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El debate público

Tímida, insuficiente oposición

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

06/02/2023

Al separarse del grupo “Mexicolectivo” sin ofrecer razones y horas después de que el presidente de la República lo denostó por esa participación, Cuauhtémoc Cárdenas se doblegó al capricho de Andrés Manuel López Obrador. Para el presidente, como ya se sabe, todos los que no están incondicionalmente con él se colocan entre sus adversarios. Cárdenas ha tenido una apreciación crítica del actual gobierno, pero no fue esa postura, sino su colaboración con otros personajes de la vida pública, lo que desató la ira de AMLO.

Cuando se dijo que el exgobernador michoacano impulsó el documento “Un punto de partida”, que se dio a conocer el 30 de enero, López Obrador lo acusó de alinearse al “bloque conservador”. Cárdenas no acudió a la presentación de ese documento y su ausencia, como antes la posibilidad de que asistiera, fue motivo de especulaciones. El martes 31 dijo que, si bien participó en discusiones de las que surgió ese texto, informó a quienes lo organizaron que “a partir de consideraciones de carácter político, no seguiría participando”.


Si sabían que no participaría, los promotores de “Mexicolectivo” abusaron de Cárdenas cuando alentaron la versión de que estaba con ellos. Pero él mismo dejó correr tal conjetura y solamente se deslindó de ese grupo después de la reconvención del presidente. Además, no explicó las “consideraciones” políticas que lo alejaron de tal proyecto. Todos perdieron en ese incidente, excepto López Obrador.

Más allá de la mitificación que se ha hecho de Cuauhtémoc Cárdenas y de la elección de 1988, es innegable su relevancia en la discusión pública y la construcción de la democracia. Por eso era importante su participación en Mexicolectivo, que pretende auspiciar la deliberación para un proyecto de país. Sin embargo, la ausencia de uno alcanzó más peso que la presencia de muchos de quienes respaldan a ese grupo.

Sus promotores dicen que Mexicolectivo y su documento de presentación “Un punto de partida”, son iniciativa de “ciudadanos” que es como, en el lenguaje político de nuestros días, se denomina a las personas que no forman parte de partidos políticos. En realidad todos somos ciudadanos, aunque algunos están afiliados a partidos y otros no lo estamos.

Esa insistencia en la des-partidización de un grupo que se propone renovar la discusión pública, resulta sintomática del cansancio que suscitan las elites políticas. Los partidos, unos más que otros, tienen una merecida mala fama. Pero son indispensables si se quiere hacer política institucional y/o electoral.

De hecho, Mexicolectivo es impulsado por Movimiento Ciudadano. La confianza que le tienen a ese partido y la necesidad de articular propuestas reunieron a dos ex rectores de la UNAM, a exfuncionarios de variadas adscripciones políticas, académicos y activistas, entre otras personas. El discurso apartidista no hacía falta, sobre todo si estaban allí invitados por un partido. Tampoco se puede ocultar que Méxicolectivo surge apartado de otros esfuerzos periféricos a los partidos, o que quieren influir en ellos, como el Frente Cívico Nacional y diversos grupos que tienen como interlocutores a los partidos de la alianza Va por México.

No resulta claro si hay un cuestionamiento a los gobiernos de antes, al de ahora, o si se trata de una autocrítica, cuando “Un punto de partida” señala: “construimos instituciones en el pasado con mediocres rendimientos económicos y poca justicia distributiva… Somos un país engañado y explotado; fundado en un sistema de privilegios, complicidades y favores”.

Todo eso es cierto, pero cada una de esas frases amerita matices. Todas ellas podrían ser suscritas por López Obrador, pero también por sus críticos. El documento es desconcertante cuando reclama: “Llevamos 50 años sin un proyecto económico, social, político y cultural de largo aliento, ni visión sostenida, que tenga por objetivo mejorar el bienestar de la población”. Hace 50 años era 1973. Así que según el documento, México careció de proyecto nacional con Echeverría, López Portillo, Salinas y en todo lo que va del siglo actual. Pero según ese texto, sí lo tuvo antes de esa fecha. ¿Entonces hubo tal proyecto, nacional y popular, con Díaz Ordaz? ¿Con López Mateos?

El documento no menciona al presidente de la República, ni a su partido. Del gobierno, se dice solamente que “no es responsable ni plural”. No se indican causantes, sino algunas expresiones del desastre nacional.

Quizá es desmedido requerirle demasiado a un documento de 52 holgadas páginas, pero se le presentó con tanto rebumbio que se podía suponer que sería más riguroso. Allí se indica, por ejemplo, que el Estado “se militariza” pero no se propone terminar con la participación del Ejército en tareas para las que no ha sido creado. Se subraya, acertadamente, el incremento de la pobreza, aunque para enfrentarla únicamente se sugiere incrementar salarios y mejorar servicios de salud y educación. De caprichos presidenciales como la refinería y el Tren Maya, solamente se dice que serán más costosos de lo que se había previsto. En el capítulo sobre política exterior, América Latina no aparece.

El documento aclara, desde su nombre, que con él se pretende recabar opiniones. Pero se podría haber esperado más de ese esfuerzo, sobre todo si sus creadores dicen que invirtieron más de un año en su elaboración.

ALACENA: Estado disfuncional
El Estado mexicano ha fallado para brindar servicios y redistribuir con eficacia pero, sobre todo, para garantizar la seguridad de la población. Con esa tesis, Jorge Javier Romero desarrolla un extenso e inteligente ensayo en Configuraciones número 53, revista del Instituto de Estudios para la Transición Democrática. Allí, entre otros textos, Salomón Chertorivski describe “La política económica del desperdicio”, Luis Fueyo Mac Donald se ocupa del Tren Maya y su devastación ambiental y Flavia Tudela explica por qué la refinería de Dos Bocas es energéticamente insostenible.