Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
20/04/2020
Cuenta la leyenda que mientras ocurría el gran incendio de Roma, en el año 64, el emperador Nerón tocaba una lira. La imagen de aquel gobernante despreocupado y negligente ante la tragedia ha sido rescatada en las redes sociodigitales como metáfora de la incuria del presidente López Obrador.
El número de contagios registrado por las autoridades de Salud aumentó este sábado en 9% y las defunciones, 19%. En algunas ciudades los hospitales ya están o pronto se encontrarán saturados de pacientes con Covid 19. La tasa de letalidad en México se ha incrementado a 8.67% (en el mundo es de 6.8%). La desprotección del personal de salud es patente en todo el país.
Los 350 mil empleos cuya pérdida se había registrado hasta hace dos semanas posiblemente se han duplicado. Las capacidades financieras del país se encuentran en su momento de mayor debilidad en muchos años. La pérdida del grado de inversión de los bonos de Pemex es otra tragedia nacional.
Millones de mexicanos han atendido, con disciplina y solidaridad, a las peticiones para que nos quedemos en casa. Pero otros muchos no pueden, o no quieren. Las estaciones del Metro atestadas, o los mercados concurridos a pesar de insistentes recomendaciones, expresan dos circunstancias que expandirán los contagios y provocarán muchas muertes.
Por una parte, el gobierno federal no ha sido capaz de convencer a todos los mexicanos. La despreocupación que durante semanas mostró el presidente de la República sobre los riesgos de la epidemia, la tardanza para sugerir el confinamiento domiciliar más allá de lo que recomendaban los epidemiólogos, la decisión para que la permanencia en casa sea discrecional y las contradicciones e insuficiencias en la información sobre el contagio, afectaron la credibilidad del gobierno.
Aunque tardía, el gobierno federal tomó una decisión pertinente al disponer el cierre de empresas. Pero la tomó de manera insuficiente porque no puso en marcha medidas para dotar de un ingreso de emergencia a millones de trabajadores. Todo el costo de la suspensión de actividades fue trasladado a las empresas y, entre ellas, hay muchas sin liquidez suficiente para soportar varias semanas sin producción ni ventas.
El Estado no ha cumplido con la responsabilidad que tiene para mantener el funcionamiento de la economía. Eso únicamente podría lograrlo con medidas de emergencia que le den recursos (deuda y déficit sobre todo, como tanto se ha dicho) pero en vez de tomar en serio esas opciones el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha encerrado en posturas inaceptablemente conservadoras.
Hace unos días propuso que las utilidades que obtiene el Banco de México debido a la disminución del peso frente al dólar fueran entregadas al gobierno ¡para pagar parte de la deuda externa! Precisamente cuando los gobiernos de todo el mundo están contratando deuda para hacer frente a la crisis económica causada por la pandemia, el presidente de México quería destinar recursos a pagar a los bancos internacionales en vez de pedirles más dinero. Además esa petición al Banco de México era ilegal porque los remanentes de operación, si los hay para entonces, sólo se pueden transferir al gobierno dentro de un año.
El descuido del gobierno se advierte en otras áreas. En Ciudad Victoria y cerca de Matamoros, en Tamaulipas, individuos uniformados y con armas largas, que se identificaron como miembros del Cártel del Golfo, repartieron centenares de despensas. En San Luis Potosí, el Cártel Jalisco Nueva Generación distribuyó bolsas con comida y artículos de limpieza. En Apatzingán, Michoacán, el grupo Los Viagras hizo lo mismo. En zonas marginadas cerca de Guadalajara, una hija de “El Chapo” Guzmán repartió despensas y cubrebocas con la imagen de ese delincuente.
Las pandillas del narcotráfico delimitan territorios y buscan adhesiones sociales en el vacío en materia de seguridad que deja el Estado y aprovechando el empobrecimiento adicional que trae la pandemia. Por otra parte y sin catastrofismo alguno, es posible prever que la delincuencia ordinaria aumentará debido al descontrol que ocasiona la emergencia sanitaria y también, quizá, como consecuencia directa de la crisis económica. En todo el mundo, y México de ninguna manera será la excepción, el confinamiento en casa acentúa la vulnerabilidad de las mujeres maltratadas.
Intolerancia e insensibillidad, en casos notorios, desembocan en insolidaridad. Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más beneficiados con favores de este gobierno y de los gobiernos anteriores, incita al desacato contra las medidas que las autoridades de Salud han dispuesto para detener los contagios. El desempeño del Dr. Hugo López Gatell ha sido discutible y errático; las medidas que de manera importante él ha contribuido a establecer han sido tardías. Lo que muchos hemos cuestionado son la timidez y la insuficiencia de varias de esas decisiones y, sobre todo, la falta de disposiciones extraordinarias por parte del Estado para que la permanencia en casa sea realmente posible. Pero López Gatell es la autoridad ante la epidemia y exhortar a que no le hagan caso, como hizo Televisión Azteca, es literalmente criminal.
