Raúl Trejo Delarbre
La Crónica
02/03/2015
Encandilado con los medios, Servando Gómez Martínez se encargó de construirse algo más de 15 minutos de fama. La Tuta buscó a los medios para hacerse entrevistar, luego se aficionó a la producción de videos que echó a rodar por las redes digitales, más tarde se acercó a la televisión extranjera o se dejó encontrar por ella. Quizá ningún otro delincuente, en el ya desdichadamente nutrido elenco de criminales que han alcanzado notoriedad en los años recientes, ha tenido una política mediática tan intencionada como ese líder de Los Caballeros Templarios.
Nunca dejó de ser paradójica la preocupación de Gómez para buscar, a través de los medios, una legitimidad que sus abusos criminales minaban cotidianamente. Los Templarios fabricaron y distribuyeron drogas, han robado y asesinado. Pero frente a la cámara de video su vocero expresaba diferencias con otros grupos delincuenciales con tanta naturalidad, como si estuviera ofreciendo un reporte meteorológico.
La Tuta recuperó el discurso providencialista de los Templarios para mostrarse como redentor de los michoacanos. En un video de 11 minutos, en abril de 2013, aparece flanqueado por una bandera nacional, varias efigies religiosas, una fotografía al parecer de Pancho Villa y una foto del Che Guevara bajo la cual se lee “qué importa la vida de un hombre cuando está en peligro el futuro de la humanidad” (ayer domingo en este espacio Rafael Cardona hizo una espléndida descripción de esa imagen de La Tuta). La cámara hace zoom sobre esa frase y luego se retira y muestra a Gómez llegando a su escritorio para dirigir desde allí su mensaje “al pueblo de México”.
Durante años La Tuta sorprendió a varios conductores de noticieros al llamarles, durante las transmisiones, para hacer aclaraciones a las notas que se difundían sobre los Templarios. En julio de 2009 llamó al programa Voz y Solución, del periodista Marcos Knapp, en un canal de televisión local en Morelia, para decir que los de ese grupo no eran enemigos del gobierno. Los trucos retóricos del delincuente en aquella conversación fueron estudiados por la investigadora María Eugenia Flores Treviño, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que encontró: “el emisor proyecta una alineación ficticia con el receptor con fines persuasivos, y acude a usos estratégicos de la cortesía para conseguir y enmascarar sus fines” (Revista Discurso y Sociedad Vol. 6-4, 2012).
En agosto de 2009 La Tuta conversó por teléfono, al aire, con el conductor del noticiero Milenio en León, Guanajuato, Pablo César Carrillo. Aunque inicialmente se dijo que el delincuente había llamado al noticiero más tarde, el entonces director editorial de Milenio, Ciro Gómez Leyva, explicó que Carrillo buscó y pactó la entrevista.
Desde entonces, La Tuta se engolosinó con la resonancia mediática. Por una parte, grabó en video las conversaciones que tuvo con funcionarios públicos, familiares de funcionarios y periodistas. Esos videos fueron difundidos en administradas filtraciones con tanta frecuencia que, dentro y fuera de Michoacán, se especulaba sobre el próximo personaje que aparecería en ellos. Gómez hizo de tales videos un instrumento de propaganda y además de protección política, lo mismo para jactarse del dominio que tenía sobre las personas convocadas a conversar con él, que para extorsionarlos.
Al mismo tiempo, concedió entrevistas a diversos medios. La conversación de una hora que tuvo en diciembre de 2013 con Rolando Nichols, de la cadena estadounidense Noticias Mundo Fox, fue transmitida en cinco partes como si se tratara de una hazaña de ese reportero.
Otro fue el tratamiento que le dio a una nueva entrevista el Channel Four, de la Gran Bretaña, en enero de 2014. La plática del reportero Guillermo Galdós con ese narcotraficante fue parte de un reportaje en donde también aparecían miembros de los grupos de “autodefensa” que lo combatían y los familiares de algunas víctimas de los Templarios. Uno de los momentos más peculiares es la charla, previa a la entrevista formal, cuando Galdós le cuenta a La Tuta el argumento de “Breaking Bad”, la serie televisiva sobre un profesor de química metido a fabricante de drogas.
No debe ser fácil entrevistar a un delincuente, sobre todo en el territorio que él controla. Tampoco es sencilla la decisión para buscar o no, y para transmitir o no, las declaraciones de un criminal como La Tuta. A la fascinación de ese individuo por los medios, se añadió la seducción que él mismo ejercía entre los periodistas de no pocas radiodifusoras y televisoras.
Deliberadamente o no, en algunas ocasiones los operadores de tales medios se convirtieron en propagandistas de La Tuta. Los videos que ese delincuente colocaba en YouTube o deslizaba a las redacciones, casi siempre repetían las mismas apreciaciones autocomplacientes sobre sí mismo. Sin embargo, eran presentados como si fueran noticia. Pocos medios se tomaron el trabajo de acompañar tales grabaciones con el contexto que permitiera recordar que ese señor tan encantado con la videocámara estaba acusado de numerosos crímenes.
La Tuta sabía que su notoriedad era incrementada por los medios y que era superior a la relevancia que alcanzaba en el organigrama del crimen. El productor de Channel 4 News, Thom Walker, escribió en enero de 2014 sobre el encuentro con ese personaje: “y entonces un momento de humildad de un hombre a menudo irreverente. ‘Los narcos más grandes de México’ dijo con una mueca, ‘nadie los conoce. Los idiotas son los que aparecen en público”.