Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
25/01/2021
Algún día, más temprano que tarde, la pesadilla amainará y habrá condiciones para determinar con absoluta claridad cómo y por qué llegamos a esta situación. La pandemia es global, con toda su cauda de muerte y aflicción, pero ha golpeado más en unos países que en otros. México se encuentra entre los más devastados. Cuando haya ocasión para fincar responsabilidades del manejo de la epidemia en nuestro país, con todas las consecuencias posibles, seguramente el libro de la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie será un documento indispensable.
Lo es ya, porque hoy resulta urgente no sólo saber de qué manera hemos llegado a esta tragedia sino tomar medidas de extrema urgencia. Un daño irreparable. La criminal gestión de la pandemia en México (Planeta, México, 218 pp.) analiza los reiterados errores del Dr. Hugo López Gatell, a quien se evidencia desde la portada junto a ese acusatorio título.
Jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM, la doctora Ximénez-Fyvie ganó visibilidad pública cuando la ausencia de información transparente y completa por parte de las autoridades condujo a numerosos medios a buscar explicaciones acerca de la pandemia. Especialistas en epidemiología y políticas sanitarias como los doctores Alejandro Macías, Francisco Moreno Sánchez, Juan Luis Mosqueda, Xavier Tello, Julio Frenk y la propia Ximénez-Fyvie, o expertos en estadística como Arturo Erdely, se volvieron referencia para contar con orientación más allá de la opacidad de los datos e indicaciones de los funcionarios del gobierno. Las cuentas en Twitter de esos especialistas son consultadas por millares de seguidores.
La sencillez de Ximénez-Fyvie para explicar asuntos complejos como la naturaleza del virus y los alcances de las políticas de salud, no le quita rigor ni severidad a su análisis. El subsecretario López Gatell, “basándose en suposiciones que carecían de sustento científico alguno”, consideró deseable que en la población mexicana hubiera más contagios para que se desarrollara la llamada “inmunidad de rebaño”.
En febrero y marzo de 2020 la información que se tenía sobre la epidemia era insuficiente y había quienes consideraban que el SARS-COV-2 ocasionaba una infección respiratoria de consecuencias leves. “Hoy sabemos —explica la autora— que COVID-19 es un síndrome sistémico microvascular, no solo una enfermedad respiratoria, y produce daños en órganos y tejidos, que finalmente pueden resultar en la muerte. Los pulmones son particularmente sensibles, de ahí que prácticamente todos los pacientes que padecen COVID-19 de forma sintomática presentan signos de deterioro pulmonar en mayor o menor grado. A la fecha, no existe ninguna enfermedad causada por virus que se pueda curar o tratar en sus estadios avanzados”. Hoy también se sabe que la inmunidad de quienes han padecido COVID-19 puede ser efímera, según la carga viral que hayan sufrido, y que la enfermedad puede reaparecer. Y se sabe con toda certeza, al menos desde mayo, que el virus se propaga fundamentalmente de manera aérea, sobre todo en espacios cerrados.
Los funcionarios encabezados por López Gatell partieron de un diagnóstico erróneo que no quisieron enmendar. En el mundo, como se documenta en Un daño irreparable, se registraron casos exitosos, al menos en la primera fase de la epidemia, en países como Alemania y Vietnam que aplicaron pruebas masivas, hicieron obligatorio el empleo de cubrebocas, prohibieron reuniones numerosas y cerraron sus fronteras. También hubo errores enormes en naciones como Suecia, que apostó a la inmunidad de rebaño con resultados trágicos, pero allá las autoridades supieron rectificar.
En México el subsecretario López Gatell se ha negado a admitir las evidencias científicas sobre la propagación del virus, creyó en la inmunidad de rebaño con tanta vehemencia que llegó a considerar deseable que el presidente de la República se contagiara e impidió que hubiera un registro extenso de casos a partir de una red nacional de monitoreo y de la aplicación de pruebas. La doctora Ximénez-Fyvie dice: “no pienso que el subsecretario sea un psicópata o un asesino. Simplemente es un político que procura asegurar y engrandecer su posición, agradando con soluciones expeditas y económicas a su jefe, el presidente de la República”.
