Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
04/01/2021
El virus y las vacunas definirán este año. La pandemia seguirá extendiéndose, con todos sus costos, por varios largos, atribulados meses más. A la desesperante suma de víctimas de Covid-19 que se incrementa en el reporte de todas las noches —y que ya se sabe, pero no hay que olvidar, es preciso multiplicar por 1.8 o algo así para tener una idea más cercana de las dimensiones de esta catástrofe— hay que añadir las consecuencias económicas de la epidemia.
La esperanza, fundada y ansiada, se encuentra en las vacunas. Nunca antes ha existido un seguimiento tan cercano al desarrollo de investigaciones científicas como las que ahora desembocan en media docena de vacunas aprobadas y/o que comienzan a ser empleadas en varios países. Hay una veintena más que se encuentra en la última fase de evaluación.
Nunca ha existido, además, una vigilancia social y mediática tan cercana a la ejecución de una política pública como sucede con la aplicación de las vacunas. Los gobiernos en todo el mundo se ufanan con la llegada de las vacunas y celebran, con razón, el suministro de las primeras dosis. En México hubo un festejo un tanto aldeano, pero comprensible, con recepción oficial y discursos en homenaje al primer y por desgracia exiguo cargamento de vacunas.
La aplicación de esas vacunas no ha sido tan festejable en todos los casos. Abusos y tráficos de influencia, y sobre todo desorganización y confusión, empañaron los primeros días de vacunación. En varios estados hubo protestas de médicos y enfermeras que aguardaron en vano durante varias horas o que, en otros casos, fueron excluidos de las primeras rondas de vacunación. Quizá hay errores propios del inicio de un proceso muy complejo, pero esas equivocaciones podrían evitarse con planeación, organización y sobre todo decisiones precisas del gobierno federal.
La necesidad literalmente vital por las vacunas propiciará que el escrutinio de estos primeros días se mantenga en los siguientes meses. Cada incumplimiento respecto de los anuncios oficiales para la distribución de vacunas, cada reclamo ahora de trabajadores de la salud y más tarde de otros ciudadanos, cada tropelía que se cometa, serán videograbados y exhibidos por los así afectados. Si hay distribución y aplicación ordenada y suficiente de las vacunas, será un éxito del gobierno federal. Las incompetencias en ese proceso abonarán en su contra, de manera inevitable. Es difícil que la desorganización y las ineptitudes en esa tarea puedan ser atribuidas a las perversidades neoliberales de los gobernantes anteriores.
Ojalá que el gobierno actual no esté haciendo cuentas demasiado alegres con la disponibilidad y eficacia de las vacunas que, según dice, tendremos en los siguientes meses. El presidente López Obrador anunció que en el transcurso de enero habrá un millón 400 mil dosis de la vacuna elaborada por Pfizer-BioNTech. De esa vacuna deben aplicarse dos dosis, con tres semanas de diferencia, aunque varios países han decidido emplear en una sola dosis todas las vacunas que ahora tienen disponibles para proteger a más personas. En México no se ha aclarado si esas dosis son para 700 mil trabajadores de la salud en dos aplicaciones o si por ahora se pondrá una sola, a un millón 400 mil personas. Se ha informado que México tendría 34.4 millones de dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech que, si se administran a dos dosis por persona, resguardarían a 17.2 millones de personas.
El presidente ha dicho también que para fines de marzo habrán sido vacunados todos los mexicanos de 60 años o más, con la vacuna Cansino de origen chino. La decisión de vacunar a los más viejos antes que a otros sectores de la población parece pertinente y constituye, en todo caso, un criterio preciso. Sin embargo resulta indispensable que haya procedimientos muy diáfanos para evitar que en febrero se registren tumultos con millares de viejos en las puertas de los centros de salud exigiendo que les pongan la vacuna. Las autoridades federales de ese ramo, en coordinación con los gobiernos estatales y municipales (o las alcaldías en la ciudad de México) tendrían que establecer un mecanismo transparente y eficaz para determinar cuándo y en dónde le toca vacunarse a cada quien.
Es indispensable que la transparencia se extienda a la información sobre las capacidades de las vacunas y las evaluaciones acerca de ellas. La vacuna desarrollada por la empresa china Cansino Biologics se encuentra todavía en la llamada fase tres de estudio, que será la definitiva. 40 mil voluntarios en México, Chile, Pakistán y Rusia, recibieron dosis o placebos de ese producto y los resultados, que se esperaban para el 30 de diciembre, no se han difundido. Hay evaluaciones a partir de las etapas anteriores que consideran que, entre personas mayores de 55 años, la vacuna de Cansino produce respuestas inmunes más débiles. Cuando hace unos días al presidente López Obrador le preguntaron al respecto, respondió que esa vacuna ha sido aplicada a miembros del ejército en China y que no quería discutir acerca de “posturas políticas de los gobiernos”.
