Ricardo Becerra
La Crónica
13/02/2024
Reza la exposición de motivos que creó la Comisión «Noi Denunceremo» (Nosotros denunciaremos) en Italia: “clamamos por la justicia y la verdad sobre lo que realmente pasó, en honor a todas las víctimas del Covid-19”. Fue una Comisión auto organizada por familiares de fallecidos que, por su ejemplo, obligó después a integrar otra comisión oficial, legal, con el mismo fin.
En Inglaterra, en cambio, desde el Parlamento fue creada una Comisión con fuerza legal para evaluar al gobierno de Boris Johnson y su destartalada gestión populista de 2020. Este órgano obtuvo atribuciones amplias, entre otras, realizar audiencias a los responsables, quienes tomaron decisiones en aquel país y tiene el poder para hacerse de los documentos oficiales que requiera para confeccionar su investigación.
En Nueva Zelanda -a pesar de ser uno de los países con mejor desempeño, menos contagios y menos muerte- se constituyó el “Comité Especial de Respuesta a la Pandemia de Covid 19” para revisar las acciones del gobierno que fueron “mal concebidas y mal ejecutadas”.
El caso de Brasil es interesante. El 13 de abril de 2021 se creó la Comisión Parlamentaria de investigación (CPI) Covid-19, instaurada por orden del Juez Luis Roberto Barroso del Tribunal Federal Supremo, a petición de 31 senadores que exigían el esclarecimiento público de una gestión desastrosa apadrinada por el entonces presidente Jair Bolsonaro, en especial “por la no transferencia oportuna de fondos federales a estados y municipios para enfrentar la pandemia”. Este órgano ha acreditado, por ejemplo, que Pfizer América Latina ofreció las primeras, 1.5 millones de vacunas al gobierno en diciembre de 2020 y que Bolsonaro, olímpicamente, rechazó el ofrecimiento.
Hay algunas integraciones incluso más allá de los estados nacionales, como el “Comité Especial” formado en la Unión Europea y cuya misión es analizar la respuesta de la Unión en cuatro áreas críticas: la sanitaria, el respeto a los derechos humanos, el impacto socioeconómico y la relación de la unión entre sí y con el resto del mundo durante una emergencia.
¿Lo ven? Brasil, Reino Unido, Italia, Nueva Zelanda; también Australia, Chile, Suecia o Costa Rica han visto crear este tipo de comisiones para recordar el episodio pandémico, reconstruir el arco de las decisiones públicas, encontrar explicaciones y ubicar a los responsables principales.
México, que tiene uno de los peores desempeños para la gestión de la pandemia en el mundo, medido indicador por indicador (número de contagios, muertes, muertes en exceso, muertes del personal médico, bajo número de pruebas, tiempo de salida de la crisis económica, etcétera) no podría quedar al margen de estos esfuersos universales por realizar la autopsia de la gestión pandémica.
Con tal motivo, fue integrada la “Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México”, un grupo amplio, multidisciplinario y plural de investigadores y académicos que -ante la inacción gubernamental y parlamentaria- ha decidido reunirse para buscar las respuestas, confeccionar un diagnóstico comprehensivo y derivar de ahí, una serie de lecciones que nuestro país debería asumir de ahora en adelante y cuyo objetivo principal es aprender de esa experiencia histórica y trágica.
Se trata, dice la propia Comisión mexicana, de “conocer la experiencia, las opiniones y los juicios de todos los actores, desde el gobierno federal hasta los gobiernos locales, los responsables institucionales del combate a la enfermedad y los trabajadores en la primera línea de atención, los especialistas, los investigadores y especialmente, los ciudadanos y ciudadanas que atendieron y padecieron los efectos de esta enfermedad”.
Si México quiere ser un país serio, que asume con respeto las 800 mil muertes en exceso debidas a la pandemia, debería poner toda su atención en la búsqueda de esas explicaciones y respuestas. No creo que haya un propósito más importante que evaluar lo que pasó en la tragedia más grande de los últimos cien años ¿o sí?