Ricardo Becerra
La Crónica
03/09/2017
Finalmente, el Tribunal Electoral echó por tierra un esfuerzo por poner algo de orden en el terreno inminente de la competencia 2018. Aunque las llamadas “reglas para un piso parejo” emitidas por el INE me parecían un tanto exageradas, no dejaba de ver en ellas un esfuerzo necesario por colocar cierta coherencia en el montón de “criterios”, jurisprudencias y sentencias siempre dispersas, siempre caprichosas, que han confundido y siguen enredando la competencia electoral en México.
La determinación del Tribunal abre la puerta al aburrido y repetido festival de evasiones a la letra y al sentido de la ley electoral. Ya veo venir los “informes de los legisladores” del Partido Verde (y otros que se sumarán) en los momentos en que se deciden candidaturas, se pactan alianzas, en tanto el PVEM se “posiciona” alegremente a costa de recursos del erario público y para las delicias de las televisoras. Esos “Informes” son tiempo en radio y televisión comprados por partidos políticos en abierta violación al principio Constitucional, pero el Tribunal ha decidido no adelantarse —lo que equivale, no dar certeza— y convertir el asunto en un problema cuantitativo (se puede, pero no mucho), según su sentencia de 2015. Véase.
http://portal.te.gob.mx/colecciones/sentencias/html/SUP/2009/RAP/SUP-RAP-00075-2009.htm.
La vida electoral se ha vuelto incomprensible por razonamientos judiciales como ese, pero hay muchos más ejemplos. Seguimos en suspenso por las elecciones a Gobernador en Coahuila, en gran parte, por la sentencia del registro de coaliciones, que permitió ¡140 formas de votar distintas! lo que complicó endiabladamente el cómputo de los resultados. El Tribunal Electoral se las ingenió para permitir “coaliciones en cachitos”, o sea, aparecen en la boleta del distrito “X” dos partidos para alcalde, estos tres para diputados, cuatro para gobernador, ninguna para ediles. Complicar las cosas, el recuento, la organización, la capacitación, volver lento el conteo rápido… allí están las consecuencias.
Sus señorías discuten ahora la imposible regulación de las redes sociales, en nombre de “la equidad”. De esa suerte México se unirá al club de China en esa alocada tarea.
La interpretación exagerada o extralógica nos da para un libro completo. Allí está esa otra orden que obliga a los periodistas de radio y televisión a realizar debates “Solo si son convocados todos los candidatos al mismo cargo”, lo que inhibe el debate mismo y convierte tales espacios en una sucesión de seis o siete monólogos sin mucho sentido y con muy poca miga.
Los debates deberían ser la parte más importante de las campañas, como lo demuestra la elección francesa, por ejemplo. Pero en México, los medios y los periodistas también son parte del problema, al seguir la sobreinterpretación del principio de equidad, que tanto repiten las sentencias del Tribunal.
Lo pudimos constatar varias veces en la campaña del Estado de México: todos los presentadores de radio y televisión debieron pedirle cuentas cada vez que alguno de los candidatos metían la pata y no mantener un falso equilibrio entre candidatos de calidad y seriedad muy diferentes. Lo que Brooke Gladstone llama el prejuicio de la equidad: “Gracias, señora Delfina por defender que la luna orbita en torno a la Tierra, y ahora voy a dar el mismo tiempo y respeto al señor Del Mazo que afirma que la Luna es un planeta”. Hubo un montón de dichos insostenibles durante esa campaña, ignorancia y demagogia muy evidentes, pero los medios no inquirieron ni hincaron el diente, por el prejuicio de la equidad, mal metido en una pretendida imparcialidad.
Ese tipo de periodismo va a ser muy necesario en el proceso electoral que arranca esta semana. El triunfo de Trump como del Brexit, se explica en parte, por la timidez periodística, por la falta de razonabilidad y por entender a la equidad como una camisa de fuerza y no como el piso desde donde arrancan competidores que nos deben personalidades respetables, preparación, soluciones, argumentos, razones y no “medidas cautelares” y las interminables quejas de la propaganda ajena que acaba resolviendo el Tribunal… para seguir complicando una y otra vez, las rocambolescas reglas electorales de México.