Jacqueline Peschard
La Crónica
23/09/2020
El plantón en el centro de la CdMx del Frente Nacional AntiAmlo (Frenaaa), que demanda la renuncia de López Obrador, le vino como anillo al dedo al presidente. Le ha permitido presentarse como tolerante a la disidencia que quiere deshacerse de él y como demócrata convencido, al declarar que se garantizará el derecho a manifestarse, porque su gobierno no es autoritario, ni represor. Incluso, AMLO se ha congratulado con la manifestación de protesta en su contra, porque le da pie a reiterar que sólo existen dos alternativas posibles: estar con él y su proyecto, o en contra y a favor de privilegios y la corrupción. Frenaa es, ni más ni menos, que la encarnación de sus contrarios, que el presidente ha llamado a integrar ese polo opuesto, sin matices, que denomina “bloque conservador reaccionario”.
Para Frenaaa no hay lugar para el debate o la confrontación de ideas y posiciones, pues no plantea demandas de sectores sociales específicos, ni propone respuestas concretas a los grandes problemas que aquejan al país; hay un reclamo único y absoluto de que AMLO abandone la presidencia, con el argumento genérico de que quiere convertir a México al comunismo. En este sentido, tiene razón el líder nacional de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, al calificar a Frenaaa de una provocación, con afanes golpistas, y hay que agregar que se trata de un movimiento con tintes de extrema derecha, que oculta su verdadera identidad detrás de imágenes y símbolos religiosos.
La respuesta de AMLO a Frenaaa se hace eco del discurso excluyente y polarizador que ha implantado insistentemente su gobierno y encaja bien con el lenguaje presidencial que identifica a sus adversarios con quienes se resisten al cambio que sólo él encabeza. Mientras López Obrador estigmatiza a intelectuales, líderes de opinión y académicos críticos, el Frente clama por la renuncia del presidente, ofreciéndole la alfombra roja para promover su agenda a favor del voto en las elecciones de 2021, o en el primer trimestre de 2022, en la consulta popular por la revocación de mandato. López Obrador ha aprovechado bien a Frenaaa para recordar que, gracias a su iniciativa, ya existe la fórmula para que el pueblo decida sobre si el presidente continúa en su cargo o no, por la reforma constitucional que fue aprobada en 2019. Frenaaa le ha dado la oportunidad de presentarse como un dirigente abierto y hasta tolerante, que comprende que se trata de un movimiento pacífico y civil, con el que coincide en la necesidad de someter a la decisión del pueblo si un mandatario sigue gobernando o no.
Más allá de la utilidad de Frenaaa para hacer avanzar la agenda presidencial, se trata de un movimiento que es expresión de las deficiencias de nuestro incipiente régimen democrático, tales como: 1) el desprestigio y la pulverización de la oposición política que ha sido incapaz de articular demandas y propuestas críticas concretas para hacer frente a las deficiencias de la gestión gubernamental, que se ha visto seriamente agravada por la pandemia de Covid-19, 2) el desgaste de nuestra deliberación pública, provocada por el discurso oficial de polarización y confrontación respecto de personas con nombre y apellido y no con relación a ideas, o proyectos de política pública, 3) la desesperación de quienes tienen posiciones críticas y no encuentran canales para manifestarlas y no quieren quedarse de brazos cruzados, 4) la desarticulación de la capacidad organizativa de la sociedad para superar el esquema binario de a favor o en contra, e ir más allá de encontrar un mero desfogue frente al enojo, para ser una palanca de incidencia social, que remonte la intransigencia y la falta de interlocución plural y diversa.
Vivimos en medio de escenarios de múltiples conflictos sociales y regionales, que día a día se acumulan, y bien haría el gobierno en aprovechar el respaldo popular con el que sigue contando para abanderar una amplia deliberación pública con las diversas fuerzas políticas para establecer acuerdos para enfrentar en conjunto no sólo la emergencia sanitaria y económica, sino la necesidad de diseñar políticas para hacerle frente a los grandes problemas que se acumulan al calor de la pandemia. Como bien planteara Beatriz Paredes en la tribuna del Senado, en ocasión de la celebración de la independencia, resulta urgente que AMLO convoque a un pacto nacional, por ejemplo, a favor de la seguridad, que no es un tema electorero, sino de supervivencia de la patria.
El gran problema del ambiente de polarización que se ha implantado y que atiza el discurso cotidiano del presidente y que se expresa con nitidez en la movilización de Frenaaa, es que no deja espacios para escuchar y atender voces sensatas, serias y políticamente responsables, porque el escenario está copado por las posiciones extremas que, en la práctica, se juntan y sirven al mismo propósito de aniquilar el debate plural y constructivo.