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El debate público

Vargas Llosa: 80 años

José Woldenberg

Reforma

31/03/2016

No creo haber leído a un autor latinoamericano más que a Mario Vargas Llosa. Narrador envolvente, hipnótico, eficaz, y ensayista claro, preciso y macizo (aunque uno disienta en ocasiones de sus planteamientos), sus textos irradian placer, sabiduría y claves para comprender la complejidad del mundo y de quienes lo habitamos.

Desde su deslumbrante, monumental y compleja La guerra del fin del mundo, un fresco inabarcable sobre el enfrentamiento de dos universos, dos sensibilidades, dos ideologías, dos formas de ser, plagado de personajes emblemáticos, delirantes y/o miserables -en la doble acepción de la palabra-, hasta sus artículos semanales, los textos de Vargas Llosa dejan huella porque recrean temas y situaciones que siendo de ayer también son de hoy y quizá -exagerando- de siempre.

Sus novelas son universos con altas dosis de tensión dramática, recreación de ambientes, biografías, dilemas morales. Sus temas y épocas varían, sus personajes se encuentran en los más diversos estatus sociales y las anécdotas pueden ser cómicas, tragicómicas o trágicas. Pero succionan y llevan al lector a mundos que solo pueden ser comprendidos en sus propios marcos. La Fiesta del Chivo o el universo cerrado, opresivo y vertical del dictador Trujillo en la Dominicana. Los cachorros, ese cuento que parte de una anécdota funesta, un niño emasculado por un perro, en el ambiente escolar de los jóvenes limeños y sus códigos de iniciación machista. La ciudad y los perros o la academia militar con sus fórmulas de socialización autoritarias y violentas. Travesuras de la niña mala o los múltiples rostros de una mujer en una época y un mundo cambiantes. El hablador o de la necesidad de trasmitir la historia, la tradición, las nociones del pasado que nos dan forma. Elogio de la madrastra o los vericuetos del erotismo encarnados en una mujer madura, el padre y Fonchito, niño/joven precoz en su despertar al sexo. El paraíso en la otra esquina, las vidas de la feminista Flora Tristán y de Paul Gauguin o la búsqueda de la autenticidad en otros territorios. La historia de Mayta o la enajenación en el universo de la izquierda militante. Pantaleón y las visitadoras o el regocijante mundo de un soldado que debe organizar el servicio de prostitución para sus compañeros de armas. Cinco esquinas o la asimilación de las diversas fórmulas del erotismo, junto a la canalla periodística -el mundo del chantaje- que eventualmente puede redimirse. El héroe discreto o personajes capaces de hacer frente a la amenaza y la coacción o de desafiar a su propia familia, porque la dignidad ofrece sentido a sus vidas. El sueño del celta o la historia novelada de Roger Casement que denuncia los horrores del colonialismo y que enfrentará de manera trágica a la «Pérfida Albión» desde la sensibilidad y las posiciones del nacionalismo irlandés.

Pero también sus ensayos: La civilización del espectáculo o cómo los códigos del mismo han inundado y degradado la política, el periodismo, la cultura, las relaciones interpersonales y en general el ambiente que se respira. Su Diccionario del amante de América Latina, una fórmula para adentrarse en sus filias y fobias, autores y temas, ciudades y paisajes, héroes cívicos y villanos. Estampas desarrolladas con la limpieza argumental característica. Sables y utopías, conjunto de artículos de combate contra las dictaduras y las construcciones ideológicas que las ponen en pie, sus críticas a Cuba, Nicaragua, las revoluciones, junto con su defensa de la democracia y el liberalismo y un pilón de ensayos literarios. Desafíos a la libertad, una canasta de tuti frutti, desde artículos sobre la señora Thatcher o De Gaulle o Vaclav Havel hasta textos sobre el Perú, Guatemala o México. Contra viento y marea, una serie de escritos breves, entre 1962 y 1982, que dan fe de las mutaciones en el propio pensamiento del autor. El pez en el agua, memorias de infancia y juventud entrelazadas con las de su campaña por la Presidencia del Perú.

O sus ensayos sobre literatura que dan cuenta de sus querencias e influencias: El viaje a la ficción, su largo y entrañable estudio sobre la obra de Juan Carlos Onetti. La verdad de las mentiras, artículos sobre el código genético de la novela y de narraciones tan diversas como Manhattan Transfer, Un mundo Feliz o El tambor de Hojalata. La orgía perpetua sobre su amado Flaubert o La tentación de lo imposible sobre Víctor Hugo y Los miserables.

Novelas y ensayos, pues, de un autor superior e imprescindible