Leonardo Valdés Zurita
El Universal
06/03/2015
Hace dos semanas, al reflexionar sobre los grandes números del padrón electoral, compartí en este espacio mi pronóstico de participación para el próximo 7 de junio. De acuerdo con las tendencias históricas y en función del impacto de la coincidencia creciente de elecciones locales con la federal (sobre todo de las 9 gubernaturas que se elegirán) pienso que se superará la participación de 2009 y que oscilará entre 45 y 50%.
Con una Lista Nominal de Electores de aproximadamente 83.5 millones, mi pronóstico implica que votaremos entre 37.6 y 41.7 millones de ciudadanos. Por supuesto que no será un comportamiento homogéneo. En algunas zonas del país la inseguridad puede impedir la instalación de todas las mesas de votación y, en consecuencia, desalentar la participación. En otras, sobre todo en las que se elige gobernador, los incentivos para participar son altos y se pueden esperar tasas bajas de abstención. Guerrero y Michoacán, por supuesto, son una incógnita importante. Ambos viven condiciones sociales que conducen a suponer baja participación; pero en ambos casos se elegirá gobernador y ese, está probado, es el motor de participación más importante, cuando coincide con la intermedia federal. Veremos.
Por ahora se puede reflexionar sobre las consecuencias que puede tener para nuestro sistema de partidos el resultado de la elección federal de junio. Adelanté, hace dos semanas, que los partidos requerirán entre millón y millón y cuarto de votos para alcanzar 3% de la votación nacional y conservar su registro. Esa es además la cifra necesaria para participar en la distribución de diputaciones de representación proporcional y obtener financiamiento público y tiempo gratuito en radio y televisión.
Según la encuesta elaborada por Buendía & Laredo y publicada por EL UNIVERSAL el 23 de febrero, 5 de los 10 partidos que aparecerán en la boleta están en riesgo de no alcanzar el 3% de la votación. Otros tres (PRD, PVEM y Morena) oscilan en torno a 10% de la votación y dos (PAN y PRI) van punteando con 26% y 30% de las preferencias efectivas. Esta encuesta reporta que un 38% de sus entrevistados no declaró su intención de voto.
Si esas tendencias se mantienen, es posible que nuestro sistema de partidos pase del pluralismo moderado, que tiene un formato de competencia centrípeto, a uno de polarización, que tiende hacia la competencia centrífuga. Eso dificultará la construcción de nuevos consensos para realizar reformas constitucionales; adelantará el inicio de la competencia política por la elección presidencial de 2018; alimentará los discursos de confrontación y nos conducirá hacia un proceso electoral aún más complejo que el que ahora estamos viviendo. También veremos.