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El debate público

López-Dóriga y el derecho a la crítica

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

26/01/2015

La disputa entre Joaquín López-Dóriga y el PRD va más allá de la imagen pública de ese periodista. En ese litigio, que dirimirá el Tribunal Electoral, están involucrados el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la crítica.

No se trata de un asunto relacionado exclusivamente con la propaganda electoral, aunque el spot de un partido y la legislación electoral sean el motivo y el marco jurídico de ese diferendo. Uno de los principios de la democracia es la posibilidad de discutir, cuestionar y, desde luego, exhibir los asuntos y las figuras públicas. Ése es un derecho de todos los ciudadanos, estén o no agrupados en partidos políticos.

Las acciones y apariciones de personajes públicos están sujetas al escrutinio de la sociedad. Esa vigilancia crítica se ejerce en variados espacios, entre ellos, el debate parlamentario, la discusión en recintos públicas, las caricaturas y los textos en la prensa. Los anuncios de los partidos políticos también constituyen algunas de tales zonas de discusión, aunque con tanta frecuencia sean tan huecos y efectistas.

No deja de ser paradójico que López-Dóriga, que como periodista frecuentemente cuestiona personajes públicos y que en televisión muestra imágenes de muchos de ellos no siempre de manera neutra ni laudatoria, se incomode por ser incluido en el breve spot de un partido político. Con frecuencia los profesionales de la comunicación se niegan a ser motivo del escrutinio que ellos practican a otros personajes públicos. Al promover un acto de censura como el que le ha exigido a las autoridades electorales, ese periodista pretende ser impune ante la crítica pública.

Retirado el spot por instrucciones de la Comisión de Quejas del Instituto Nacional Electoral, el PRD lo reemplazó por otro donde, en vez de la imagen de López-Dóriga, colocó los logotipos de Telmex y Televisa. La empresa telefónica, con un afán de enmascaramiento similar al del periodista, se inconformó con ese nuevo video.

El spot del PRD es muy sencillo. Demasiado simplista y maniqueo, inclusive. Un locutor dice: “Pasan los años y la historia se repite. Pero no. Lo que se repite son los errores”. Mientras se escuchan esas frases aparecen imágenes de manifestaciones y fotos de Gustavo Díaz Ordaz, Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto.

Luego la voz en off señala: “En cambio hay cosas que no se repiten. Siguen siendo lo mismo”. En ese momento se ve la imagen de López-Dóriga, que en la segunda versión del spot fue reemplazada por los logotipos de Televisa y Telmex.

Por unos segundos se escuchan críticas a la economía y a la inseguridad, para rematar con la proclama “en el PRD somos muy concientes de lo que no funciona en México”, mientras se ve un mosaico con las imágenes anteriores.

En ese spot no hay una sola idea de futuro, mucho menos aparecen propuestas. Con esa postura, el PRD manifiesta su involución al perfil de izquierda apocalíptica que parecía haber superado. Decir que entre el diazordacismo y los tiempos actuales sigue ocurriendo lo mismo, es una enorme mentira y manifiesta una inquietante esquizofrenia.

Uno de los ejemplos más contundentes de que las cosas han cambiado, aunque de manera insuficiente, es la presencia misma de ese partido. El PRD existe gracias a la oleada social que transformó la política en México y disfruta de libertades y recursos hasta para decir necedades. Una de ellas es la afirmación de que nada ha cambiado en el campo de la comunicación. Ninguna fuerza política contribuyó tanto y con tanto éxito, como el PRD, a la reforma legal para las telecomunicaciones. La hegemonía de Telmex y Televisa está siendo menguada gracias las nuevas condiciones para la competencia en esos sectores. Pero sus reflejos contestatarios le impiden al PRD entender y profundizar tales transformaciones.

De todos modos, ese partido tiene derecho a decir las simplezas que quiera y a emplear imágenes que circulan de manera abierta en el espacio público. El 11 de enero la Comisión de Quejas que integran tres consejeros del INE dispuso que ese spot fuera retirado porque podría ser “calumnioso” contra López-Dóriga. En la propaganda de los partidos está prohibida la calumnia, que la legislación electoral define como “la imputación de hechos o delitos falsos con impacto en un proceso electoral”.

Decir que nada ha cambiado en el país y para ello aprovechar la imagen de un conductor de televisión puede ser una afirmación discutible porque está sustentada en una apreciación subjetiva. Pero se trata de un juicio de carácter político, que también forma parte del debate público. No es una calumnia. Tampoco es calumniosa la reproducción de logotipos de empresas ampliamente conocidas y que tienen responsabilidades (aunque no siempre las cumplan) con la sociedad.

El PRD recurrió a esa decisión y el 23 de enero el Tribunal Electoral indicó que la Comisión de Quejas del INE debe fundamentar por qué López-Dóriga es calumniado en el spot. En su dictamen, el Tribunal recuerda que los personajes públicos, como están sujetos al debate público, tienen márgenes de protección de su imagen más limitados que otros ciudadanos. Esa tesis, añade la resolución, ha sido sostenida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Europea y nuestra Suprema Corte de Justicia.

Con esos antecedentes, el Tribunal instruyó a la Comisión del INE para tomar en cuenta “el grado de apertura a la crítica que, en su especificidad, resulta exigible a quienes se dedican a la labor periodística”, especialmente para quienes se benefician del “carácter público del servicio concesionado” que tiene la televisión.

En su decisión final, el Tribunal Electoral no solamente dará la última palabra sobre el capricho de un periodista que quiere eludir las consecuencias de ser un personaje público, aunque desde hace 15 años aparece todos los días en el canal de televisión de mayor audiencia. Allí se respaldará ––o no— el derecho a la discusión y a la crítica.