Jacqueline Peschard
La Crónica
03/03/2021
En solidaridad con los periodistas e intelectuales que son atacados cotidiana y sistemáticamente desde Palacio Nacional, por el solo hecho de ejercer su libertad de expresión.
La candidatura de Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero es política y moralmente insostenible. Sin embargo, el respaldo abierto y declarado que el presidente López Obrador le ha ofrecido, ha colocado a Morena ante el dilema de no contrariar a su líder máximo y al mismo tiempo apoyar una candidatura que no esté severamente cuestionada, pero que le asegure el triunfo en dicho estado.
Las declaraciones de AMLO para desautorizar y neutralizar las manifestaciones de repudio al acosador, tachándolas de ser demandas importadas que no revelan lo que sucede en México donde se respetan los derechos de las mujeres (sic), o de servir a la causa de los opositores reaccionarios y conservadores, no evitaron que, a fin de absorber los costos del rechazo generalizado de feministas tanto de fuera, como de dentro del partido, Morena tuviera que activar a su Comisión de Honestidad y Justicia.
En un acto de malabarismo poco convincente, pero que dejó satisfechas a las legisladoras inconformes de Morena, como su propia Secretaria General, Citlalli Hernández, dicha Comisión declaró improcedentes las denuncias de militantes por violación y abuso sexual, debido a la falta de elementos, dejando intactos los derechos políticos del desprestigiado candidato, pero decretó la reposición del procedimiento de elección (una nueva encuesta para medir la popularidad de los aspirantes que se registren). Aunque el reclamo de las mujeres nunca fue sobre el procedimiento, sino sobre la insolvencia moral del candidato, esa fue la salida que encontró la Comisión para no exponer aún más al partido. La Comisión Nacional de Elecciones que deberá dar el banderazo de salida para la realización de la nueva encuesta se está enfrentando al dilema de incluir o no al varias veces denunciado aspirante.
Una vez más, los órganos internos de Morena se alinearon a la voz presidencial, quien ha insistido en que, ante la confrontación, debe ser el pueblo quien decida la candidatura, como si fueran irrelevantes los testimonios y las acusaciones de las mujeres agraviadas, o como si una nueva encuesta fuera la manera de hacer justicia y de borrar los agravios.
Hasta el momento, Salgado Macedonio ha mantenido su decisión de volver a participar en la encuesta, aprovechando que su más cercano competidor, Pablo Amílcar Sandoval, decidió retirarse de la contienda, y a pesar de que Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, viajó a Acapulco para intentar convencerlo de que decline. Está claro que han fallado las negociaciones internas como vía para resolver las divisiones que la controvertida candidatura ha provocado dentro del partido del gobierno, en buena medida porque sigue privando la verticalidad de la autoridad presidencial.
No sabemos qué le debe AMLO a Salgado Macedonio para sostenerlo en medio de una oleada de protestas y de un ambiente político marcado por el desprestigio del senador con licencia, el cual se ha filtrado dentro de Morena. Seguramente el apoyo obedece a que Salgado Macedonio ha puesto al servicio del partido las redes de control y de complicidad que tiene con grupos de todo tipo, legal e ilegal, en Guerrero, lo cual le ha permitido gozar de un paraguas de impunidad, a lo largo de más de veinte años.
La figura de Salgado Macedonio es un ejemplo claro de las deficientes capacidades de nuestros ministerios públicos y de nuestro sistema de procuración de justicia y los de Guerrero son ejemplares en ese sentido. Después de años de denuncias por violación y abusos sexuales -sabemos que, al menos se han presentado cinco-, la acción de la justicia ha brillado por su ausencia. De hecho, la Fiscalía del estado señaló recientemente que la investigación sobre la denuncia de violación ocurrida en 1998, ha prescrito, a pesar del agravante que existe porque la víctima era una menor de edad. La invocación de la presunción de inocencia por el retraso en la emisión de una sentencia acusatoria en su contra ha sido la justificación formal de Morena para mantener viva su candidatura, pero no ha sido públicamente convincente.
Ante la fuerza que en la opinión pública ha ganado la causa feminista por la violación extendida y obstinada de los derechos de las mujeres en nuestro país, la candidatura de Salgado Macedonio, resulta ya una pesada loza sobre los hombros del partido del gobierno, a pesar de los altos niveles de aprobación que sigue teniendo López Obrador. Bien haría el presidente en tomar el asunto en sus manos, haciéndose cargo de que el pacto patriarcal le incumbe directamente y que este caso puede ser un punto de inflexión en su popularidad.