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El debate público

Necesidades que cambian

 

 

 

Ricardo Becerra

La Crónica

11/03/2018

 

Gracias a las Naciones Unidas y sus documentos expertos, útiles, precisos, pero con títulos demasiado largos —para ahorrarnos llamémosle a éste “Reducción de los desastres” http://www.eird.org/cdmah/contenido/hyogo-framework-spanish.pdf— sabemos que los cataclismos naturales presentan siempre una curva, una trayectoria, más o menos típica de “necesidades cambiantes”.

En el mapa, las consecuencias de una catástrofe se reducen unas, se intensifican otras, se metamorfosean, y la política de Reconstrucción debe estar atenta a esos cambios para poder conducir socialmente el dolor, la necesidad y las expectativas de recuperación. La presencia, la mano y la explicación del gobierno han de estar siempre presentes, como condición inicial de confianza entre la sociedad y el Estado.

El 30 de enero, la entonces Comisión de Reconstrucción pudo visualizar un cambio significativo y masivo, común, de sur a norte en la Ciudad, a cuatro meses del terremoto ocurrido el año previo, el 19 de septiembre. Son necesidades que se acentúan o que aparecen, pero que configuran la agenda mutante y obligatoria, propia de una calamidad.

1) En primer lugar, el efecto perturbador del sismo en la vida cotidiana de las personas, parece obligarnos a replantear y relanzar el programa de ayuda de rentas, esta vez más focalizado y preciso, para la población damnificada, muy especialmente para los afectados adultos mayores, mujeres y madres solteras.

2) La certeza jurídica sobre el destino de los inmuebles de decenas de miles de damnificados —dictámenes profesionales elaborados conforme a las ley de reconstrucción, que informen a las personas de su futuro patrimonial—.

3) Anulación del riesgo que hoy preocupa a gran cantidad de chilangos a lo largo de la ciudad, debido a edificios o casas que no se cayeron ni se colapsaron pero que —chuecas o inclinadas— amenazan otras tantas viviendas o calles contiguas, habitantes, vecinos, transeúntes, etcétera (es decir, demoliciones).

4) Debido a los cambios históricos, los cambios acumulados y los que provocó el terremoto del 19 de septiembre en el terreno sobre el que se erige la Ciudad de México, es preciso contar con nuevos estudios de suelo de carácter general y de carácter particular. Esto resulta clave para nuevos planes de crecimiento urbano —que forma parte del Programa de Reconstrucción— y sobre todo para reconocer las condiciones constructivas de los predios y manzanas sobre los cuales se edificarán nuevas construcciones o bien, se reforzarán las que fueron dañadas por el sismo. Ésta es una demanda creciente en todas las zonas afectadas. En resumidas cuentas ¿qué podemos y qué no podemos construir en la Ciudad?

5) Finalmente, la importancia que tiene la constitución de un Fideicomiso Público para la administración del Fondo de Reconstrucción, lo que no abundaré, pues fue el tema de mi entrega, justo la semana pasada.

Puede decirse que en este momento de la atención a la emergencia, estas cinco son las prioridades esenciales, diagnosticadas escuchando las voces de la calle y que tuve la suerte de exponer al nuevo Comisionado de la Reconstrucción, un atento y receptivo ingeniero Edgar Tungüí.

Importa terminar esta serie de artículos con una constatación: la Reconstrucción no es sólo ni principalmente una nueva edificación material, una acometida de concreto, varillas y cimientos. La Reconstrucción es, sobre todo, un proceso de reorganización social y de reordenamiento en la vida de las personas. Por eso, la presencia cotidiana, permanente, la escucha de las demandas y las exigencias de los damnificados constituye una condición crítica de la Reconstrucción.

El proceso cruel —porque necesariamente es lento, hay que retirar desperdicio, estudiar el suelo, hay que ver las necesidades y las posibilidades de cada quién, hay que ver la capacidad y las fallas de la infraestructura urbana, hay que hacer varios censos que nos acerquen a la magnitud real del daño y lo que alcanza el presupuesto—, necesita de ese vínculo difícil entre damnificados y gobierno.

Después de un desastre como el que vivimos, parece que de eso se trata: reconstruir en democracia.