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El debate público

La crucifixión del profesor Bernal

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

13/03/2017

Las apariencias engañan. Precisamente por eso, el periodismo tiene que ser mucho más que el relato de apreciaciones superficiales. Así ha sido siempre, pero en esta época de información abundante y constante con frecuencia se confunden las impresiones superficiales con la realidad y las murmuraciones con auténticas informaciones.

La avidez de los medios de comunicación para nutrirse con asuntos estridentes los ha llevado a depender de contenidos que circulan en internet. Allí, como tanto se ha dicho, hay de todo. Pero los medios, con tal de ofrecer las dosis de escándalo que permitan mantener la crispación y la atención de sus públicos, en vez de indagar, verificar y hasta entonces publicar, se conforman con tomar contenidos de las redes sociodigitales.

Ramón Bernal Urrea, profesor en la Preparatoria 10 de la Universidad de Guadalajara, fue víctima de esa voracidad mediática por el sensacionalismo. El segmento de la grabación de una de sus clases, donde hacía la parodia de un marido abusivo, fue tomado como si se tratara de la expresión de un individuo misógino. El video ha circulado lo suficiente para que no sea necesario transcribir los improperios del esposo mandón caricaturizado de esa manera.

La grabación intencionalmente editada por algún alumno para que pareciera que Bernal hablaba de sí mismo circuló con intensidad desde el lunes 6 de marzo. Muy pronto enardeció en las redes digitales, que son muy útiles para denunciar, pero pocas veces para explicar. #LordMisógino, #LordPrepa10, etiquetaron de inmediato al profesor Bernal.

Los 90 segundos con la caracterización del abusador circularon por toda Hispanoamérica. El azoro fue generalizado: miren al profesor de Zapopan, tan persuadido de su insolencia que la exhibe delante de los muchachos de preparatoria. Nadie, entre los centenares de miles que reenviaron las ligas al video, se extrañó del tono impostado de esa personificación. Nadie, en los medios que lo difundieron, se tomó la molestia de verificar si se trataba en efecto de una cínica expresión de desprecio a las mujeres. Para qué. Las multitudes en línea habían dado su veredicto. El profesor de la Prepa 10 ya era trending topic.

El martes 7 por la noche el noticiero de Denise Maerker en Televisa presentó un fragmento del video. La conductora, con evidente desagrado, simplemente subrayó “más misógino no se puede”. Para entonces, la furia en línea y los comentarios en los medios habían llevado a la directora de la Prepa 10, así como al rector de la Universidad de Guadalajara, a condenar al profesor Bernal, contra quien anunciaron un procedimiento administrativo.

Bernal colocó una carta en su muro de Facebook a la media noche de ese martes 7 de marzo. Aclaró que el video mostraba el ejemplo que hizo ante su grupo de “una situación de violencia familiar… el objetivo de la clase es evitar que los alumnos lleguen a ser agresores o agredidos”. El profesor ofreció una disculpa a los alumnos “si se ofendieron al retratar de manera tan explícita la violencia familiar que muchas personas sufren actualmente”. La carta estaba acompañada por una versión más amplia del video donde se aprecian las explicaciones de Bernal antes de parodiar al esposo machista.

Cualquiera que hubiera querido indagar podría haber encontrado ese espacio en Facebook donde Bernal, desde semanas antes, tenía comentarios contra la violencia en el noviazgo, citas de Albert Einstein sobre la promoción del talento y de Herbert Spencer sobre la educación como instrumento para formar personas capaces de tomar decisiones. Pero en vez de investigación, hubo una crucifixión virtual y mediática.

El miércoles 8 de marzo, a las 6:04 de la mañana, el conductor Francisco Zea inició así el noticiero de Imagen Televisión: “Este hombre fue grabado haciendo comentarios estúpidos, haciendo comentarios verdaderamente asquerosos. El tipo es un pobre pe…inetas, de verdad… pobre estúpido… No debería dar clase ni en un camión. Imbécil”.

