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El debate público

Salario mínimo: lecciones inglesas

Ricardo Becerra

La Crónica

03/04/2016

Para seguir acumulando penas nacionales, su majestad británica a través de la Low Pay Comission del Reino Unido hizo público la semana pasada un informe amplio, riguroso y de largo plazo sobre el papel y el aumento del salario mínimo –desde 1999- que han provocado en la economía de Inglaterra. Y la evidencia inglesa es rotunda: el salario mínimo no solo es un instrumento de justicia, sino un buen instrumento de política económica que contribuye sólidamente, y sin ambigüedades, al crecimiento económico (Véase https://www.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/507455/10493-TSO-Low_Pay-ACCESSIBLE_05.pdf).
Miren ustedes lo que una comisión seria y no capturada afirma para una de las economías más liberales del planeta (el descubrimiento se lo debo a Mariano Sánchez):
“La tasa del salario mínimo nacional para adultos se ha incrementado en 86% (nominal) desde su introducción en 3.6 libras la hora en abril de 1999 -por encima del incremento en los salarios medios y los precios durante el mismo período… también se ha incrementado en valor relativo. En octubre 2015 su valor relativo a la mediana estaba nuevamente en su valor más alto desde su introducción: 54.5% para empleados de 21 años y más…La cobertura del salario mínimo nacional también estaba en niveles récord”.
“A pesar del incremento en el valor del salario mínimo nacional respecto al salario mediano, el empleo total ha seguido creciendo en la economía en su conjunto y en los sectores de salarios más bajos. Después de niveles récord de crecimiento del empleo en 2014, el mercado laboral bajó su ritmo un poco en 2015 pero aun así vio un crecimiento de 1.7% en el número de empleados y empleos en el año previo a septiembre 2015. El número de horas solo creció en 0.7% pero datos de redundancia y vacancia continúan sugiriendo que el mercado laboral sigue absorbiendo una oferta laboral creciente”.
“Las investigaciones sugieren que, en el largo plazo, el salario mínimo ha incrementado los ingresos laborales con escaso efecto adverso en el empleo. A este momento, hemos ya comisionado más de 140 proyectos de investigación que sugieren que las empresas han absorbido incrementos en los costos laborales: ajustando las estructuras de pago; reduciendo los costos no-salariales; haciendo pequeñas reducciones en las horas; incrementando la productividad; incrementando algunos precios (particularmente en servicios de consumo más que en servicios de empresa a empresa); y algo de reducción de ganancias aunque sin un incremento en la quiebra de empresas”.
“Con la introducción del salario mínimo nacional, se ha renovado el interés en cómo se adaptan las empresas. En investigaciones comisionadas para este reporte, los investigadores nuevamente encontraron una asociación positiva entre el salario mínimo nacional y la productividad, pero el canal preciso sigue siendo un enigma”.
Como se puede ver, los datos –no la ideología- siguen demostrando que el salario mínimo es un instrumento que debe ser plenamente rehabilitado en el marco general de la política económica.
Normaliza el mercado laboral, es un incentivo de las empresas para que aumenten la productividad real vía su propia modernización (y no vía la pobreza extrema de sus empleados); es un potente instrumento contra la desigualdad, y en general, corrige muchas deformaciones que el mercado espontáneamente genera.
México es la única nación con una economía grande que se resiste a corregir esta deformación instalada entre nosotros hace 35 años. Esperemos que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y el Banco de México tomen nota de las lecciones inglesas.