Ricardo Becerra
La Crónica
20/09/2015
Seguro, ustedes ya lo saben: la decisión que tomó el gobierno federal para crear un nuevo aeropuerto unitario y completo en Texcoco, tiene como consecuencia inmediata un desafío colosal para los capitalinos: ¿y que vamos a hacer con el terreno que dejará la actual terminal aérea?
Esta es la sencilla pregunta que hace unos meses colocó en público, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México: ¿qué podemos hacer allí, en esa inmensa área, más grande que C.U. y más grande que Chapultepec en sus tres secciones?
La bola lanzada provocó ya, una larga onda eléctrica que tiende a crecer y que –a unas horas del Foro Internacional convocado para aprender de la experiencia del mundo- vale la pena precisar.
1) El objetivo parcial, de mediano plazo, es que la Ciudad de México haya escuchado a todas las voces y se hecho de todos los elementos para presentar su propia opinión, es decir, el punto de vista de los capitalinos y especialmente de los chilangos de menores ingresos que viven en el oriente del D.F. No va a ser fácil, por supuesto. No obstante, idealmente, “La opinión de la Ciudad” tendrá que estar lista en febrero del año que viene.
2) No se trata de una maqueta, de un “plan maestro” ni de un programa de reordenación territorial. Será, simplemente, un documento que proporcione a la Ciudad las pautas y las coordenadas para garantizar la conducción pública y el interés público en el desarrollo de ese gigantesco terreno. Principios, procedimientos y premisas para compartir una imagen de futuro más promisoria y menos desigual.
3) Por lo tanto, la “Opinión de la Ciudad” no será un planteamiento sacado de la manga: será confeccionado en público, a través de la discusión pública y de un aprendizaje auténtico. Por eso la instalación de mesas de trabajo con los vecinos, con Universidades, el Foro Internacional, la Expo que dará voz a la pequeñas y grandes empresas, una multitud de seminarios y otras actividades cuya función es sólo una: escuchar genuinamente antes de arrastrar el lápiz.
4) Para eso, el Doctor Mancera instruyó a los de su gabinete: “resetear el disco duro” y acudir a los Foros sin ideas preconcebidas, sin prejuicios, de modo que cada idea, problema o solución sea evaluada en sus propios méritos.
5) Y el proceso está dando resultados: hay arquitectos de gran prestigio quienes proponen recrear allí el viejo lago, como primera fase para desentubar los cuerpos de agua naturales de toda la Ciudad; hay otros que lo piensan como un enorme parque, pulmón oriente del D.F.; hay quienes lo siguen viendo como un proyecto gemelo, hiperconectado con el nuevo aeropuerto de Texcoco; hay quienes opinan que es mala idea cancelar las operaciones del aeropuerto actual y que debería probarse el esquema de una Ciudad con dos y hasta tres aeropuertos; hay quienes proponen un desarrollo mixto y el aprovechamiento cabal de las pistas actuales sin destruirlas, etcétera. Visiones mixtas, complementarias, a veces contradictorias. Pero escucharlas es un requisito que la Ciudad de México no puede (ni quiere) ahorrarse.
6) Pues de eso se trataba: despertar la imaginación, pero parte especial del aprendizaje consiste asimismo en reconocer qué no debe hacerse y cuáles son los límites físicos, materiales y estructurales de cualquier proyecto. Esta necesaria dosis de realismo es parte inevitable de la “Opinión de la Ciudad”.
7) Lo sabemos: la ruta conocida, más cómoda, es contratar un prestigiado despacho, esperar buenas ideas y anunciarlas en ceremonias rutilantes. Pero en una sociedad tan plural, alerta y democrática como la de esta Ciudad, esa vieja fórmula es sencillamente inviable.
8) Así las cosas, la discusión que ha iniciado el Gobierno capitalino (del que formo parte, en la SEDECO) no es el debate en torno a “unos terrenos” o “unos predios”, sino más profundo: es la Ciudad en una de sus zonas más empobrecidas, su gente, su cohesión social y sus patrones de desarrollo en el siglo XXI.
Aunque el nuevo aeropuerto entre en funciones en el 2020, vamos tarde. Es una gran reflexión que se debe la Ciudad y debe comenzar ahora.