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El debate público

¿Pudo más la polarización política que la gestión de la pandemia?

Ricardo Becerra

La Crónica

20/12/2020

La perturbadora presencia de tanta muerte y sufrimiento en los Estados Unidos -como en todo el mundo- ¿influyó en el resultado electoral en el que fue derrotado Donald Trump?

Respuesta obvia: sí, pero los retruécanos de ciertos encuestólogos y politólogos -aquí y allá- insisten en lo contrario: el voto ideológico, el de las mentes inconmovibles, los adictos a un partido o personaje, pase lo que pase y haga lo que haga, sujetas a la lógica de la polarización muestra que la pandemia y su gestión importó poco a la hora de votar, no fue determinante. Veamos.

  1. En las encuestas de salida, 52 por ciento de los electores consideró que es más importante detener el avance del virus por sobre los daños económicos que trae el confinamiento y el control de los contagios. Es decir: lo contrario a lo que Trump pregonaba y minimizaba. Un 41 por ciento de electores estadounidenses declaró que preferiría mantener la marcha económica aunque eso debilitara el combate al virus, según el metaestudio del Instituto Edison (https://tinyurl.com/yxv2n2bj). En otras palabras, en un segmento de los votantes, la gestión de la pandemia por parte de su gobierno, fue decisivo.
  2. Pero el asunto es más amplio y expansivo. La pandemia canceló de golpe el principal activo con el que Trump se presentaba a la elección: una economía en marcha, creciendo y generando empleos. Antes de marzo Trump tenía un récord de tres años en una economía sólida y saludable, herencia directa de los programas de estímulos del Presidente Obama. El canon estudioso de las ciencias sociales en Estados Unidos, documenta que es difícil derrotar a un presidente en funciones cuya fortuna es la de encontrarse en la cima del ciclo económico. El efecto del confinamiento general dio al traste con ese activo que era el único argumento -fundado en los hechos- de la campaña de Trump.
  3. El megalómano republicano, en octubre, enfermó de Covid 19 y ese fue un golpe simbólico a su mensaje mendaz según el cual, la epidemia no sería prolongada, ni grave, ni penosa… algo parecido a “una gripe” decía. A pesar del montaje hollywoodense en su regreso del hospital a la Casa Blanca, quedó clara la vulnerabilidad de los estadounidenses frente a la enfermedad, minimizada tantas veces por Donald, ahora contagiado.
  4. Joe Biden -presidente electo- convirtió la gestión de la pandemia en el tema principal de su campaña. Discursos, eventos e intervenciones durante los debates. Si algo ha dejado claro esta enfermedad, es la incompetencia del gobierno de Trump -como de los gobiernos populistas en el orbe- y que tiene a la principal potencia económica del mundo en niveles de enfermedad y de muerte propios de una segundona república bananera.
  5. Pero incluso, la pandemia determinó la forma teatral de las campañas y delimitó a la ciudadanía en acto. Largas filas, sin guardar sana distancia y por supuesto sin pedir el cubrebocas como requisito de entrada, fueron los actos tumultuosos de Trump. En cambio, Biden convocaba a recintos ventilados, preferentemente abiertos con asistentes seleccionados, incluso mítines en coche para lanzar así, gregariamente, el mensaje de la gravedad de la pandemia. Con esas puestas en escena gravitó siempre, en cada acto, la sombra negra del SARS-CoV-2.
  6. Alrededor de 100 millones de estadounidenses sufragaron por adelantado, o sea ¡73 por ciento de todos los votos que se emitieron en 2016! Las precauciones exigidas por el nuevo coronavirus terminaron imponiendo otro tipo de votación, que en su forma lejana y postal, ya expresaba la nueva sensibilidad inclinada hacia la mayoría a favor de Biden: 7 millones de votantes acabarían definiendo la elección del presidente de Estados Unidos, en alto contraste con la cerradísima votación de 2016. Biden es hoy, el presidente electo que ha logrado más votos en la historia de la Unión Americana.

Frente a su propia incapacidad e ignorancia, la estrategia del Presidente Trump fue -como siempre- polarizar y volver a polarizar. La de Biden, en cambio, fue colocar a la gestión de la pandemia como el tema número uno, el asunto crucial que deberían considerar los votantes para configurar su decisión.

Esta es una lección mundial, para los comicios en todo el globo en los siguientes meses.