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El debate público

Violencia y elecciones

José Woldenberg

Reforma

03/12/2015

No deja de llamar la atención que el XVII Curso Interamericano de Elecciones y Democracia, que tradicionalmente organiza CAPEL (Centro de Asesoría y Promoción Electoral del Instituto Interamericano de Derechos Humanos), y que se acaba de realizar en nuestro país, bajo el copatrocinio de la Fepade, fuera dedicado al tema: «Democracia y violencia: de los antiguos a los nuevos desafíos en América Latina». Y ello, porque el «fantasma» de la violencia recorre buena parte del subcontinente y se supone (y a lo mejor es demasiado suponer) que violencia política y democracia son antónimos, que se construyen regímenes pluralistas para que las pulsiones que emergen de manera natural de la política encuentren un terreno para expresarse de manera pacífica.

En mi caso, no quise centrarme en la espiral de violencia que tiñe nuestra convivencia, sino ceñirme estrictamente a la violencia desatada contra el proceso electoral o contra los funcionarios encargados de esa labor. Porque se trata de un fenómeno nuevo y preocupante. Incluso cuando en 1994 se produjo el levantamiento zapatista y con posterioridad el asesinato del candidato del PRI a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, las diversas fuerzas políticas y una gran constelación de organizaciones sociales cerraron filas para pavimentar el terreno electoral y con ello construir un dique a la expansión de la violencia. (Recordemos que incluso el EZLN permitió que se llevaran a cabo elecciones en su zona).

Ilustré con dos casos que han sido documentados y atendidos por la Fepade. A) Sucedió en Oaxaca y este es un extracto del informe de unos policías: «El día de ayer, 7 de junio de 2015…al encontrarnos realizando un recorrido de seguridad y vigilancia en las diferentes casillas instaladas en la ciudad…nos fue hecho llamado por la radio control solicitando apoyo, indicando que un grupo de profesores…de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, estaban quemando casillas y robándose la paquetería electoral la cual estaban subiendo a tres camionetas…razón por la cual nos dirigimos hacia el lugar…Observamos que circulaba una camioneta…en la cual viajaban siete sujetos del sexo masculino…Procedimos a marcarles el alto para que se detuvieran…por lo que procedimos a su detención…En el interior de la camioneta…se encontraba lo siguiente: en el asiento delantero del lado del copiloto, boletas electorales, asimismo, en los asientos traseros…una caja rota de cartón con diversa paquetería electoral…».

B) El 28 de julio de 2015, la Vocal Ejecutiva de la Junta Distrital…del INE en el estado de Oaxaca…declaró ante la Fepade: «El día viernes 24 de julio…siendo aproximadamente las 11 horas llegué al restaurante Santa Fe…íbamos a tener una reunión de trabajo con los integrantes del…consejo distrital…para tratar temas de la próxima sesión…debido a que las instalaciones de la Junta en ese momento había una manifestación y en consecuencia estaba bloqueado el acceso… (Mientras se encontraban en esa mesa de trabajo) en forma sorpresiva ingresaron al restaurante aproximadamente cinco mujeres abalanzándose sobre mi persona con agresiones físicas y verbales, gritándome…recriminando el desempeño de mis funciones, lo hacían de manera conjunta, pero lo grave fue que también me lesionaron a golpes y empujones, azotándome con la mesa donde estaba trabajando, con las sillas, tirándome al piso, por lo cual presento diversas lesiones en mi cuerpo, siendo en mi brazo del lado derecho, a un costado de mi costilla izquierda; pero además estas personas en una forma tan agresiva me siguieron insultando y me quitaron parte de mi ropa, me rompieron mi brassier, un chaleco, me aventaron huevos y derramaron un líquido rojo sobre mi cabeza…». Las agresoras se ostentaban como militantes de un partido.

Estamos pues ante dos claros actos delictivos. Y es menester sancionar a todos aquellos que desaten la violencia. No hay justificación alguna para atentar contra las elecciones. No hay justificación alguna para agredir a los funcionarios del INE. Hay, por supuesto, que atender los nutrientes del hartazgo, hay que seguir abriendo y fortaleciendo las vías para la participación, hay que ofrecer todas las garantías para que las personas puedan manifestar sus críticas y plantear sus reivindicaciones en la arena pública. En una palabra, hay que seguir construyendo democracia. Pero para ello también hay que edificar un dique contra la violencia. Y hay que empezar por intentar que quienes la desatan no queden impunes.