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El debate público

Politizar al papel de baño

Ricardo Becerra

La Crónica

22/11/2020

Es el problema con el populismo y con los populistas: son capaces de politizar, incluso, el uso del papel higiénico.

Una eminencia en epidemiología, incoporporada ya al comité científico del presidente electo J. Biden, formuló esa afortunada analogía en la revista Science: “una recomendación sanitaria, elemental, aunque solo fuese por precaución, no tiene, o no debería tener, ninguna implicación con colores políticos, ideologías o partidos… es como el papel de baño. Es útil, un gran auxiliar para la vida diaria, debemos usarlo, mejora la vida, punto” (https://tinyurl.com/yyu3fnnp).

Pero no. El uso del cubrebocas se volvió una controversia fundamental y una línea identitaria entre los incendiados partidarios de Trump y los démocratas. Un signo de pertenencia. Si eres de Biden, usarás el cubrebocas. Si quieres a Trump: exponte. Algo muy delirante y estrambótico.

En México, nuestro máximo dirigente también ha hecho del cubrebocas un problema que lo define, un pilar de su comunicación, su ejemplo ante la sociedad. Cosa con la que tiene que cargar todos los días el señor López Gatell: debemos usarlo todos, pero el Presidente… pues no (dada su fuerza moral, se entiende).      

Pero con cien mil muertes reconocidas y debidas a la enfermedad del Covid 19 en su haber -y contando- el gobierno ya carga con una responsabilidad de la que no podrá escaparse: ha tomado decisiones e implementado políticas rematadamente erradas que nos llevarán, según el principal nodo informativo de la pandemia, el centro de investigación Johns Hopkins (https://tinyurl.com/rnjqnnh) a 120 mil muertes reconocidas este año. Pero como ustedes saben, son muchas más.

El incremento de los casos ya roza el 9 por ciento en la primera quincena de noviembre y si este ritmo se mantiene, terminaremos con un millón 300 mil casos. Pero claro, son sólo los que hemos podido captar, constatar, porque en realidad son muchos más los contagiados a quienes nos hemos rehúsado a buscar, deliberadamente, en el territorio (cortesía del modelo “centinela” adoptado por el gobiero federal).

Los fallecimientos -no la hospitalización- seguirán siendo el principal indicador de nuestro fracaso: la tasa de incremento se ha elevado al 8-9 por ciento en este mes, lo que permite prever casi ¡120 mil muertes por Covid! antes de que finalice el año.

El Presidente tiene estos datos que están mucho más allá de la catástrofe ¿por qué no cambia y persiste en las mismas directrices? ¿por evidencia? ¿por qué los pocos epidemiólogos que lo rodean así se lo sugieren?

No: la razón está en las encuestas que le informan, le transmiten, que la mayoría de los mexicanos percibe como buenas las medidas laxas, incoherentes y de corto alcance, medidas que a las claras, no alcanzan a comprender. Es un terreno complicadísimo pero que -dadas las vidas en juego- exigiría responsabilidad, más que popularidad.     

 Y de ese modo nos colocamos ante un escenario que se muerde la cola: despliega una política, la política arroja resultados horribles, sin embargo los encuestólogos “captan” que la mayoría de gente “percibe” que las decisiones son buenas… ergo, el gobierno persiste en la política desastrosa.

En esas estamos.

Como lo ha escrito Julio Frenk: México es el único país en el mundo que se ha negado, como decisión deliberada, a realizar pruebas, el mayor número que pueda. Y es una de esas naciones bananeras que no ha sabido difundir, informar, educar y enseñar a pensar con claridad sobre la dinámica de propagación del virus. El contagio principal se da en los lugares cerrados, viciados, por la exhalación constante de los infectados. 

Cien mil muertes porque los responsables de la gestión de la pandemia, pusieron una cansina y prolongada discusión, contra los tests y el uso del cubrebocas.

Lograron cuestionar -siguiendo a Trump- el uso del cubrebocas, como del papel de baño. Otra hazaña populista.