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El debate público

No ver a México

María Marván Laborde

Excélsior

06/08/2015

Cuando escapó El Chapo de la cárcel de El Altiplano, el caricaturista tapatío Trino Camacho hizo una magnífica caricatura con este título: “El Financiero”. Frente a la crisis política y económica que estamos viviendo, todo parece indicar que Peña Nieto y su equipo cercano han decidido que la mejor manera de gobernar es no ver a México. Ante la imposibilidad de moverlo, lo que queda es ignorarlo.

Qué escena puede ser más fuerte que la fotografía de la inauguración de un estadio vacío. Ante el riesgo del insulto lo que queda es hacer una inauguración en la que los ciudadanos no son invitados. Por precaución se les aleja. Para proteger los oídos y la imagen del Presidente, se le presenta en el vacío. Ni él ve a los ciudadanos ni los ciudadanos pueden acercarse. Salinas de Gortari alguna vez dijo que a los perredistas ni los veía ni los oía. El equipo de Peña Nieto recomendó ir a la inauguración con la condición de que el estadio estuviese vacío. Más valía no haber ido.

No fue cualquier fin de semana en el que decidieron aislar, aún más, al Presidente. Días antes el periódico Reforma publicó su encuesta de percepción de la Presidencia. Dos de cada tres mexicanos consideran que el Presidente no gobierna bien, que es lejano, que frente a las crisis no reacciona, que no está encauzando el futuro del país. Sólo 15% de cuatro mil 665 líderes entrevistados aprueba su gestión.

Hoy hace una semana, The New York Times dedicó un larguísimo artículo (siete cuartillas) a hablar de la relación de Peña Nieto y el grupo político del Estado de México con el contratista Juan Armando Hinojosa Cantú, habla de cómo la relación, primero con Arturo Montiel y ahora con Peña y su equipo, lo convirtieron, de un proveedor de post-its y pequeños enseres de papelería, en el contratista que más ha sacado raja de su gobierno. Múltiples y millonarios contratos, muchos por asignación directa, se le han dado para hacer carreteras, la Casa Blanca, el acueducto de Monterrey.

A pesar de dedicarle un considerable espacio en el periódico a la relación privilegiada que supone la colusión entre el Presidente y el constructor, a pesar de decir con todas su letras que El Chapo escapó por la corrupción y el fracaso del sistema de seguridad, a pesar de todo ello, el tema central es que el Presidente no ve a los ciudadanos. A los habitantes de Xochicuautla que se han opuesto a la construcción del camino se les encarceló, pero no se les escuchó. El artículo termina con una frase demoledora de uno de los trabajadores de la construcción, José Luis Fernández, de 54 años, “nosotros somos invisibles para el Estado mexicano”.

No podemos saber a quiénes incluyó José Luis Fernández en el “nosotros”, pero sí podemos asegurar que el estadio vacío excluía a todos, menos a los dueños del estadio y al gobernador de Nuevo León. Los demás no fuimos convidados a la fiesta, fuimos dejados afuera para no incomodar al Presidente. La antítesis de una foto-op política: el Presidente en el desierto ciudadano.

La crisis política está acompañada con una profunda crisis económica a la que no se le menciona esperando que el silencio la desvanezca. El peso se ha devaluado 28%, la Ronda 1, si bien fue un ejemplo de transparencia, fue un rotundo fracaso económico. Se hicieron las reformas estructurales y, de cualquier manera, pasamos de la esperanza de administrar la abundancia al manejo de la decepción. Inevitablemente viene a la memoria López Portillo, que ni defendió el peso como perro ni convirtió el petróleo en desarrollo.

La Reforma Fiscal incrementó sustancialmente los impuestos y no ha logrado una mejor redistribución del ingreso. Los resultados del Coneval, junto con el estudio de Gerardo Esquivel, dicen que se incrementó el número de pobres y empeoró la distribución de la riqueza. Tanto el 10% con más bajos ingresos como el 10% más alto mejoró, el 80% restante sufre un grave deterioro.

Como no están viendo ni a los ciudadanos ni a los paupérrimos resultados del equipo de gobierno, no hay cambios. No se fueron Ruiz Esparza, Chuayffet ni Osorio Chong, tampoco se irá Luis Videgaray porque, en este gabinete, las crisis no son para renunciar ni para remover a nadie. Al fin, hay países peores.