En el transcurso del noticiero, Zea recibió el video completo y modificó drásticamente sus apreciaciones. A las 7:58 dijo: “Al maestro Ramón Urrea la ofrezco una disculpa porque es una responsabilidad personal el haber checado las cosas y no irme con lo que ofrecen las redes sociales. Ramón Urrea Bernal: le ofrezco una disculpa por las palabras que le dije y hay que aceptarlo y es un ejercicio de honestidad el hacerlo”. Después de mostrar el video con la explicación previa del profesor, Zea reiteró: “Lo tenía yo que haber hecho: primero investigar. Así que asumo la responsabilidad de lo que le dije y le ofrezco una disculpa: perdón”.

   Esa reacción del periodista resultó infrecuente en medios tan autocomplacientes y reacios a la autocrítica como los que abundan en nuestro ecosistema comunicacional. La disculpa era apenas suficiente después de los improperios del mismo Zea, cuando creyó que el video mostraba a un desvergonzado apologista del maltrato a las mujeres.

A quienes producen el noticiero de Televisa que conduce Paola Rojas les convendría ver los informativos de otras televisoras porque a las 8:29 de ese mismo miércoles presentó a la periodista Viviana Martínez con el video de la lección del profesor de la Prepa 10. Al día siguiente, jueves 9, Rojas admitió el error y dijo: “Maestro Ramón Bernal, una disculpa, muy apenados con usted”.

Esa noche Denise Maerker incluyó la nota de un reportero que citó las explicaciones de Bernal en Facebook. Más adelante se reprodujeron declaraciones del profesor, pero fueron matizadas por nuevas afirmaciones de la directora de la preparatoria y el rector de la UdeG. En vez de reconocer que había mostrado un video sustraído de su contexto, la conductora del noticiero insistió en cuestionar a Bernal, pero ahora por emplear “un lenguaje soez y profundamente ofensivo contra las mujeres”.

Pocos medios admitieron que se habían equivocado. En las redes sociodigitales circularon mensajes de disculpa al profesor Bernal, pero fueron más los improperios y las descalificaciones. Hasta  ayer por la mañana el video completo, que dura 2.05 minutos y en donde aparece la explicación del profesor, tenía 12 mil 700 vistas en YouTube. En cambio, el video editado, que permitía suponer que se trataba de un individuo misógino, fue visto más de 165 mil 500 ocasiones.

La ira en las redes digitales, que en ocasiones permite señalar tropelías y contribuir a resolverlas, pero que es tan proclive a la irreflexión y la desmesura, llegó también a change.org. El martes 7 de marzo Tzitzi Santillán, regidora y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad de Género de Zapopan, Jalisco, inició en ese sitio una petición para exigir “que la UdeG sancione a maestro misógino y capacite al resto en igualdad de género”. En dos días reunió 3,128 firmas. La promotora y los firmantes de esa exigencia no se preocuparon por comprobar la circunstancia del infortunado video.

El jueves 9, el ciudadano Jorge Vega inició en change.org una petición para ofrecer una disculpa pública al profesor Urrea. “Es verdaderamente indignante —se dice allí— que se afecte de esta forma a una persona y a su familia solo porque la gente no entiende que antes de compartir, publicar, comentar y hasta dar like hay que verificar que la información que tenemos enfrente es real”. Tres días más tarde esa petición la habían firmado 25 personas.

Su carta y el video que consiguió le permitieron al profesor Bernal Urrea contener la satanización que desató en su contra. Se puede discrepar del lenguaje que utilizó en su clase, pero ése no era el motivo de los cuestionamientos que se propagaron con rapidez viral. Fue víctima, en línea, de una versión editada para perjudicarle. Pero sobre todo, en el espacio público acaparado por los medios fue víctima de manejos periodísticos no profesionales. Las autoridades de la Universidad de Guadalajara, antes de enterarse directamente o de conocer la versión de uno de sus profesores, se sumaron a la descalificación con tal de congraciarse con los medios.

Las redes sociodigitales son formidables instrumentos para alertar, subrayar y propagar acontecimientos. Los medios de comunicación pueden apoyarse en ellas para tener indicios de asuntos que luego tendrían que verificar. Desde luego, es más sencillo tomar videos, privarlos de su contexto, subirse al tren del sensacionalismo y sintonizarse con el pasmo, los aplausos o la indignación en línea. Pero el periodismo auténtico investiga —y cuando falla, lo reconoce y se disculpa— precisamente porque todos sabemos que las apariencias engañan.