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El debate público

Sheinbaum, simulación y ventajismo

 

 

 

 

 

 

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

28/08/2017

La simulación en Morena se envuelve en el sarcasmo. Competidores, dirigentes y militantes, pero también observadores y ciudadanos ajenos a ese partido contemplan sin asombro la nueva jugada de López Obrador. La previsible decisión vertical fue disfrazada de consulta a través de la encuesta fantasmal. El propietario de ese partido elude la rendición de cuentas hasta en esas decisiones. Los hipotéticos encuestadores le sirven de pantalla.

Las preguntas sobre diseño muestral, universo de la encuesta o acerca de los presuntos especialistas que la hicieron no son más que pretextos para no señalar lo que todo el mundo sabe. Los dirigentes de Morena, incluidos sus tres aspirantes a la candidatura para la Ciudad de México, fingieron que había encuesta. Ahora, burlándose de la ley y las autoridades electorales, Morena aparenta que designó a una “coordinadora”, porque decirle candidata infringe las normas de la competencia, precisamente, electoral.

Dedo demoscópico le ha llamado, con ironía, Héctor Aguilar Camín. Se trata, más bien, de la demoscopía como coartada del caudillismo. O del dedo seleccionador que tanto ha sido cuestionado en el PRI y que es trasladado sin necesidad de asambleas, ni de escenografía alguna, a esa derivación priista que es el partido de López Obrador.

No causa asombro el caudillismo en Morena, sino la disciplinada sujeción a esas prácticas de dirigentes como Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum. El jefe delegacional en Cuauhtémoc señala a la nomenklatura moreniana solamente porque no le fue propicia. La todavía delegada en Tlalpan, por otra parte, tiene una trayectoria identificada con la ciencia y la academia, pero se resigna a un proceso oscuro, orquestado sobre mentiras. Su doctorado en Ingeniería Energética y la experiencia que debiera tener en el método científico no fueron obstáculo para que compartiera y promoviera la simulación de la que fue beneficiaria.

(Por cierto: si la supuesta encuesta de Morena fue financiada por ese partido, entonces todos sus detalles tendrían que ser públicos porque se trataría del ejercicio de dinero público).

A la doctora Sheinbaum también la ha favorecido la displicencia de la Universidad Nacional, que le otorgó un irregular permiso para conservar prestaciones, antigüedad académica y una porción de su salario mientras trabaja como delegada en Tlalpan. Sheinbaum es investigadora titular en el Instituto de Ingeniería de la UNAM y, como todo el personal académico de tiempo completo, estaba obligada a separarse de ese empleo mientras desempeña otro.

El 18 de abril pasado la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México solicitó a la Contraloría General de la propia ciudad una investigación acerca de esos dos empleos. Sheinbaum respondió al día siguiente con una declaración de prensa que fue recogida en un boletín de la delegación Tlalpan (disponible en http://goo.gl/McQfVh). Allí relata que desde octubre de 2015 tiene “una comisión otorgada por el Consejo Técnico de la Investigación Científica de la UNAM” que fue renovada al siguiente año.

Ese acuerdo del Consejo Técnico de la Investigación Científica le asigna una “comisión con 5% de sueldo mensual… con objeto de fungir como Jefa Delegacional en Tlalpan” y se tomó “con fundamento en el artículo 56 inciso C del Estatuto del Personal Académico de la UNAM”. La delegación Tlalpan colocó en su sitio web copias de ese documento y de una notificación similar del Instituto de Ingeniería.

El problema es que el artículo 56 del Estatuto del Personal Académico (EPA) se refiere a “los profesores de asignatura” y Sheinbaum tiene contrato como investigadora de tiempo completo. El apartado C de ese artículo indica que los profesores de asignatura tienen, entre sus obligaciones, “cumplir, salvo excusa fundada, las comisiones que les sean encomendadas por las autoridades de la dependencia de su adscripción o por el Rector”.

Es decir, el soporte legal que mencionan tanto las autoridades del área de la UNAM a la que está adscrita como la propia Sheinbaum no tiene validez en su caso. Su relación laboral con la Universidad no es como profesora de asignatura y su trabajo como delegada en Tlalpan no es resultado de una comisión asignada por la UNAM. Resulta sorprendente que las autoridades del área de Investigación Científica hayan incurrido en tal irregularidad.

La delegada se ha referido también a una disposición que permite a un académico tener licencia cuando ha sido “designado o electo, para desempeñar un cargo público de importancia”. Aunque ella dice que se trata del artículo 62, en realidad es el 97 del EPA. Pero allí se indica también que cuando se trata de casos como el mencionado, la licencia será sin goce de sueldo.

