María Marván Laborde
Excélsior
11/06/2015
Primero. Los tres grandes perdedores de la elección federal son el PRD, el PAN y el PRI. El tripartidismo que facilitó el Pacto por México ya no existe. Comparemos elecciones intermedias: en 1997 y 2003, entre estos tres partidos obtuvieron casi 90% de los votos válidos. En 2009 sólo alcanzaron 75% y, ahora, apenas llegan a 61 por ciento.
Segundo: Los candidatos independientes son viables. Sortearon tantos obstáculos para obtener el registro que llegaron fortísimos. Kumamoto, en Jalisco, es el caso más paradigmático por ser el más independiente de los independientes. Joven que nunca había incursionado en la política, hizo su campaña vía redes sociales, recibió sólo 18 mil pesos de financiamiento público y acumuló un arsenal de trabajo voluntario que le permitió ganar la batalla, ¿no es esto precisamente de lo que se trata el trabajo electoral?
Tercero: El Bronco en Nuevo León. Jaime Rodríguez será gobernador. Si juzgamos por la relevancia del puesto obtenido, sin lugar a dudas esta candidatura independiente se cuece aparte. Su triunfo no habría sido posible sin el apoyo del alto empresariado regio. Los candidatos independientes, él, Kumamoto, Clouthier y todos los demás oxigenarán al sistema de partidos, pero no acabarán con él. La plutocracia aparece como riesgo.
Cuarto: El quebranto de la hegemonía del PRD en el Distrito Federal nos obliga a decirle adiós a la aprobación de su Constitución. Mancera puede tirar a la basura el borrador que tiene en el escritorio. Tendrá que gobernar con una asamblea de oposición, la mayoría la tiene Morena, pero tampoco podemos desdeñar el crecimiento del PRI y el PAN. Finalmente habrá contrapesos.
Quinto: El triunfo del movimiento de Alfaro en Jalisco conquistó para sí, bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, la Zona Metropolitana de Guadalajara y mucho más. El descontento con la corrupción de los gobiernos panistas y el cinismo del gobernador Aristóteles Sandoval y su padre fueron terreno fértil para que Alfaro pudiera organizar un movimiento al que se volcaron todas las esperanzas de un electorado que cree en las elecciones como instrumento de cambio. Mancera y Aristóteles parecen ser dos gobernantes desahuciados.
Sexto: Para entender lo que sucedió el domingo es necesario analizar los resultados de municipios y delegaciones. Es impresionante la eficacia con la que los electores expulsaron al partido en el poder. Además de Jalisco y el DF debemos voltear al Estado de México, Guanajuato y todos los demás. Los resultados de la Cámara de Diputados engañan, sobre todo si sumamos los votos del PRI, Verde y Nueva Alianza para hablar de una “mayoría absoluta”.
Séptimo: La alternancia nos encanta a los mexicanos y el voto de castigo funciona. Los anulistas tendrán muchas dificultades para encontrar argumentos. Los votantes mexicanos, en promedio, son más listos de lo que a los partidos les gusta reconocer. Quienes salen a comprar votos deberán refinar sus estrategias o renunciar a ello. El voto es más libre y más secreto de lo que ellos calculan.
Octavo: Se rompió el récord de participación en una elección federal intermedia. Dos posibles explicaciones. La concurrencia está funcionando, nueve elecciones de gobernador atrajeron al electorado a las urnas. La amenaza de boicot a las elecciones tuvo el efecto contrario al deseado por sus impulsores. Al parecer los mexicanos le tenemos más fe a las elecciones que a los partidos políticos.
Noveno: La violencia fue contenida y focalizada, pero no evitada. Las urnas quemadas no son las mismas de la hegemonía del PRI. Entonces se robaban urnas llenas de votos para alterar resultados. Ahora se quemaron las urnas para evitar que el elector llegara a ellas. Son dos cosas diferentes.
Décimo: Hubo elecciones y se instalaron más de 99% de las casillas. Antes de la elección esperábamos un huracán fase 4 y éste se desvaneció, igual que el huracán Blanca, a tormenta tropical. Bien por el INE.
Corolario: Los sueños de las urnas deben encauzar responsabilidades. Las victorias del domingo requieren auténticos pactos políticos. Las alternancias deben crear alternativas democráticas. Ganadas las elecciones urge ganar la gobernabilidad incluyente y honesta.