El responsable directo de las decisiones y omisiones ante la pandemia ha errado una y otra vez. En su reciente libro, la experta en microbiología explica: “Muchas acciones y declaraciones de López Gatell han llegado a ser incluso perjudiciales para contener los contagios. La lista es larga, pero cuatro han sido especialmente perniciosas: en primer lugar, la continua descalificación de medidas preventivas simples pero efectivas, como el uso de cubrebocas; segundo, la reiterada desinformación al sugerir que los portadores asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros; tercero, la insistencia en que la realización de pruebas diagnósticas masivas no tiene utilidad alguna; cuarto, la constante directriz a la población de que los enfermos deben permanecer en casa y no acudir al hospital hasta tener síntomas graves. Si el objetivo de las autoridades es «aplanar la curva» para evitar la saturación de los hospitales y reducir el número de defunciones, resulta imperdonable que sus propias acciones y discursos resulten contraproducentes”.
Sin datos completos de la epidemia, atenidas a la información de enfermos que buscaban hospitalización o de quienes pudieron hacerse una prueba, las autoridades han tomado decisiones en tinieblas, “la estrategia nunca se ha basado en evidencias” sentencia Ximénez-Fyvie. “Las cifras ocultas, las interpretaciones sesgadas y las verdades a medias han sido graves, pero el mayor error fue otro: para que en México —con una población aproximada de 127 millones de habitantes— se pudiera dar una inmunidad de rebaño efectiva, por medio de la infección natural masiva de la población, tendrían que infectarse entre 88.9 y 101.6 millones de personas. De ellas, entre 13.3 y 15.2 millones requerirían hospitalización, entre 4.4 y 5.1 millones alcanzarían un estado crítico y tendrían que ser tratadas en unidades de terapia intensiva con ventilador. Entre 3.5 y 3.8 millones de personas morirían”.
La verdadera inmunidad de rebaño ocurrirá cuando al menos 70% de los mexicanos estén vacunados. Eso no sucederá pronto. Mientras tanto es necesario protegerse del virus con cubrebocas, lavado de manos, confinamiento tan drástico como sea posible.
Ximénez-Fyvie se apoya en abundantes fuentes hemerográficas, textos oficiales y artículos científicos. Todas sus fuentes son documentos públicos, excepto algunas anécdotas de otros investigadores y el relato de su propia circunstancia. Ella misma contrajo el virus a fines de octubre y narra su enfermedad para enfatizar que el más escrupuloso entendedor del virus se puede contagiar.
El diagnóstico de esa especialista es riguroso con el multicitado López Gatell pero benévolo —quizá demasiado— con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum: “ella ha actuado, mientras que él sólo ha hablado”, dice. No se ocupa de los gobernadores de los estados en donde han existido intentos para no limitarse a las instrucciones del gobierno federal. La dureza con López Gatell se encuentra plenamente justificada pero la autora soslaya que el responsable de esa política sanitaria ha sido, antes que nadie, el presidente López Obrador.
Ximénez-Fyvie además reprocha el silencio que a su juicio ha mantenido la comunidad científica sobre el desatinado manejo de la pandemia. Esa aquiescencia no ha sido unánime; con distintos énfasis, academias de médicos y asociaciones científicas han manifestado posiciones críticas pero con menos asiduidad y más timidez de las que han sido necesarias. La presión oficial para soslayar y/o acallar voces discrepantes acerca de la política ante la pandemia explica, en parte, tal silencio.
La misma doctora Ximenez-Fyvie ha sufrido una andanada de descalificaciones en las redes sociodigitales con motivo de la aparición de su libro. Se le cuestiona porque sus estudios iniciales fueron de Cirujano Dentista como si se requirieran credenciales específicas para analizar políticas públicas y se soslaya su experiencia en temas de microbiología e infectología. La desacreditación ad hominem (en este caso habrá que decir ad feminem) es un recurso ordinario y embaucador para rehuir la discusión de argumentos. Quienes para defender al gobierno y la desastrada política ante la pandemia ha querido desautorizar con señalamientos baladíes a la doctora Ximénez-Fyvie, le han dado más notoriedad a sus apreciaciones. La versión digital de Un daño irreparable se encuentra en el primer lugar de ventas en el sitio de Amazon para México.
ALACENA: Lejana vacunación
Las vacunas aprobadas hasta ahora, tanto en México como en otros países, tienen autorización de emergencia. Para que pudieran ser adquiridas por empresas privadas o gobiernos locales requieren una clasificación distinta. Mientras eso no ocurra el gobierno federal tiene exclusividad para obtenerlas y manejarlas, pero puede distribuirlas con ayuda de instituciones privadas y públicas como se hace en otras naciones. Hasta ahora, sin embargo, no se conocen estudios que acrediten la eficacia y seguridad de la vacuna Gamaleya diseñada en Rusia y la Cansino, de China. Es engañoso hacer cuentas sobre la disponibilidad y viabilidad de tales vacunas mientras no exista esa información. Este túnel todavía será largo y difícil.