Ricardo Becerra
La Crónica
15/02/2015
Operador 1: ¿Puedes decirle a la gente de tesorería que fijen un tipo bajo a 12 meses?
Operador 2: Dalo por hecho.
Operador 1: Gracias, si necesitas tipos altos o bajos, no lo dudes… En general, lo podemos hacer en cuatro o cinco bancos.
Bonita conversación ¿verdad? Es una comunicación interceptada a dos empleados de la banca más importante del mundo (Deutsche Bank, Société Générale, Royal Bank of Scotland, JP Morgan y Citigroup, el bróker RP Martin), acusada de manipulación de las tasas (índices) con las que se prestan dinero. Ni libre mercado ni juego limpio. Pero alguien paga por esos malabares: generalmente los hogares, sus hipotecas, las deudas de países, los ahorros y pensiones.
Vean esta otra historia edificante: el señor Henry Blodget, ángel caído de Merrill Lynch, a quien se le descubrió correos electrónicos en los que utilizaba las siglas POS -“pedazo de mierda”- (siglas en inglés) para catalogar a muchas compañías cuyas acciones, sin embargo, recomendaba comprar a sus clientes.
Casi todos los bancos –y sus inseparables socias, las calificadoras- están envueltos en un prolijo guión criminal y HSBC no podía quedar fuera de la historia. La semana pasada volvió a exhibirse como constructor directo de empresas y sociedades fantasma, constituidas para ocultar la verdadera identidad del titular de las cuentas, a veces, evidentes criminales. Lavado de dinero y evasión fiscal, documentada por la investigación periodística conocida como “lista Falciani”.
¿De qué estamos hablando? De una riqueza privada oculta al fisco, en más de 80 “jurisdicciones secretas” y que alcanza una dimensión de entre 21 y 32 billones de dólares, o sea, el doble del PIB en EU, según cuentas de Tax Justice Network. La mitad de esa montaña de dinero es manejada por los 50 bancos privados más importantes del mundo.
A veces esos ríos de billetes son de origen legal, pero frecuentemente se trata de dinero emanado de crímenes diversos —corrupción, armas, drogas, seres humanos, fortunas de dictadores-. Según TJN, toda esa riqueza proviene de 91 mil personas, es decir, del 0.001% de la población mundial.
Si esa masa pagase los impuestos que debe (a tasas moderadas) no habría crisis fiscales ni en Europa ni en América, los Estados de Bienestar seguirían siendo perfectamente viables y se podrán financiar varios planes Marshall en países desesperados.
Creo que ésta es una cuestión decisiva, a la que deberíamos prestarle toda la atención y toda la acción de los partidos, movimientos sociales, medios de comunicación. Tendría que ser un tema obligado de las campañas por venir. Porque allí es donde anida la corrupción a lo bestia, la misma que creó la crisis financiera y que ahora hace inviable la recuperación.
En la lista Falciani aparecen 2 mil 642 mexicanos quienes, de la mano de HSBC, ocultan mil 900 millones de dólares al fisco, es decir, 72 millones por individuo.
La lista de pecados de los bancos es extensísima; constituye un desafío abierto al Estado (a los Estados) pero también una negación radical al mercado, pues en el entramado de la evasión, el ocultamiento y la manipulación, no compiten, sino que colaboran entre ellos.
¿Y que dicen los grandes banqueros? ¿Qué explicaciones dan sobre su responsabilidad en todo esto? Pues emitir un boletín, sonreír ante los órganos reguladores, mascullar alguna excusa y teorizar: “Los incentivos fueron perversos”.