No es esa la situación de la delegada. Las autoridades de su Instituto y de la Coordinación correspondiente no le aprobaron una licencia, que tendría que haber sido sin sueldo alguno, sino una “comisión” que es una figura que no existe para el personal académico de tiempo completo. Tampoco hay fundamento legal para que se le asigne una parte de su salario. El hecho de recibir una remuneración, aunque sea pequeña, coloca a Sheinbaum en la posibilidad de ser destituida porque el artículo 108 del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal establece que es causa de remoción de los jefes delegacionales “desempeñar cualquier otro empleo, cargo o comisión en la Federación, Estados, Distrito Federal o Municipios, durante el tiempo que dure su encargo, excepto las actividades docentes, académicas y de investigación científica no remuneradas”. La delegada, en contradicción con esa norma, ha recibido una remuneración por su trabajo en la Universidad Nacional.

En su declaración de abril pasado, Sheinbaum manifestó que, en la UNAM, el artículo 65 del EPA autoriza al rector para “conceder licencia con goce de sueldo al personal académico, en casos excepcionales… cuando el objeto de la licencia sea efectuar un trabajo de interés para la Universidad”. Sin embargo, esa disposición tampoco existe en el EPA. Ese artículo era parte del Estatuto del Personal Académico que la UNAM tuvo entre 1971 y 1974. La delegada Sheinbaum esgrime a su favor un artículo que dejó de existir hace 43 años y ni siquiera buscó ampararse en él porque, hasta donde se sabe, no solicitó una licencia al rector.

Más aún, y aquí está el motivo de la irregular autorización que tiene, Sheinbaum no pidió, o al menos no se le otorgó, una licencia. Las licencias a los investigadores y profesores de la UNAM, específicamente cuando son para desempeñar cargos públicos, son sin goce de sueldo, de acuerdo con el artículo 97 del EPA. Allí no se dice que durante el ejercicio de la licencia el académico pueda recibir una porción de su salario, ni siquiera un poquito. Por eso la decisión que favorece a Sheinbaum no respeta la legalidad de la UNAM.

La hoy delegada e inminente candidata a jefa de Gobierno gestionó, o recibió, una peregrina comisión con una porción del salario, porque de esa manera conserva su antigüedad académica y otras prestaciones. A diferencia de muchos otros investigadores y profesores que reciben licencias sin goce de sueldo para ocupar cargos públicos de importancia, Sheinbaum no se separó de la Universidad en los términos que establece la legislación. Con ello no mostró apego por la academia, sino por sus beneficios salariales.

Nada de eso han reconocido docenas de investigadores y profesores que se indignaron cuando la Asamblea Legislativa solicitó que fuese indagada la peculiar condición laboral de Sheinbaum. Muchos de ellos, y quizá la propia delegada en Tlalpan, denunciarían a cualquier político de otro partido que mantuviera un empleo en otra institución mientras ejerciera un cargo público. Con Sheinbaum, igual que con el dirigente nacional de Morena, hay quienes mantienen una doble moral.  O, en otras palabras, la ausencia de moral política alguna.

Otro grupo de académicos, encabezados por el exrector Juan Ramón de la Fuente, expresó hace unos días su respaldo a las aspiraciones políticas de Sheinbaum. En un foro en la delegación Tlalpan, De la Fuente dijo que “es una universitaria de primera y ha sido una funcionaria ejemplar”. Esa participación del exrector dentro del proceso interno de un partido político contradice, o redefine, sus aspiraciones para ser considerado como candidato independiente en el frente que quieren articular PAN, PRD y otros partidos contra el PRI y Morena.

Cuando buscan sacar provecho de su falta de compromisos con partidos específicos, o de su trayectoria en espacios como la academia, algunos personajes políticos quieren colocarse en una condición de superioridad moral que, sin embargo, sólo tiene consecuencias propagandísticas. El exrector dijo en esa reunión: “si le dejamos la política a los políticos ya ven el tipo de problemas en el que nos meten” como si él mismo y la delegada a la que respalda no fueran políticos profesionales.

Qué peculiar trayectoria de la delegada Sheinbaum. Formó filas en el movimiento estudiantil universitario que hace tres décadas decía estar a favor de la democracia en la Universidad y el país. Ahora, es beneficiaria de una pantomima demoscópica creada para justificar la decisión de su cacique político.