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El debate público

Zorba, el Peña

Ricardo Becerra

La Crónica

31/01/2016

Cada vez que uno piensa que la situación financiera y técnica de PEMEX ya no puede empeorar… lo hace.
Por ejemplo, el viernes varias primeras planas (nacionales y extranjeras) cabeceaban así: el gobierno federal saldrá al rescate de Pemex, porque en ningún otro momento de su historia, la empresa tuvo tan malos números ni futuro más sombrío.
Y es que la reforma energética –ese fetiche de la modernización, según el gobierno- no sólo fue mal concebida, a las carreras, sino que –con tan mala suerte- fue promovida en el peor de los momentos: justo en la antesala de la espectacular caída de los precios internacionales del crudo (antier a 20 dólares por barril).
Los datos son realmente trágicos tratándose de la empresa mas importante de nuestro país (aún hoy): Pemex acumula 13 trimestres de balance negativo; producimos un millón de barriles menos (de 3.3 en 2004, a 2.2 millones ahora); con pasivo laboral enorme (casi 95 mil millones de dólares) y las agencias calificadoras más atroces (Moody’s) han rebajado el patrón de deuda de Pemex a un vulgar Baa1).
Mientras Estados Unidos se convirtieron en exportadores netos de hidrocarburos, México se volvió un importador, por primera vez, lo que invierte los papeles geoestratégicos e históricos entre ambos países; sumada, la pérdida acumulada es superior a 1.1 billón de pesos (hasta 2015), lo que significa que Pemex tiene mas deudas que activos, y como correlato, el desastre se materializa ya, bajo la forma de masiva destrucción de empleos en los estados petroleros, especialmente en Campeche y Tabasco.
Una maravilla de catástrofe económica y política: prácticamente en todas las áreas importantes la administración del Presidente Peña -los últimos tres años- empeoró la situación de Pemex que de suyo, ya era mala.
Las consecuencias son graves para todos, un fracaso digno de Zorba el Griego, quien, al contemplar las ruinas de su gran proyecto talismán, exclamó: «¿Han visto en algún otro sitio un desastre más sublime que este?».
Ya escucho el coro defensor (que Zorba nunca tuvo): ese era el destino que le deparaba a PEMEX de cualquier manera, me dicen algunos pretorianos de la ortodoxia. Pero veamos con cuidado las cosas, pues en una mirada más cuidadosa, la reforma energética empeoró la posición de PEMEX al menos en tres aspectos cruciales.
Primero: las nuevas reglas han definido que la empresa reduzca su participación en el mercado de gas natural, de modo que recibirá 43 mil millones de pesos menos en lo que resta del sexenio. Así no más: se le exigen a PEMEX dar dos pasos atrás para dejar el campo a los inversores privados.
Segundo: PEMEX ya juega un papel secundario en los planes y en el futuro de la explotación del pétroleo otrora exclusivo de la nación, lo que vuelve a depreciar su valor; en lugar de dedicarse a la producción, explotación y la búsqueda de nuevas áreas, en estos días PEMEX dedica sus mejores energías a la búsqueda de socios, en tanto las autoridades reguladoras se concentran en armar sucesivas rondas y en estrategias elaboradas a matacaballo, para entregar contratos a los inversionistas privados y probar así, la factibilidad de crear, veloces, un mercado de hidrocarburos aún en tiempos de precios tan rematadamente bajos.
Y tercero, aquello que jamás respondió la reforma energética: cómo iba a ser posible que PEMEX se convirtiera en una empresa productiva, competitiva frente a las grandes hermanas de la industria mundial, sí al mismo tiempo sigue entregando el 70 por ciento de sus ingresos a las arcas públicas nacionales y mientras Hacienda, desde el año pasado viene recortando a PEMEX 62 mil millones, el 11.5% de su presupuesto.
Después de perpetrado el desastre, ahora el Gobierno anuncia su rescate. A esto le llaman “responsabilidad”, “oportunidades”, “audacia” y sobre todo, no caer en derrotismos. Exactamente, como Zorba.