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El debate público

La simple democracia

Ricardo Becerra

La Crónica

30/11/2021

Cuando un juez echa por tierra la orden de un fiscal que pretendía encarcelar -en un penal de máxima seguridad- a 31 académicos y funcionarios, gestores de la investigación científica, hablamos de poner límites al abuso y de genuina división de poderes… hablamos pues, de democracia. Cuando hablamos de una Corte Suprema que supo cortarle las alas, a un gobernador electo por dos años y que quería duplicar su mandato por la vía de un decreto promovido por él mismo y para sí mismo, hablamos de contención, de límites a los autócratas, es decir, hablamos de los guardavallas de la democracia. Cuando se celebran elecciones, a las cuales los ciudadanos acuden en masa para voluntariamente, cuidar y contar los votos de sus vecinos, en un ritual trianual que se ha vuelto común y parte de los actos cívicos de millones… hablamos de democracia. Cuando un centro científico o una universidad ejerce libertad de cátedra y de investigación, sus maestros o profesores se adscriben a distintas corrientes de pensamiento y con las armas de la crítica, debaten con el poder público, hablamos de democracia. Cuando las funciones del ejército, están claramente definidas y sus acciones se supeditan al poder civil, estamos ante una prescripción democrática. Cuando es posible conocer los contratos millonarios de obra pública, porque así lo señala la Constitución y la ley, hablamos de democracia. Cuando los habitantes de un paraje o una organización de la sociedad civil exigen conocer el dictamen de impacto ambiental de una obra edificada en México, estamos hablando de condiciones democráticas. Cuando el poder legislativo mantiene su independencia y puede negociar, criticar u oponer un presupuesto al Ejecutivo, y es capaz de discutirlo y acordarlo, hablamos de un legislativo con voz propia, de un poder democrático. Y si la prensa se mantiene alerta, atenta a las mentiras que se propagan en la opinión pública y es capaz de criticar y denunciar los abusos de poder, estamos hablando, exactamente, del papel democrático de los medios.

Pues bien, todas esas piezas que traigo a cuento aquí, están siendo amenazadas y atacadas desde el poder ejecutivo en México hoy, mediante una operación que ya es emblemática de nuestro tiempo: desmantelar la democracia para inflar el poder ejecutivo en una suerte de gigantismo presidencial.

El primer recuento -propiamente político- de este proceso de regresión, fue discutido la semana pasada por el Instituto de Estudios para la Transición Democrática (puede verse aquí https://youtu.be/JUtRVqbZTPk y aquí https://youtu.be/qjihkXZ5DIw). No se trató de hacer el inventario de las políticas públicas en cada rama, ni tampoco de los resultados concretos del gobierno, sino reconocer un estilo la manera en que hace las cosas, la polarización de la que abreva y, en pocas palabras su talante vertical y autoritario.

He colocado este recuento, un a, b, c simple, porque a menudo se olvidan las muchas dimensiones de la democracia, y en México la solemos asociar sólo a elecciones, cuando no a puras alternancias de una clase política sin alma. Pero la democracia es en realidad un collage de poderes, instituciones, procedimientos, leyes, costumbres y culturas que en conjunto, han posibilitado un tipo de vida social, de convivencia, en libertad y con derechos. Como nunca las habíamos ejercido.

Porque cuando afirmamos que democracia es un régimen político, estamos afirmando todas esas cosas, todo ese aprendizaje social y toda esa historia.

La democracia es una construcción, pieza por pieza (Nancy Bermeo https://bit.ly/3FWR07k). Y así, en los últimos años, hay ergoganes, bukeles, bolsonaros, lópez o trump´s que la están desmantelando de esa manera, pieza por pieza, en el horizonte crepuscular de nuestra época.