sobre todo por la capacidad que esos proyectos pueden tener para ocupar mano de obra. Sin embargo ese esfuerzo estará limitado por las restricciones del presupuesto federal, que casi no creció debido a la ausencia de una auténtica reforma fiscal. Esa reforma, como todos sabemos, no fue posible debido a la reticencia de los partidos políticos a enfrentar con seriedad la necesidad de fortalecer al Estado y a sus finanzas.
A esas fuerzas políticas, el presidente Calderón las desdeñó en su mensaje de nuevo año. Ni una palabra dijo acerca de la concertación que hace falta entre los legisladores, ni sobre la iniciativa de reforma política que él mismo envió el Congreso hace tres semanas. En aquella ocasión dijo, para respaldar su iniciativa de reformas para las instituciones políticas: “reafirmo mi convicción de que sí es posible transformar a México”. Esa convicción se le olvidó muy pronto al presidente Calderón, o simplemente no consideró necesario mencionar el tema en su mensaje a los ciudadanos con motivo del año nuevo. De ser así, estaremos constatando que el presidente tiene un discurso para el conjunto de la sociedad y otro para la llamada clase política.
Por lo pronto, el mensaje presidencial fue minimizado en la prensa. Ayer, 7 de enero, Reforma relegó la información sobre la alocución del presidente a la página 5. El Universal a la 6, con una pequeña llamada en primera plana. Milenio incluyó una breve mención en primera, como complemento a la nota principal acerca del pleito entre el secretario de Gobernación y el líder de los senadores del PRI. La Jornada destacó ese mismo tema, con una nota lateral, a una columna, en primera plana. La Razón informó del mensaje presidencial en su cintillo, de manera similar a La Crónica que colocó una pequeña foto del presidente en el segmento superior de su primera plana. Excélsior fue intencionalmente incisivo: bajo un titular principal que decía “Desocupación en 2009. Un millón pidió su fondo de desempleo”, colocó la frase “Calderón sostiene que la economía está sana”.