José Woldenberg
El Universal
08/06/2021
Más de la mitad de los ciudadanos apuntados en las listas nominales de electores votaron. Es una buena noticia porque en las tres anteriores “intermedias” no se alcanzó ese porcentaje. Ayudó a ello, sin duda, que fuera una jornada con un número muy grande de comicios locales.
En la única elección nacional, según los datos del conteo rápido del INE para la Cámara de Diputados, si la vida fuera como la observa el presidente, “conmigo o contra mí”, las fuerzas resultaron equilibradas.
Como se difundió, fue la elección más grande de la historia, no solo por la cifra de ciudadanos en la lista nominal, sino por el número de cargos en disputa. Lo que no ha tenido tanta visibilidad es la razón de ello. Quienes impulsaron la idea de hacer concurrentes las elecciones y salirle al paso a la rueda de la fortuna electoral que nunca paraba, pensaron que de esa manera los periodos de tensión entre los partidos serían menos y los de negociación y acuerdo tendrían mejores condiciones para prosperar.
Además, a pesar de la pandemia la jornada transcurrió en forma normal (salvo incidentes menores). Los ciudadanos encargados de abrir las casillas, recibir a sus vecinos y contar sus votos siguen siendo la expresión más decantada de que cuando se les convoca para una tarea relevante acuden y cumplen. Es, además de una escuela de civilidad, el mejor candado de seguridad de la elección.
Y a pesar de los embates contra el INE desde la Presidencia y Morena, una vez más la institución cumplió, y con creces, su función. Sin duda salió fortalecida. Su autonomía, sin la cual no podría cumplir cabalmente sus tareas, develó que es una condición necesaria para que la autoridad ofrezca garantías de imparcialidad a todos.
En la Cámara de Diputados Morena no tendrá mayoría calificada pero tampoco absoluta. Para hacer avanzar cualquier legislación tendrá que negociar por lo menos con sus aliados que a lo mejor suben el precio de su colaboración. Y si de cambios constitucionales se trata solo se podrán hacer con el acuerdo con alguno de los grupos opositores. Ello quizá pueda obligar a las bancadas a escucharse, dialogar e incluso a pactar, dado que el grupo parlamentario más grande no podrá hacer realidad su capricho (aunque habrá que ver si entre los diputados del Verde y el PT no hay algunos de Morena disfrazados). Al parecer los partidos de nueva creación no lograrán su registro. De tal suerte que quedarán en la lid solo 7.
Nueve gubernaturas, al parecer, serán para Morena y aliados, dos para el PAN, una para Movimiento Ciudadano y otra para la alianza PT-Verde, en dos más es necesario esperar los cómputos definitivos. Lo cierto es que el occidente del país se pinta de Morena. Y en la capital un fuerte castigo al partido del presidente. Al parecer 6 alcaldías serán para Morena-PT, 8 para la alianza PAN-PRI-PRD, una para el PAN solo y otra está muy cerrada.
Si algo nos dicen los resultados es que en México existe una pluralidad política viva, que los humores públicos son cambiantes y que requerimos de elecciones libres y equitativas para que esa diversidad pueda coexistir y competir de manera pacífica. Nadie puede ganar todo, porque en el país laten intereses, ideologías, esperanzas y sensibilidades distintas, y el único régimen que puede darles cobijo es el democrático. Por ello y porque el pluralismo es parte de la riqueza del país es necesario valorar en todo lo que vale la jornada que acabamos de vivir.