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El debate público

Churchill y Gran Bretaña solos

José Woldenberg

Reforma

05/02/2015

Hace 50 años, el 24 de enero de 1965, murió Winston Churchill. Hay un Churchill ejemplar. El que dibuja John Lukacs: un hombre (casi) solo que tiene que remar contra la corriente para lograr que Inglaterra, último bastión, se mantenga en guerra contra la Alemania nazi.

El 10 de mayo de 1940 fue nombrado primer ministro. La situación era más que adversa. «En tres semanas, el famoso ejército francés sufrió una derrota aplastante y nuestro ejército británico fue arrojado al mar y perdió todo su equipo. En un plazo de seis semanas nos encontramos solos, casi desarmados, con Alemania e Italia, triunfantes, dispuestas a echársenos encima, con toda Europa expuesta al poder de Hitler y con Japón fulminándonos desde el otro lado del mundo». Eso escribió Churchill en su monumental libro La Segunda Guerra Mundial. (La esfera de los libros). Pero en ese mismo texto, y con notoria satisfacción, también asentó: «Cinco años después…Italia había sido conquistada y habían matado a Mussolini. El poderoso ejército alemán se había rendido sin condiciones. Hitler se había suicidado…Francia fue liberada, se recuperó, revivió… Estábamos a punto de lograr la rápida aniquilación de la resistencia japonesa».

Asumió la jefatura del gobierno en un escenario extremadamente crítico. Chamberlain cuestionado, aunque con mayoría en el Parlamento, había intentado construir un gobierno de unidad nacional. Pero el liderazgo laborista no aceptaba cogobernar si el primer ministro continuaba en su cargo. Chamberlain renunció y el rey nombró a Churchill y éste fue capaz de sumar a conservadores, laboristas y liberales en un gobierno de coalición nacional para afrontar la guerra.

Para ese 10 de mayo la conflagración estaba instalada. Polonia había desaparecido del mapa, Austria anexionada por Alemania al igual que parte de Checoeslovaquia. Mussolini había hecho lo propio con Albania. Dinamarca y Noruega habían sido invadidas. Y el mismo día que asumió su cargo Churchill los nazis iniciaron la invasión de Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Francia. Hitler parecía ser dueño de Europa.

El 13 de mayo, Churchill pronunció su primer discurso como primer ministro ante el Parlamento. Es una pieza teatral y conmovedora. Dijo: «Elevo a la consideración de sus señorías…la formación de un gobierno representativo de la unidad y de la inflexible voluntad de la nación de proseguir la guerra contra Alemania hasta la obtención de la victoria final…Es deseo y voluntad evidente del Parlamento y de la Nación que este deseo se plasme atendiendo al mayor consenso posible y que incluya a todas las partes, tanto a las que apoyaron al gobierno saliente como también a la oposición…Se ha formado un Gabinete de Guerra…Los presidentes de los tres partidos han accedido a prestar sus servicios…Nos encontramos en el estadio preliminar de una de las mayores batallas de la historia…No tengo nada que ofrecer, salvo sangre, sudor y lágrimas…Si preguntan, ¿y cuál es nuestro programa político?, mi respuesta es: luchar…proseguir la guerra contra una tiranía monstruosa…Si preguntan, ¿cuál es nuestro objetivo?, puedo responder con una palabra: la victoria…cueste lo que cueste…porque sin la victoria no sobreviviremos…». (John Lukacs. Sangre, sudor y lágrimas).

Pero a decir del propio Lukacs, entre el 24 y 28 de mayo Churchill tuvo que dar una batalla magnífica contra la pretensión de negociar con la Alemania de Hitler. Sostuvo una confrontación en tres frentes: en el Gabinete de Guerra, el Parlamento y de cara a la opinión pública. Documenta cómo no fueron pocos, y algunos más que influyentes, los que ante la soledad de la Gran Bretaña no veían más posibilidad que forjar un acuerdo con los nazis. Recuerda que el 23 de mayo «casi un cuarto de millón de soldados británicos estaban atrapados y cercados por los alemanes. No oponían resistencia, se retiraban…». Las democracias europeas habían sido arrasadas y la URSS -por el siniestro pacto nazi-soviético- y Estados Unidos se mantenían al margen. Y no fue sino hasta el 28 de mayo que Churchill pudo vencer las resistencias y decir ante el Parlamento que «pase lo que pase en Dunquerque, seguiremos luchando». (Desde ahí se evacuaron a más de 300 mil soldados británicos). Cualquier eventual negociación con Hitler quedaba descartada. (Cinco días en Londres, mayo de 1940).

Lukacs tiene razón cuando afirma que si bien el honor de la victoria frente al Eje le corresponde a la URSS y a Estados Unidos, «en mayo de 1940 fue Churchill quien no perdió la guerra».