La eficacia de una vacuna no es un asunto político y, desde luego, sería absurdo querer politizarlo. El hecho es que la vacuna Cansino no ha sido aprobada en ningún país y en China ha sido aplicada de manera limitada. Es deseable que sus efectos sean plenamente verificados. México debe tener información de primera mano en ese asunto gracias a que aquí se han realizado pruebas con Cansino. La embajadora Martha Delgado, subsecretaria para Asuntos Multilaterales en la SRE, ha explicado que los resultados de la fase 3 se conocerán en pocos días. Luego vendrán las evaluaciones por parte de autoridades sanitarias en varios países, incluyendo al nuestro, y hasta entonces se podrá determinar con sustento en criterios médicos a quiénes se aplica ese fármaco. Mientras, desde luego, ha sido adecuado que México se prepare para importar y envasar la vacuna Cansino en caso de que se compruebe su eficacia. Se ha informado que México ha contratado 35 millones de dosis de esa vacuna.
México también podría recibir la vacuna diseñada por la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca, que ya ha sido aprobada para uso de emergencia en el Reino Unido, India y Argentina. Esa es la vacuna respaldada por la Fundación Carlos Slim que estableció acuerdos para producirla en México y Argentina. Dicha vacuna, que se aplica en dos dosis con cuatro semanas de distancia, ha tenido resultados eficientes en personas de 70 años o más. Se ha dicho que, de esa vacuna, México dispondría de 77.4 millones de dosis.
También se ha publicado que hay tratos con el Instituto Gamaleya, de Rusia, que ha diseñado la vacuna Sputnik V. Esa vacuna, además de su país de origen, ya fue aprobada en Bielorrusia y Argentina y también se aplica en dos dosis. A mediados de diciembre el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo que los fabricantes de la Sputnik V solicitaron su aprobación en México para distribuir 32 millones de dosis a través de un laboratorio privado. Sin embargo mas tarde el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, afirmó que esa distribución “no tiene que ver con el gobierno de México”.
Hay que insistir en la necesidad de que cualquier autorización para vacunas anti Covid esté respaldada en evidencias científicas. Queremos que nos vacunen ya, pero también tenemos derecho a exigir que las vacunas disponibles en México tengan la mejor calidad. De la misma forma es necesario que las disputas al interior del gobierno, o entre el gobierno federal y los estados, no entorpezcan, ni politicen, la aprobación ni la distribución de las vacunas.
Hay más vacunas en proceso de ensayo pero de las que hasta ahora se ha informado que podríamos tener en México son las siguientes. La que fabrica Pfizer-BioNTech, con dosis para 17.2 millones de personas; Cansino con 35 millones de dosis; Oxford-AstraZeneca, dosis para 38.7 millones y quizá Sputnik V, para 16 millones de personas. Se trataría de dosis para 107 millones de mexicanos en caso de que todas esas vacunas cumplan con los protocolos médicos, estén disponibles y México cuente con mecanismos para distribuirlas y aplicarlas.
Capacidades y dificultades en el proceso de vacunación habrán quedado constatadas dentro de cinco meses, cuando se realicen las elecciones federales y locales que definirán el rumbo político del país. Morena y el gobierno ya han comenzado a utilizar a las vacunas como instrumentos de campaña electoral. La eficacia política de ese recurso puede ser contraproducente.
Las vacunas iluminan el final del túnel pero el recorrido aún será arduo y extenso.
ALACENA: Indispensable cubrebocas
Con auténtica talla de estadista, la canciller Angela Merkel les dice a los alemanes que no hay que bajar la guardia. “Sabemos lo que se puede hacer para contrarrestar al virus. Junto a la vacuna, el medio más eficaz para combatirlo está en nuestras propias manos: atenernos a las reglas de higiene y distancia social, todos y cada uno de nosotros”. En su mensaje de año nuevo deploró que las víctimas de la epidemia aumenten, “mientras algunos recalcitrantes niegan la existencia del virus… las leyendas de la conspiración no son solo falsas y peligrosas, también son cínicas y crueles con las víctimas”. Merkel, que emplea cubrebocas en todas sus reuniones, agradeció “cómo la mayoría de la gente usa disciplinadamente mascarilla y cómo se esfuerza por mantener la distancia”. En México la contumacia del presidente acerca del cubrebocas propicia que muchos, a estas alturas, todavía se nieguen a utilizarlo.