Ricardo Becerra
La Crónica
29/05/2016
Esta semana concluye la campaña electoral -la enésima- después de 20 años de vivir y sobrevivir en una democracia. Esta vez, en 12 estados se elegirá gobernador, un estado más elegirá cinco alcaldías y la única Asamblea Constituyente será electa en la Ciudad de México. Pero insisto: son 20 años (casi una generación) en la que se repite más o menos el mismo libreto, los mismos dichos, entre los actores y poderes de ésta, nuestra democracia más bien desgraciada.
Por esa certeza —aburrida— no quiero pronosticar ganadores o vencedores, pero sí anticipar lo que dirán y cómo actuarán los protagonistas de nuestra moderna etapa política.
1) Habrán centenas, miles, de quejas. Unos contra otros, por casi cualquier cosa, algunas veces por asuntos serios y relevantes pero también por nimiedades, cálculos, estrategias o simplemente para llamar la atención de los medios. Por desgracia, lo que define la competencia electoral en estos años, es la queja, el litigio judicial electoral, la campaña que se basa en denunciar la propaganda ajena. Esto es lo que ha definido el medioambiente electoral, al menos, durante los últimos 15 años. Y eso es lo que veremos después del domingo que viene.
2) Los comicios expresarán los malos humores sociales, en plural. Cada gobierno, partido y cada medio de comunicación, han hablado en este período del mal humor social como si fuera único y unívoco, pero no: son muchos y de muy diversa índole. Una mayoría de veracruzanos tienen a Duarte (y al PRI) como una vergüenza insostenible. La sociedad oaxaqueña, en cambio, está irritada sobre todo con los inauditos excesos y las chifladuras de la CNTE, cosa que no pasa en Aguascalientes, en Durango o en Quintana Roo: allí la irritación es de otra índole. Tamaulipas es un espíritu social más sombrío y más cercano al miedo por el omnipresente boom delincuencial. En la Ciudad de México los sentimientos son otros, lo mismo que en Puebla o Sinaloa. Lo que quiero decir es que el hartazgo y la irritación que suele determinar a los análisis, no es uno, sino muchos, variados, aquí en contra de unos, allá en contra de otros con distintos nutrientes. Hablemos ya de hartazgos, no de uno, en una sola dirección.
3) En algunos lugares la izquierda no logrará ganar o refrendar su mayoría social o su gobierno porque asiste dividida; no por fraude, no por regresión, no por operaciones malditas: simplemente porque su voto se partirá, confundido entre su caudal histórico y las novedades –viejas o modernas- que se presentan en la boleta electoral. Ojalá la izquierda sepa evaluar este hecho, definitivo en varios estados importantes, en lugar de profundizar su pleito e inventar denuncias inexplicables. En este sentido, Veracruz es el epicentro del domingo venidero, el estado del que partirán el resto de discusiones, acuerdos y estrategias por venir.
Quejas por doquier, hartazgos en todas direcciones y la división de la izquierda, además de la presencia novísima de candidatos independientes, probable abstencionismo récord y claro, la queja de las televisoras y sus voceros por el “modelo electoral”.
¿Lo ven? Nada nuevo: a pesar de la magnitud, la importancia y la marca que dejarán los comicios dentro de ocho días, en lo fundamental, nuestras elecciones y nuestros actores volverán a alegar lo mismo, a quejarse por lo mismo como los discos rayados de nuestra pobre y tartamuda democracia.