Ricardo Becerra
La Crónica
05/03/2017
Más allá del Tratado de Libre Comercio, los nada diplomáticos funcionarios estadounidenses quieren para sí todas las ventajas y se declaran dispuestos a intervenir y arrebatar –incluso- nuestros instrumentos de política económica (como insinuar amablemente que debemos eliminar el régimen de libre flotación, mecanismo que nos ayuda mucho en tiempos turbulentos).
No sólo eso: para avergonzarnos, la administración Trump admite y crítica al mismo tiempo: “La teoría del TLC era la de una gradual convergencia en los estándares de vida entre México y EU. Eso realmente no ha ocurrido en el lado mexicano. El salario mínimo en pesos ha subido muy poco… Y, debido a que el peso ha caído tan severamente… esos trabajadores mexicanos no están mejor que antes» (Entrevista televisada de la CNBS, a Wolbur Ross. Reforma 4 de marzo 2017).
Creo que en estas páginas lo habíamos anticipado: el tema de los salarios bajísimos en México será uno de los argumentos que usarán los gruñones representantes norteamericanos para dinamitarlo todo (mucho más que el TLC), alegando “dumping social”, tal como lo repitió su jefe, en campaña.
Para nuestra desgracia y para nuestra vergüenza es uno de los pocos argumentos en donde el trumpismo tienen toda la razón. La política económica de México ha usado y ha abusado de los salarios para “competir” por inversiones, por la ubicación de empresas, durante casi tres décadas.
No abandona mi memoria el comentario que en el año 2014 nos hizo uno de los más rutilantes hombres de negocios mexicanos: “el grave error de los chinos ha sido empezar con políticas de recuperación salarial” ¿¿!!??. Los salarios deliberadamente bajos, son una de las ventajas mexicanas en el esquema TLC, y Trump ha venido a subrayarlo como parte del paquete malintencionado sostenido contra los Estados Unidos.
En todos los terrenos, en cada argumento, México puede responder con evidencias contra el neoliberalismo reaccionario de Trump… salvo en el tema salarial. Y mientras en los Estados Unidos los salarios medios y sobre todo, los salarios mínimos comienzan a ganar terreno de modo significativo, en nuestro país seguimos metidos en la misma modorra de empobrecimiento masivo y sistemático. Veamos las cifras.
El salario medio manufacturero es seis veces mayor en E.U. y su salario mínimo federal equivale a unos 34,800 pesos mensuales. Y ¿Cuál es nuestro salario mínimo por mes? 2,401.2 pesos. ¿Qué quiere decir esto? Que el salario mínimo promedio en México equivale al 7 por ciento del salario mínimo en Norteamérica, o puesto de otro modo en E.U. un asalariado en la escala más baja gana 14.5 veces más que aquí.
Y la cosa empeora dentro de nuestro ecosistema económico: en 2016 la brecha entre el salario mínimo y el costo de una canasta alimentaria (el precio para desayunar, comer y cenar) fue de 484 pesos mensuales. Entonces se requería un aumento de 16 pesos diarios al salario vigente para poder cubrir la alimentación de dos personas (un perceptor y un dependiente económico).
Y vivíamos un escenario donde las condiciones macroeconómicas para un aumento del salario eran favorables: 2015 fue el año de inflación más baja de las últimas décadas, con una inflación acumulada de 2.17%. Esta tendencia continuó en 2016 hasta el tercer trimestre del año.
En diciembre pasado, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) estableció el nuevo salario mínimo para 2017: $80.04 pesos: un incremento de 7 pesos respecto al año interior. Si bien, con el nuevo salario del 2017, la brecha entre trabajar y comer se redujo, pasando de los 16 pesos a 9 pesos diarios, en enero el gobierno federal decretó un aumento de las gasolinas de 16 por ciento, lo que ha provocado el encarecimiento de los precios de la canasta básica. Tan sólo en enero, el índice de canasta básica, publicado por INEGI mostró un aumento anual del 7.26 por ciento.
Los cálculos más recientes, con datos de diciembre, muestran que antes de finalizar el año, la canasta más esencial ya se había encarecido, ampliándose nuevamente la brecha entre lo que se gana y lo que se gasta por alimentos de 16 a 18 pesos. Incluso, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado estimó que para febrero del presente, el “histórico” aumento del salario mínimo de 2017 ya se había diluido en un 100 por ciento por efecto de aumento en la inflación. Un escenario horrible cuando faltan 10 meses para terminar el año con inflación amenazante.
Si seguimos sin hacer nada, en este punto, el señor Trump, tendrá razón.