Ricardo Becerra
La Crónica
08/11/2020
¿Es inevitable que México continúe en un tobogán de polarización, confrontación y al cabo, destrucción de una esfera pública razonable, convivencia llevadera y búsqueda de soluciones? ¿Porqué desde hace más de dos años, hemos dejado de hablar de problemas, en sus términos y en sus cifras, en su singular gravedad? ¿Porqué nos acostumbramos a una narración holística (la corrupción) qué, una vez resuelta -según el gobierno- abriría las compuertas para la solución de todo lo demás?
Con esta manera de pensar, el gobierno no sólo se ha ahorrado proyectos, información y explicaciones indispensables, sino que también, ha ahogado el debate democrático en una fría tina del ninguneo. Se trata de combatir la corrupción, ahorrar y devoción al líder. El diálogo es inútil. Y en esas estamos.
Tómese cualquier problema fundamental de este país grande, diverso y plural, tal como somos: ¿política económica? ¿política social? ¿la política real, no la imaginada, contra la corrupción? ¿el gran litigio constitucional y legal tendido por la actual administración? ¿política de seguridad pública y militarización? ¿política laboral y protección de los derechos de los trabajadores? ¿política medioambiental? ¿compromisos contra el cambio climático? ¿política cultural? ¿política científica? ¿política educativa en sus niveles esenciales y en su nivel superior? ¿política migratoria? ¿afirmación del Estado laico? ¿la política y la comunicación del Estado? ¿el estilo personalista, concentración de poder y de recursos que domina el Presidente? ¿las decisiones antidemocráticas, verificables en estos dos años? ¿la forma en que se ha gobernado la pandemia, el peor problema para la vida de los mexicanos en un siglo?
Elijan ustedes cualquiera de esos campos y podrá corroborar la misma constante: no hay objetivos explícitos, se trata que los servicios y los servidores públicos soporten recortes presupuestales por doquier (hasta reducción del aguinaldo), en medio de decisiones inconsultas, arrebatadas, imprevistos y desplantes. Sin programas, metas ni propósitos medianamente definidos. Todo lo hecho y por hacer en nombre del combate a la corrupción y de una “cuarta transformación”.
Esto era bastante evidente en diciembre de 2019, pero se convirtió en conducta endémica, generalizada y permanente hasta nuestros días.
Por eso, el Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD) se dio a la tarea de convocar a 22 autores que, en 18 ensayos, abordasen temas neurálgicos del momento presentísimo, con metodología newtoniana: ¿Cómo estábamos? ¿Qué ha hecho este gobierno frente a esos problemas? ¿Cuáles son sus resultados iniciales y los resultados previsibles? Diagnóstico, análisis y síntesis. Subrayo: en los asuntos que de verdad importan.
Pues bien, el IETD y la editorial Grano de Sal, están en condiciones de ofrecer a la sociedad y a la opinión pública mexicana un “Balance temprano… desde la izquierda democrática”, un volumen impreso en el que se abordan con ese escalpelo nuestros actuales problemas críticos.
El elenco de autores -casi todos- pertenece al IETD, organismo que hace apenas unos días cumplió 31 años de existencia. Pero no somos tan sectarios como para que no procurásemos llamar a las plumas más autorizadas en cada campo. Creo, lo conseguimos.
Y así, la utilidad es doble. Un análisis riguroso del problema, en voz de la mejor inteligencia disponible. El resultado son casi 400 páginas enérgicas para valorar qué ha ocurrido realmente en el mandato de este gobierno durante su primer tercio. No los dichos, no la retórica: los hechos.
Es un “Balance Temprano”, porque quisimos responder a la prisa de un gobierno cuyo verbo fundamental no es reformar, sino desmantelar y más que mejorar… centralizar. Un gobierno con una idea desmesurada de sí mismo y según la cual, a la mayoría se le permite todo -o casi todo- por el hecho de serlo, sin reglas, sin formatos constitucionales, sin modos legales y ni siquiera, con buenos modales.
El libro es una interpelación desde la izquierda democrática porque las mujeres y los hombres que conforman el IETD provienen de esa experiencia y de esas luchas desde los años 70 y 80, hasta la actualidad. Muchos de sus integrantes han consagrado su vida lo mismo con la pluma, con la acción política o en el servicio público a favor de la igualdad, los derechos, el reparto, la sustentabilidad, pero siempre dentro de un estricto compromiso democrático, sin lamentaciones ni disculpas.
“Balance temprano” debe entenderse así: la izquierda democrática mexicana (una parte), dirige su crítica al gobierno de López Obrador.
Finalmente: el nuestro es un libro que se niega a usar el socorrido cliché de la “4T”, por claridad y precaución pues, cuando los protagonistas, militantes y seguidores del Presidente López Obrador hablan con orgullo de la “cuarta transformación”, los miramos con un gramo de filosofía y humor. Recuerdan el viejo chiste de un escritor italiano: “Aquel soldado -clarividente de su propio destino- que al despedirse de su esposa le dice: mujer, me voy a la guerra de los cien años”. ¿Cómo podría saberlo?
¿Cómo pueden saber los funcionarios de hoy que harán un cambio del tamaño de la Reforma o de la Revolución mexicanas? Por eso, para no rendirse a esos efluvios, el acrónimo fue deliberadamente omitido en nuestro libro y hemos tratado al gobierno como lo que es: un gobierno que emergió de unas elecciones normales, libres y terrenales. Por eso, un gobierno que debe responder a cuentas al cabo de casi dos años de ejercicio en un balance necesario.