Para enfrentar ese comportamiento de Televisión Azteca el gobierno federal, con la ley en la mano, podría requisar las instalaciones de esa empresa o, junto con el Instituto Federal de Telecomunicaciones, podría promover la cancelación de las concesiones de televisión que usufructúa ese consorcio que utilizan frecuencias que son propiedad de la Nación. Además hay sanciones que establece la Ley General de Salud. En vez de ello, el presidente disculpó al conductor de TV Azteca que fue enviado a decir esa proclama contra las medidas sanitarias y la Secretaría de Gobernación hizo una comedida amonestación. Al presidente López Obrador le interesa más amparar los negocios de Salinas Pliego que defender la salud de los mexicanos.
La gobernabilidad del país está en riesgo. El gobierno federal ha sido rebasado por la pandemia, pero también por su propia soberbia e incompetencia. Numerosas organizaciones ciudadanas, de empresarios y académicos, entre otros segmentos, han presentado enfáticas propuestas para que el gobierno encabece a la sociedad en la necesaria cruzada para enfrentar la pandemia.
Los oídos sordos del presidente, que no sólo desprecia a quienes no lo adulan sino que además los considera adversarios suyos, cada vez convencen más a esos ciudadanos de que es imposible construir una acción común con el gobierno federal.
Ojalá que el presidente reaccionara a favor de esa acción conjunta. Pero sus omisiones y negligencias ya han llevado a varios gobernadores a discrepar con las medidas del gobierno federal porque les parecen insuficientes o equivocadas. Entre quienes se inconforman hay gobernadores del PRI (Coahuila), PAN (Tamaulipas), PRD (Michoacán), Morena (los impresentables gobernadores de Baja California y Puebla), sin partido (Nuevo León) y el gobernador de Jalisco que forma parte de Movimiento Ciudadano y que a partir de hoy lunes establece confinamiento obligatorio (salvo excepciones) y empleo forzoso de cubrebocas. La urgencia que enfrentan sus estados lleva a esos gobernadores a buscar soluciones más allá del la cooordinación y el respaldo que debería ofrecerles el pacto federal.
La indiferencia y los errores del gobierno federal también están propiciando una intensa renovación organizativa de la sociedad activa. Beneficiarios antiguos y actuales de instituciones culturales, como el FONCA, arbitrariamente canceladas; becarios del CONACYT que se quedaron sin pago; enfermeras, internistas y médicos que no tienen los equipos que necesitan para protegerse; propietarios y empleados de restaurantes; profesionistas independientes, artesanos, pequeños productores y comerciantes, que se encuentran sin clientes y sin ingresos debido a la parálisis del mercado: todos ellos se asocian para impulsar recursos legales y mecanismos de respaldo mutuo. Las agrupaciones empresariales, urgidas de soluciones, se reestructuran o adquieren nuevo protagonismo.
Se trata de una oleada organizativa más allá de los partidos e integrada por ciudadanos que, sin dejar de exigir que el gobierno federal actúe, exploran sus propias vías para expresarse y defenderse. Las donaciones para comprar equipo médico y respaldar al personal de salud se incrementan, aunque siguen siendo insuficientes. Todas esas agrupaciones y coaliciones actúan de manera reticular apoyándose, precisamente, en las redes sociodigitales, crean cadenas de apoyo, transitan de la necesidad a la solidaridad, ejercen su ciudadanía en la emergencia. Allí, y no en las incitaciones cotidianas para torcer la agenda de los asuntos públicos, se encuentra el futuro de la sociedad.
En un desplante que puede ser autoritario, pero que sobre todo indica su retraimiento respecto de la realidad, el presidente López Obrador retó a aquellos que considera sus opositores para que el referéndum que podría revocar su mandato coincida con las elecciones federales del año próximo. Se trata de una propuesta ilegal porque la Constitución dispone que, si fuera solicitada por una cantidad suficiente de ciudadanos, esa votación tendría que realizarse en 2022. Lo que quiere López Obrador es aparecer en las boletas de la elección de julio de 2021 para respaldar con su presencia a su partido, Morena.
López Obrador fue electo por seis años. Ese es el plazo que debe gobernar. Cuando llegue el momento los mexicanos evaluarán los haberes y deberes de quienes ahora se encuentran en el poder. Mientras, es posible exigir que gobiernen para todos y no para sus prejuicios, sus amigos y sus intereses. México no quiere ni se merece réplicas autóctonas de aquel emperador romano que contemplaba desdeñoso cómo se extendía el incendio. Nerón, por cierto, después de ese desastre aprovechó la confusión y la devastación para incrementar su autoritarismo.