Ricardo Becerra
La Crónica
27/11/2016
Para sorpresa de algunos despistados (en el Consejo Coordinador Empresarial, por ejemplo), la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) hizo público un comunicado cuidadoso y fundamentado en el que declara que -luego de una consulta entre sus agremiados- existen las condiciones para ofrecer un aumento del salario mínimo a 89.30 pesos diarios, es decir, ubicarlo en la línea de la canasta alimentaria que calcula CONEVAL (puede verse en www.coparmex.org.mx).
El planteamiento de COPARMEX es razonable y practicable: llevar el salario mínimo a un nivel en donde se garantice la alimentación de un trabajador y un dependiente familiar, y que eso ocurra a lo largo del año que viene. Pienso que es mejor hacerlo ahora antes de que el ambiente se desquicie con la asunción presidencial de Trump, antes de que el magnate nos acuse de dumping-social y antes de que se despierten nuestras propias insanas pasiones electorales. No obstante, el mérito y la importancia de la propuesta de COPARMEX no puede ser regateada: se trata de la primera expresión empresarial documentada y positiva a favor de un alza sustantiva del salario mínimo.
De inmediato el señor J.P. Castañón salió a palestra para agitar sus viejos y queridos fantasmas, su cháchara de todos los años: “…hay que analizar condiciones de volatilidad que prevalecen no sólo en la economía mexicana, sino también a nivel global, lo que podría representar mayores riesgos para México en los próximos años” (Nota de M. Jasso, La Crónica, 26 de noviembre, 2016).
El año pasado, tiempo de ejemplar estabilidad y con la menor inflación histórica, tampoco subieron los salarios. Entonces el señor Castañón dijo: “…el salario debe aumentar no de manera precipitada para evitar un nivel de inflación que dañe la economía del país” (http://www.antad.net/publicaciones/antad-informa/sector-comercio/item/34481).
Es decir, para el señor Casatañón no hay, nunca existirán, condiciones para incrementar los salarios. Sea por extrema estabilidad o por incierta volatilidad. No obstante, su posición encuentra hoy un contexto mucho más exigente.
Porqué resulta que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, se ha pronunciado ya sobre y dice: “….las reflexiones en torno al salario mínimo se suscitan actualmente bajo un renovado marco jurídico que brinda mayor fortaleza y protección a los derechos humanos, derivado en particular de la reforma constitucional publicada en el DOF el 10 de junio de 2011”.
En un documento fundamental (consultar aquí http://www.cndh.org.mx/ Doc_2016_018.pdf) argumenta que el salario es una precondición material para el ejercicio de los demás derechos, es imposible separar el ingreso que proviene del trabajo duro y honesto, de las posibilidades de realización como ciudadanos.
Resulta que el salario mínimo mexicano actual no sólo viola cada día y de modo generalizado la Constitución de la República sino también otros 21 instrumentos internacionales firmados por México. Después de un exhaustivo recuento (estándares de los derechos en nuestras leyes laborales; Declaraciones, Pactos, Convenciones y Protocolos internacionales a los que México está obligado) la CNDH concluye: el salario mínimo debe instalarse en el moderno bloque constitucional de derechos, lo cuál constituye un salto interpretativo de primer orden. El salario mínimo como derecho humano es, probablemente, el avance jurídico más importante en una discusión nacional que ha llevado ya tres años.
Nuestro tema adquiere una nueva cualidad y la decisión de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos a partir de ahora, está sometidas a control de constitucionalidad a través de la figura del amparo, y sobre todo, del amparo colectivo.
La COPARMEX (los que pagan) ha entendido donde está parada y el momento anímico de la nación; ha entendido que mejores salarios estabilizarán la economía en una era de incertidumbres y está dispuesta a contribuir con una dosis redistributiva en la parte peor pagada del trabajo. Aplausos.
Mientras tanto la CNDH ha advertido: “los derechos humanos, son la columna vertebral que debe conducir las acciones gubernamentales”, sin lamentaciones ni disculpas.
Veremos si en estas condiciones, nuestro gobierno está dispuesto a seguir violando diaria y generalizadamente el modesto pero vital derecho humano que llamamos, salario mínimo.