Categorías
El debate público

Menos municipios

Ricardo Becerra

La Crónica

02/08/2015

Con tristeza y todavía aturdidos, los asociados al Instituto de Estudios para la Transición Democrática escribimos esto, casi un mes después de la tragedia de los normalistas en Ayotzinapa: “La discusión y rehabilitación del poder municipal. A estas alturas queda claro que ése es el ámbito privilegiado por el crimen (no el único) para reproducir su control y su terror. ¿Qué políticas seguir para fortalecer su capacidad institucional?, ¿qué facultades deben ser asumidas por los gobiernos estatales y cuáles por el federal? La re-centralización no es opción, pero tampoco el abandono y la indiferencia ante gobiernos tan débiles y expuestos ante poderes criminales que los superan ampliamente. Es posible que haya llegado la hora de replantear el mapa municipal de México: su fusión, ampliación, fortalecimiento, régimen de facultades, responsabilidades y derechos. México está obligado a examinar con toda seriedad la cuestión del federalismo, pieza esencial del Estado, que desde hace tiempo espera su reforma en un sentido democrático. Es una discusión de gran alcance que merece una mucha mayor atención en el futuro inmediato” (http://ietd.org.mx/mexico-las-ruinas-del-futuro).
En esas estábamos, cuando llegó a mis manos otro documento –fechado en julio de hace un año- que resulta al menos, ilustrativo para nosotros: la reforma territorial de Francia, propuesta por el Presidente Hollande y con la que se juega todo su pellejo político en lo que resta de su cargo.
Ya fue aprobada por la Asamblea Nacional en medio de un debate campal, y con ella en el año 2020, Francia será dueña de un nuevo mapa: 13 regiones metropolitanas, en vez de 22. La idea, dice el autor del texto aprobado: “…es formar regiones potentes en el terreno económico, de amplio espacio geográfico, más visibles internacionalmente y con mayores competencias. Nos hemos inspirado en las grandes regiones alemanas o italianas, adecuadas para atraer inversiones internacionales”.
¿Y qué nuevas competencias serán depositadas en esas nuevas regiones? “El desarrollo económico, las ayudas a la innovación y a la internacionalización de las empresas, la formación profesional, el turismo, el transporte (ferroviario e interurbano), las carreteras. O sea, todo lo que contribuye al atractivo, al desarrollo y a la apertura del territorio” (www.gouvernement.fr/action/la-reforme-territoriale).
El cambio comenzará en el año 2016, de modo que se dibujen progresivamente regiones con un peso poblacional similar al de Alemania (5.1 millones por lander) e Italia (4.4 millones), cifras que hoy contrastan fuertemente con los 2.9 millones promedio francés, actual.
Es una reforma a contrapelo de la tradición ¡desde la Revolución!, pasando por el trazo napoleónico y un referéndum encabezado nada menos que por el General De Gaulle. Pero tiene mucho sentido en un país que concentra el 40 por ciento de los municipios de toda Europa y que da cabida a la mayor cantidad de ayuntamientos que cualquier otro país del mundo: la friolera de 36 mil 700 órganos de gobierno.
Detrás de esta reforma, se halla el espectro de la austeridad por supuesto, concentrado en el Pacto de Responsabilidad cuyo propósito es mostrar a toda Europa una contención del gasto, ahorrándose 12 mil millones de euros anuales, “suprimiendo duplicidades, despilfarro y sumando atribuciones”.
Evitemos malentendidos: allá se trata sobre todo de fusionar “estados, entidades federativas”, como los llamamos aquí, pero también tiene un impacto en los órganos de gobierno provincial y regional, con medidas como esta: “Los municipios de menos de 20 mil habitantes deberán fusionarse”.
Digan ustedes si esa discusión no viene al caso mexicano: “Fortalecer la capacidad local de las policías, con mejores sueldos que los Ayuntamientos no pueden financiar… al tiempo que adquieren mayores facultades impositivas propias, típicamente disminuidas en la administración de territorios pequeños”.
No me parece digno del federalismo seguir permitiendo la multiplicación de municipios por inercia histórica y por los famosos usos y costumbres. Como quiera que sea: el poder municipal (y delegacional) es uno de los grandes cabos sueltos del desarrollo y la seguridad, qué como tantas cosas, hemos preferido, no discutir.